Capítulo 23: Hermanos y palabras

112 13 19
                                    

El príncipe siguió a Gabriel y a Dante hasta la torre sin mucha conversación al principio.

—Creo que sí está borracho —murmuró el arquero al asesino, señalando de forma discreta al príncipe—. Debiste haberle contado alguna otra cosa para que valiera la pena dejarlo así —reclamó.

—Estará bien, además aún puedo contarle algunas cosas —aseguró el muchacho con una sonrisa de burla.

—Sí, claro, para que mañana no las recuerde —interrumpió Mirsha con media sonrisa—. Para empezar no estoy borracho, además recuerda que tengo buena memoria —añadió con sorna—. Así que esperaré por tus buenas historias, Dan.

El asesino bufó, cruzándose de brazos.

—Aún hay más vodka en la armada, no te preocupes —murmuró.

Mirsha rió con ganas.

—Debo admitir que es más fuerte de lo que esperaba, pero no está tan mal. Y en serio, no estoy borracho.

—Ya te lo preguntaré en un par de horas —replicó Dante, abriendo la puerta de la torre de los magos e invitando a los muchachos a entrar—. Y claro que no está mal, es el mejor vodka que he probado. Que sea más fuerte de lo normal le da esos puntos extras.

—Les enviaré algunas cajas con vino de Arlan. Y tal vez también del vodka que tenemos allá.

»Y cerveza —aseguró—. Es de las mejores.

—Tenemos un trato, alteza —dijo Dante buscando la mochila en todo el lugar, sin contener una sonrisa.

—Oh, vamos, no lo alientes a ser aún más alcohólico, con lo que ya es, basta y sobra —se quejó Gabriel a pesar de estar sonriendo también.

—También será para ti, descuida —rió el muchacho.

—Bueno, de ser así entonces adelante —respondió el arquero, riendo también.

—Aquí está —interrumpió Dante, acercándose a Mirsha con la mochila en las manos.

—¡Perfecto! —exclamó, abriéndola y sacando algunos libros de su interior—. Aquí están. Te dije que iba a traerte algunos.

Gabriel se aproximó enseguida, tomando todos los tomos y comenzando a analizar los títulos, luchando por mantener todos en equilibrio.

—Por todos los dioses, estos lucen increíbles —exclamó agradecido, con la mirada brillante de curiosidad—. No tengo ni idea de con cuál debería comenzar —admitió con una sonrisa.

—Te sugiero ese —dijo señalando un libro de pastas azules—. Uno de los mejores —aseguró.

Mirsha apartó uno más y se lo tendió a Dante.

El asesino alzó una ceja observando el libro varios segundos antes de tomarlo.

—¿En serio trajiste uno para mí? —cuestionó con media sonrisa, como si no pudiera creerlo.

Mirsha se encogió de hombros.

—Hasta los duendes necesitan entretenerse con algo de vez en cuando —respondió, imitando la sonrisa.

Dante asintió aceptando el tomo y luciendo agradecido por un instante.

—Si no me gusta me reservaré el derecho de reclamarte —advirtió, sin sonar en absoluto serio.

—Adelante —dijo con seguridad.

—Vaya que si estás borracho —respondió el asesino.

—Claro que no, es sólo que sus libros son demasiado interesantes —replicó Gabriel, quien ya había empezado a leer el tomo azul mientras trataba de mantener los demás en equilibrio.

Cuentos de Reyes y Guerreros I: El MagoWhere stories live. Discover now