Capítulo 1: El barco y el gato

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~Mirsha~

Desperté sólo para darme cuenta de que había estado gritando. Ya había tenido esa clase de sueños repetidamente a lo largo de los últimos meses, pero era la primera vez que gritaba. Me enderecé, sintiéndome por completo desorientado.

¿En dónde estaba?

Poco a poco me calmé y pude reconocer la habitación que ahora me pertenecía en el castillo. Habían pasado casi tres meses, y aún no podía acostumbrarme a despertar en ese lugar.

Salí de la cama al ver los rayos de sol colándose por la ventana; debían ser las diez de la mañana. Una opresión me comprimía el pecho: tal vez justo en ese momento Darius, Damien y Lillian estarían desayunando abajo.

Sin embargo, sabía que la reciente pesadilla no me permitiría ni siquiera mirar a ninguno de los tres a los ojos.

Me vestí despacio y abandoné mi habitación por la ventana, con mi forma de gato, para evitar ser visto. No quería encontrarme con nadie, ni siquiera con el guardia de mi puerta. Me sentía tan... avergonzado... tan molesto conmigo mismo...

Sabía que en cualquier momento alguien subiría a buscarme, así que no quería estar ahí cuando eso sucediera: quería alejarme de ahí, de ese lugar que sabía que no merecía. De todo el reino, en realidad.

Ya enviaría una nota después.

Por algún motivo —ya fuese voluntad de la Creadora, de los dioses o el destino—, después de vagar sin rumbo llegué al puerto a eso del mediodía

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Por algún motivo —ya fuese voluntad de la Creadora, de los dioses o el destino—, después de vagar sin rumbo llegué al puerto a eso del mediodía.

Sabía que nadie querría llevar a un fugitivo del palacio, así que, aún sin cambiar de forma, planeé subir al primer barco que vi comenzar a moverse. No me importaba a dónde ir, con tal de que fuese lejos de Arlan.

El lugar bullía de actividad y me alegré de haber llegado en forma felina. La gente parecía mirar una pequeña comitiva que se acercaba con gran elegancia, aproximándose poco a poco hacia donde me encontraba. La comitiva estaba formada por un grupo de guerreros con extraños atuendos, que parecían escoltar a una doncella. Su cara estaba cubierta por un velo, pero su enorme vestido lila hacía saber que debía ser de la nobleza o la realeza.

¿Una princesa? ¿Alguna doncella? ¿Hubo alguna visita diplomática en el castillo de la que no me haya enterado?

La joven pasó a mi lado y me dirigió una mirada. No pude distinguir el color de sus ojos debido al velo, pero una sonrisa apareció en sus labios y se inclinó para hablarme.

—Hola, dulce gatito, ¿te encuentras perdido? —susurró rascando detrás de mis orejas y, antes de poder darme cuenta, me vi cargado por la joven y arrastrado hacia el barco que parecía esperarla.

—Mi lady, ¿piensa llevarse eso al castillo? —preguntó uno de los guardias, mirándome con cautela.

La joven le dio una mirada asesina al soldado y se quitó el velo. Su expresión era firme y seria, y debía reconocer que la joven era bonita. Sus ojos eran de un azul índigo con destellos verdes, y su cabello era largo y ondulado, de un color caramelo que en el sol lucía rojo.

Cuentos de Reyes y Guerreros I: El MagoWhere stories live. Discover now