Capítulo 22: Príncipes y soldados

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 —Entonces, ¿no tenías ni idea de que Mirsha era tu hermano hasta antes de ese día? —cuestionó Gabriel, que se encontraba sentado frente al príncipe.

Damien negó con la cabeza.

—Sólo... sabía los rumores. De que mi padre tenía otro hijo. Pero siempre se dijo que el niño había muerto... nunca se me ocurrió que pudiese no haber sido así.

—Pues es increíble que esté bien, ¿no? Mirsha es una muy buena persona —dijo Jean, recargando su cabeza sobre la mesa, sentado a un lado de Luca.

—Además de lo genial que debe ser poder tener un hermano, en Ziggdrall es algo que no se ve mucho, sólo el jefe goza de ese privilegio —añadió Abby con una mueca de fingida molestia antes de retomar su usual sonrisa.

—No te creas, a veces es un dolor de cabeza —replicó Sebastian con media sonrisa, recargado en la pared cercana.

La mayoría de la armada se había reunido en el comedor, llevando consigo al menor de los príncipes y mientras algunos se turnaban para preparar la comida, otros lo hacían para llenar de preguntas a Damien.

A él, al contrario que su hermano, no parecía molestarle la atención de tantas personas. Era de conversación fácil, así que respondía con fluidez a todo lo que le preguntaban o a los comentarios que le hacían; incluso si se le notaba ligeramente incómodo, como ante la pregunta sobre su hermano, contestaba con seguridad.

—En realidad creo que ni Mirsha ni yo nos hemos acostumbrado el uno al otro —dijo casi como una broma.

Sin embargo, el miedo que había sentido antes, cuando creyó que su hermano ibamorir, decía todo lo contrario.

—Con el tiempo mejorará —aseguró el mago como si recordara algo—. Créeme.

—Sí, te creo —respondió Damien con media sonrisa parecida a la de su hermano—. Creo que ya me he dado cuenta.

—Si, no importa que tanto se odien al principio —siguió el muchacho con una pequeña sonrisa—. Al final aprenden a llevarse bien.

—Lo dice por experiencia —añadió Alexander, entrando al comedor—. Él ni siquiera me habló una semana tras habernos conocido...

—Oh, no, yo no lo odio... —rió Damien. Sin embargo, miró de uno a otro por unos segundos—. ¿No son hermanos, entonces? —preguntó.

Ambos muchachos intercambiaron una mirada y sonrieron de forma similar.

—No exactamente —admitió Sebastian.

—¡Pero si se parecen más que Mirsha y yo! —exclamó el príncipe—. ¿Quién lo diría?

De nuevo, ambos hermanos se miraron y echaron a reír.

—¿En serio somos tan parecidos? —preguntó Alexander con media sonrisa, caminando hasta pararse a un lado de su hermano.

—Bastante, diría yo —respondió Damien sonriendo de lado y recargándose en su silla—. Insisto, ni siquier Mirsha y yo nos parecemos tanto.

El soldado se encogió de hombros con una sonrisa.

—Supongo que es una coincidencia curiosa, pero no somos hermanos de sangre —recalcó—. Aunque creo que tú más que nadie puedes estar de acuerdo si digo que no importa, Mirsha es una persona fantástica aunque no creo que pudiera quererlo como hermano, puedo decir que esta bien ser hermano suyo.

—¡Alexander! —lo regañó Inanna.

—Es la verdad, yo no podría lidiar con los sustos de muerte que le gusta dar —respondió mirando a Damien como si se disculpara.

Cuentos de Reyes y Guerreros I: El MagoWhere stories live. Discover now