Mosaico

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Un famélico ardor subió desde el vientre hasta su rostro, buscando devorar insaciable cada centímetro de su piel en un rubor ígneo carmesí, tan seductor como el movimiento ondulante del fuego. tragó saliva junto a las tontas palabras acumuladas en su garganta, su libido se retorció en un escalofrío que danzó lento y sigiloso por su espalda, arqueándola levemente, interrumpiendo la exhalación. Cerró duramente su puño apoyado en la rodilla, todos sus sentimientos se condensaron ahí, en ese puño. El silencio de esa casa vacía ensordecía sus oídos, y hacia mayúsculo el ruido de impuros pensamientos febriles en su joven cabeza, junto a la agitada respiración de la hermosa mujer a su lado. La oscuridad cubría a Sofía, quien lucía tentadora, seductora, dolorosa y despiadadamente bella, refugiada en el temblor evidente de nerviosismo que no le permitía, pese al intento, derrochar toda la seguridad y ferocidad que los había llevado hasta ahí. Marco luchaba con la ignorancia de su inexperiencia, parecía obvio lo que debía hacer, pero la simplicidad de la respuesta le abofeteaba la cara, cada que sus músculos se contraían en un movimiento interrumpido por la indecisión. Sofía deseaba profundamente, desde lo más íntimo de su corazón, salir corriendo debido al miedo que sentía. Su incapacidad para dejarse llevar, la ponía nuevamente en aprietos, ella debía seriamente considerar, declararse incompetente en todo lo referente a la espontaneidad, ya que cada vez que había optado por esta opción, el resultado había sido el mismo: no tener ni la más mínima idea de que hacer y caer finalmente en la locura máxima, en un caos de ideas, pensamientos y paranoia. En ese punto exacto es en donde se encontraba ahora. Sofía al momento de decir "si", había sujetado el dedo de Marco con mucha seguridad y sin planear otro destino, terminaron en su convenientemente solitaria y vacía casa, juntos en su anochecida habitación, sentados en la cama uno muy cerca del otro.
La cortina se movía suavemente al ritmo de una sugerente brisa nocturna, el maullido intermitente de un gato a la distancia interrumpía el silencio gobernante en aquella habitación de vez en cuando y el reflejo de las luces de la calle, que se colaba por la ventana, dibujaban figuras fantasmales en la pared. Una pequeña polilla elevó su último vuelo en dirección a la incandescente luz de un faro, mientras una gota perdida, caía a su muerte desde una hoja, cuando la mano de Marco buscó temblorosa la de Sofía, esta ya conocía la calidez de su piel y había hecho de esta, de ese día y para siempre su anhelado hogar y lugar en el mundo en donde refugiarse del frío. Sofía no se resistió, pese a todo lo que tenía en mente y todos los temores que la atormentaban, la única cosa que tenía realmente claro y seguro, era lo mucho que disfrutaba la sensación de la piel de Marco, su calor y seductor roce. Se miraron sin decir palabra, ya que estas sobraban, en el momento en que sus miradas se conectaron sonrieron al sentirse tontos por la vergüenza que siempre acompañaba sus encuentros hasta ahora. Marco no pudo evitar preguntarse, ¿cómo había podido vivir hasta ahora sin ella?, en su corazón vibró la curiosidad de días futuros, experiencias y risas junto a esa hermosa chica, anheló el mañana y se despidió para siempre de su soledad.
Sofía sintió su corazón hundirse en un tibio sentimiento que calmo su locura , el dulce rostro de Marco y la tierna forma en que este la observaba y tomaba su mano, fue un sedante a la persistente ansiedad que por defecto siempre la atacaba, se sintió en calma y experimentó la paz. Por largos segundos todo fue perfecto, el planeta entero pareció poblarse de solo felicidad y este mundo fue así un hermoso lugar en donde vivir, nacer, crecer y amar. Sofía dejó caer su cuerpo en la cama y con la mirada invitó a Marco a hacer lo mismo, hombro a hombro miraron por congelados fragmentos de tiempo el techo, que en incontables ocasiones había presenciado las lágrimas solitarias de Marco, siendo esta una escena tan diferente, no pudo más que sentirse feliz por él. Marco volteo la cabeza en dirección a Sofía, temía perderla de vista y que esta se desvaneciera en la oscuridad como un sueño. La luna acariciaba su rostro, lo que la hizo brillar como mil estrellas , el alma de Marco se retorció de dolor por tal desborde de belleza y sus ojos enrojecieron inflamados, debido a la falta de parpadeos, sus pupilas dilatadas rozando de forma irreal el horizonte del ojo, recorrían su rostro en busca del segundo exacto en donde él se volvería valiente, gallardo y le robaría el oxígeno en un infinito y perpetuo beso de amor.
