Descubrimiento

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Siempre he sido aburrida, mi vida siempre ha sido así; nunca he hecho nada incorrecto ni audaz, esto es motivo de orgullo para mi familia, pero no para mí. Debería sentirme agradecida por la vida que tengo, vida que muchos considerarían afortunada, pero no yo, ya que esta no me hace sentir feliz, no me hace sentir satisfecha.

Tengo 17 años y nada ha hecho latir mi corazón con fuerza, nada ha hecho que vibre en mí la juventud que tengo. Pienso muy a menudo en esto mientras veo a mis compañeros de clase o a pares en edad, haciendo que sus años valgan la pena, que sus vidas tengan sentido. Para el juicio de cualquiera, con algo de moral en el cuerpo, dictaría que la juventud está revolucionada; actúan de forma tonta, inmadura, impetuosa y carente de sentido, incluso indecente. También pienso así, tengo muy claro y está muy latente en mí, el "deber ser", la responsabilidad y la inclinación a lo socialmente correcto, no por nada soy, a vista de muchos, "perfecta".

Lo correcto es lo que hago con mi vida justo en este instante, tengo altas calificaciones, no tengo problemas con nadie, parecería que todos aprecian a " la perfecta Sofía" y esperan algo grande de mí.

Soy lo más preciado que tienen mis padres y su orgullo siempre brilla en todo lo que hago, pero... ¿si es tan correcto, si es tan bueno, si yo misma califico las travesuras juveniles como absurdas; por qué siento tanta envidia de las equivocaciones de los demás?... no debería anhelar cosas equivocadas, eso me hace pensar que tal vez no soy tan inteligente como todos piensan... soy en realidad una tonta.

En secreto sueño con algo prohibido, algo audaz que me haga temblar con sólo pensar en ello; estos anhelos viven en lo más profundo de mi mente, ya que jamás podría hacer algo de esta naturaleza, a esa prudencia la he llamado cobardía y la he odiado desde siempre.

Tengo un espacio reducido en el que me muevo, un margen de comportamiento, que limita en lo correcto y de ahí soy incapaz de salir. Es posible que deba resignarme a que mi vida será justo así: confinada a una cárcel mental, limitada en un cuadrado muy pequeño.


Pensar en estas cosas siempre me pone triste, pero no hay tiempo para estos tontos sentimientos, ya que mi vida a pesar de ser agobiantemente aburrida, siempre está muy ocupada, debido a que ser "perfecta" no es para nada fácil. Si alguien supiera que este "ejemplo de niña" mete su nariz en los libros sólo para fingir estudiar, mientras piensa, sueña y se lamenta sin ganas de ser molestada, de seguro muchos se sorprenderían.


Se ha hecho tarde, mi mente vuela rápido, perdí la noción del tiempo y ya está cerrada la biblioteca, debo irme antes que el colegio quede completamente vacío y cierren las puertas, sólo eso bastaría para que mi vida sea aún más lamentable, sólo eso resta para convertirme en una burla para mí misma: pasar la noche en el colegio.


Sofía se dirige rápidamente a la entrada de la biblioteca, mientras trata de meter torpemente su cuaderno en el bolso, cuando a causa del destino y juegos del azar, ve una silueta, la silueta de alguien sentado en el piso. Se suponía que no había nadie en aquel lugar, era muy tarde para que un adolescente "normal" estuviera ahí. Sofía se detuvo y observó al joven que aún no se había percatado de su presencia. El desconocido estaba sentado en el suelo, las piernas flexionadas con los brazos apoyados en las rodillas y la cabeza entre ellas, mirando el vacío.
Se ve mal, diagnóstico Sofía de forma rápida, ella sabía que debía acercarse y preguntarle al joven si estaba bien o necesitaba ayuda, pero su timidez la alejaba de esa clase de empatía a menudo. A pesar de eso se dejó llevar por un impulso y desató la humanidad que existía en ella, se posicionó frente a él, acuclillada para estar a su altura.


-¿estás bien? Preguntó con voz suave, buscando no perturbar del todo el silencio de aquel lugar.

La cabeza del joven se incorporó lentamente, hasta que los ojos de él impactaron, rompieron como olas, en los de ella. Sofía nunca había visto una mirada tan triste y profunda en toda su vida, era claro que él no estaba bien.

La InocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora