Cacería

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Sofía despertó muy animada esa mañana, estaba decidida a llevar cabo su malicioso plan de venganza, la noche anterior se había quedado hasta altas horas de la madrugada ideando variadas maneras de efectuar su promiscuo propósito y la otra mitad de la noche la había ocupado convenciéndose a sí misma de poder realizarlas, ella sabía que necesitaría mucho valor para no salir huyendo de la vergüenza, como sea hace sólo unos pocos días atrás se había propuesto el papel de "seductora indomable", y aún no había pulido bien cada detalle de cómo lograr esto, sus principales obstáculos eran la timidez he inexperiencia, suerte que había elegido a una presa sencilla, lo que le daba bastante confianza. Marco a sus ojos no era más que un niño igual o más asustado que ella, de ser diferente, Sofía jamás habría optado por tal riesgo, al fin y al cabo era esta característica la que más tentación producía en ella, y lo que causaba apasionados y pecaminosos deseos de llevar al límite, poner a prueba y arrebatar de forma tempestuosa, toda esa inocencia en él, que la volvía loca y descontrolada, despertando en sí el más básicos de los instintos.
A la personalidad tímida he inocencia de Marco se debía el descubrimiento del nuevo talento de Sofía, el poder de acelerar la respiración de un hombre, favor del cual ella estaba medianamente agradecida, pero se negaba a darle mucho crédito he importancia por esto.
Sofía tardó esa mañana más tiempo en arreglarse que otros días, se quedó más tiempo bajo la calidez de la ducha, disfrutando de aquella placentera experiencia, mientras imaginaba las expresiones sonrojadas de Marco y con ello sonreía tontamente, le llevó más tiempo elegir la ropa íntima para ese día, quería sentirse sensual y femenina, puso más cuidado en arreglar su cabello, perfumo con delicadeza su escote y hasta puso en su rostro un poco de maquillaje, algo de color jugoso sobre sus labios, nada exagerado, debía verse atractiva, sin parecer que esta era la intención. Salió con prisa de la casa, nunca había llegado tarde a clases antes, aquella podría ser la primera vez, esta posibilidad hacia palpitar reconfortantes sentimientos de libertad y rebeldía en ella, parece poco a la vista de cualquier persona, pero para Sofía era el comienzo de una versión diferente de sí misma , insurgente , audaz y misteriosa. A momentos estas ideas parecían absurdas para ella, ya que era tan discreta su "rebeldía" y la ingenuidad de sus actos, que no podían ser calificados como osados bajo un criterio normal, pero en consideración de su impecable comportamiento hasta ahora, estos significaban todo un avance, merecedor de todo alago y admiración.
Apenas llegó al establecimiento educativo se dio la tarea de buscar a Marco, aún no tenía muy claro lo que iba a hacer cuando lo encontrara, cuál de sus estudiadas técnicas ocuparía , pero lo que si tenía claro, es la fuerte convicción de que esta vez no se le escaparía. Así comenzó muy temprano en la mañana la ferviente casería.
Marco se resistía a la idea de despertar, su cuerpo estaba muy cansado debido a la noche anterior, tantas emociones habían colapsado su mente, además de sentir gran alivio y relajo al hallarse en perfecto estado de convicción y claridad. Abrió pesadamente sus ojos y se dispuso a comenzar el día, siguió su rutina como era habitual, pero la pereza que cargaba lo hizo salir de su casa bastante ajustado en el tiempo, claro que Marco no prestaba mucha atención a esta clase de detalles, ya que siempre había pensado que nadie percataba su presencia o la falta puntual de esta. Todo el camino lo dedicó a repetir su nuevo mantra,
- se valiente, se valiente, ¡se valiente!-, este ejercicio parecía inútil al momento de pensar en Sofía, quien apenas cruzaba por su mente, lo llenaba de inseguridad y nerviosismo.
Para Marco mirar el piso al caminar era un hábito muy frecuente, en inusual ocasión este levantaba la mirada y cuando lo hacía, era en completo contraste, dirigiendo su miraba al cielo, Marco con esta particularidad parecía no tener interés en lo que sucedía en medio. Suerte que esa mañana su cabeza decidió descubrir que se hallaba frente a ella, de no haber sido así, no habría podido jamás ver a Sofía correr acelerada he impuntual, lo cual fue una pequeña caricia a la vista. Al ver a Sofía, lo recorrió una serie de deseos maliciosos de acecharla sin ser sorprendido, pensó que estar cerca sin que ella lo recorriera con la ferocidad de su mirada, ni tener la excitante distracción de su aroma y provocadora feminidad, lo ayudaría a perder el miedo, ganar confianza y conocerla un poco más. Este juego era muy excitante y divertido, recorría los pasillos observándola con precaución, no quería estropear su nuevo pasatiempo por ningún motivo.