Sofía extendió su mano en dirección al cielo y comenzó a dibujar figuras en el aire, con movimientos suaves y circulares, mientras una dulce sonrisa se colaba en la comisura de su boca, Marco sonrió ampliamente al verla, también dirigió su vista al techo y recordó divertido las innumerables veces que él había hecho lo mismo, como una rutina nocturna. En ese techo habían miles de dibujos invisibles, testigos de todos los días, emociones y sentimientos de Marco a lo largo de su vida, uno sobre otro se habían apilado, construyendo así un enorme mosaico de sueños, delirios y ocio. Mosaico que ahora ganaba color, brillo y belleza por el aporte de un nuevo artista. La luz jugaba con sus manos, que parecían crear música en ondulantes movimientos, Marco unió la suya a la danza creativa, entre risas y cómplices miradas crearon nuevas constelaciones, en una galaxia en donde solo existían ellos dos.
Sofía miró a marco mientras el reía contento, sintió ganas de contarle todos los secretos que su corazón guardaba desde el segundo en que lo había conocido, pero no pudo hacerlo, una tristeza silenciosa se acomodó a su lado y abrazó su pecho, oprimiéndolo con arrepentimiento. Sofía se sintió tonta y cobarde, estos sentimientos hicieron que ella advirtiera por primera vez, la fuerza de Marco, esto la llenó profundamente de admiración hacia él, tanto que en un repentino movimiento, abrazó dulce y estrechamente el masculino cuerpo de Marco. Sofía se refugió bajo su tibio brazo y apretó con fuerza el amplio pecho de aquel valiente, que pese a su timidez y poca confianza, era capaz de gritar fuerte y claro lo que sentía, abandonando todo el miedo que cargaba y haciendo frente a lo incierto del amor. Marco suspendió su respiración tratando de no incomodar la cabeza de Sofía, que ligeramente aplastaba su pecho y sus brazos rígidos buscaban titubeantes donde apoyarse, sin estorbar a aquella frágil y delicada figura femenina. Marco sentía el calor de ambos fundirse en una mezcla homogénea de magia y dulzura, él nunca en la vida se había sentido tan feliz, pleno y varonil, al tener a Sofia así, cobijada bajo su protección. Este era para él un sueño miles de veces delirado, este perfectamente podía ser otra fantasía, dado lo perfecto de cada componente en el , de no ser por el ruido ensordecedor de su corazón que hacía real aquel idílico momento.
Sofía apoyó su mano en el agitado pecho de Marco, esperó unos segundos para calmar su corazón y deslizó ésta cuesta arriba, hasta el tembloroso cuello de Marco, lo afirmó con sutil y delicada fuerza, levantó su rostro, apartando su cabeza del pecho de Marco, que había sido su guarida. Incorporó su cuerpo de forma en que ambos rostros quedaron en íntima distancia. Su respiración impactaba con la piel de Marco, que deseosa recordaba el sabor de su cercanía, se inclinó un poco más, buscando fulminar los centímetros que formaban la distancia que estorbaba. Marco rozó gentilmente el rostro de Sofía, quien temblaba al contacto, deslizó sus dedos por su delicado cuello, en una caricia pasional y sugerente, un leve gemido escapó de sus pecaminosos labios.
- bésame... - dijo Sofía mientras rozaba los labios de Marco con la gema de su pulgar y recorría su rostro con ojos rebosantes de pasión.

La InocenciaWhere stories live. Discover now