—Hola —entré a la casa con una sonrisa y me quité el chaleco, todas estaban sentada en el mueble con una cara de culo—. ¿Qué hice a parte de nacer?
Me quedé parada y ellas se levantaron.
—Antes de todo, antes que nada... ¿qué hacéis aquí? Es muy temprano —dijo Elisa.
—Le dije que llegara temprano —dijo mi mamá completamente seria—. A parte de patearme durante los últimos meses del embarazo y toda la mierda... no hiciste nada esta vez.
Ah okei.
—Bueno, está bien... ¿qué es tan importante para obligarme a llegar temprano? —crucé los brazos y me recosté de la pared— Por cierto, bendición —reí.
—Aja, Dios te bendiga... bueno, te tengo que decir que...
—Así no se dicen esas cosas... tiebes que marearla con algo más —dijo Iris y Elisa giró los ojos.
—Mareandola o no, igualito se va poner como mierda —dijo molesta—. Si no lo dicen, lo digo yo.
—Miren me tienen harta —giré los ojos.
—Nos vamos en unos días a Venezuela —dijo mamá entrelazando sus manos—. Decepciones que trae la vida...
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—¿Por qué? ¿Por qué ahora? —me quité de la pared y di unos pasos para estar más cerca a ella y metí mis manos en los bolsillo— No me puedes hacer esto, aquí la decepción la hace alguien más.
Me lo he estado tomando mejor de lo que pensé.
—Tienes que hacer una vida por tu cuenta, Valentina, hay que hacer muchas cosas para que te puedas quedar y a parte...
—A parte nada —dije sin sonar tan arrecha—. Dime la verdad.
—Ya has abusado tanto... —dijo manteniendo la calma—. La UNEFA te espera.
El coño de la madre.
Marica, lo único que me faltaba, la unefa.
—Si tanto me quieres, ¿por qué me vas a sacar de aquí para volverme a meter en ese hueco comunista?
—Valentina, tenemos que irnos. Caracas es donde perteneces, tienes que estudiar.
Parece chavista de clóset.
—Ajá, pertenezco en Caracas, cuyo lugar se han destacado a destruir. ¿Te estás escuchando? Las universidades van de paro en paro, como van las cosas me voy graduando no sé... en siete años.