Sofía parecía buscar a alguien, Marco tenía la esperanza de que se tratara de él, pero mientras más lo consideraba y daba vueltas en la cabeza, más improbable le parecía. Marco descubrió que Sofía tenía largas y delgadas piernas, y que el movimiento de su falda al caminar era realmente adictivo, golpeó sin piedad su corazón ver la manera en que ella mordía su labio al buscar con la mirada y la forma en como entrelazada sus manos tras la espalda al dejar de caminar, inundó sus pupilas ver la manera tan dulce que ella tenía de tocar su rostro al enfrentar una duda, no podía dejar de observarla, cada gesto y movimiento era para él toda una obra maestra. Sofía así, a la distancia se veía tan frágil y dulce que casi parecía en ella un pecado esos ojos rojos. Al contrario de lo que esperaba Marco con esta travesura, se llenó aún más de inseguridades, ahora lo angustiaba siquiera la idea de pensar estar junto a ella. Marco sintió su voluntad caer al piso de la forma más patética al captar justo el momento exacto en que Sofía levantó su cabello, descubrió su cuello y estiró su torso, acción que hizo sobresalir sus senos de forma sutil y sensual, para luego suspirar al aliviar el calor que aquella tarde traía consigo . Marco sin ya fuerzas en su dominio corporal y con un desborde de hormonas azotándole el cuerpo, dejó caer su frente en la pared, pegándose rítmicos cabezazos en esta, como castigo por los lujuriosos pensamientos que torturaban su joven mente.
Sofía no podía creer la manera tan torpe en la que se estaba comportando, se suponía que debía ser Marco quien se retorciera de las ganas de verla, no entendía que hacía anhelándolo de esa manera tan poco respetable, había comenzado la mañana con una cacería salvaje y ahora no era más que una búsqueda desesperada, pero aun así no quería darse por vencida, no sabía cómo, había algo muy fuerte en su interior que la empujaba a seguir. Se le acababan las opciones, ya había recorrido todo el recinto, incluyendo el patio trasero sin resultados, la fatiga por el calor ya comenzaban a hacer que Sofía cambiará de estrategia y contemplará otras alternativas, una de estas atravesó violentamente su pensamiento, no había contemplado la posibilidad de que Marco no estuviera ahí ese día, estaba sumergida en lo posible de esta idea, a punto de golpear su frente con la palma de la mano, cuando escucha en dirección contraria a ella golpes bastante fuerte y frecuentes , esto la distrajo de lo que estaba pensando en ese momento y volteo para ver de dónde provenía ese ruido, al hacerlo descubrió a un Marco lánguido avergonzado y con la frente muy roja.
Le volvió el alma al cuerpo a Sofía, quien hasta ese momento estaba preparada para afrontar la derrota y asumir otra humillación, llena de ese vigor se acercó rápidamente a Marco quien la miraba muy asustado y sorprendido, se paró frente a él, lo miro con decisión y antes de que él pudiera hacer o decir algo, ella tomó su mano y lo halo camino a la enfermería.
Marco no podía entender lo que estaba sucediendo, todo había pasado tan rápido que ni su veloz mente había tenido tiempo ni oportunidad de procesar lo que estaba sucediendo, además todos sus sentidos estaban demasiado embobados con la maravillosa sensación de la mano de Sofía junto a la suya.
Sofía prácticamente empujó el cuerpo de Marco hacia la enfermería, la ansiedad que se había alimentado durante tanto tiempo de búsqueda sin resultado estaba provocando una pérdida significativa de delicadeza. Aquella blanca habitación estaba convenientemente vacía, la luz de la tarde entraba tímidamente por las ventanas, dándole un hermoso color sepia al ambiente, el calor del día se había concentrado en aquella pequeña habitación, volviéndola muy íntima y acogedora, Pocas personas visitaban ese lugar, ya que se encontraba muy al fondo del edificio principal, lo que lo hacía perfecto para ser cómplice y testigo de jóvenes deseos, ardientes tentaciones y pecaminosos planes...

\Siguiente capitulo\
Solos, valiente, ganas...

La InocenciaWhere stories live. Discover now