Capítulo 31

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" ...lastimosamente la fotografia llegó retardada y no pude enviar su proyecto al fotógrafo que la evaluaría. La foto está bien hecha, pero yo hubiera optado por algo más profesional. Sin embargo usted tenía una baja posibilidad de haber salido bien en esa evaluación por lo mediocre que resultó su fotografía, perdone las molestias y siga luchando por su sueño. Tienes un gran potencial, hasta luego "

Un coño de madre, ¿oyeron?

Era la cereza del pastel.

Felicidades Valentina, ten esta placa, juntalas con las otras que tienes sobre las cosas que haces mal, esta vez fue por intento de ser fotógrafa y ser mediocre.

Entré a mi cuarto y me lancé a la cama, no sé cuántas veces había maldecido a Maduro y a su maldito gobierno por arruinar cada bello chance que tenía. Maldita sea

Marico, eso era la mierda que me faltaba.

[...]



—Pues si mamá, le tomé una foto a la mandarina en un plato y quedó bella la foto, pero me dijeron que era muy mediocre y poco profesional. Así que devolveré la cámara mañana, no perdere mi tiempo en intentar hacer algo en lo que soy mala —dije obvia—. Y de paso, gastando plata para nada.

—Eso es lo que te gusta ¿cuál es la vaciladera?

—Pero no soy buena en hacerlo, no haré nada, mamá —me encerré en mi cuarto, era mejor para ella porque o sino le sacaría mi demonio interno.

Es que.... es arrecho.

Luego de un rato de andar dándole vueltas al cuarto me digne a hablarle a Harry. No tenía con quién distraerme y mucho menos con qué, y todo el mundo que conozco estaba ocupado o arrecho conmigo.

Valentina: ¿Estás desocupado? ¿Podemos hablar por Skype? Necesito hablarte.

Tardó muchísimo para que Harry me contestara, ya me había quedado media dormida.

Harry: Ahorita no puedo, Val, voy a irme de viaje. ¿Hablamos mañana?

Valentina: Sí. Suerte.

Pensé en dormir, pero no puedo dormir así de fácil. A penas eran las siete de la noche.

Iba a seguir con mis series, pero como siempre el internet es una mierda. Entonces agarré mis libros y me puse a releerlos.

[...]


Adiós cámara, adiós fotografía, adiós sueño. Nos veremos en otra oportunidad.

Eran las nueve de la mañana, se suponía que tenía que entregar la cámara a las ocho y media. Pero me quedé despierta hasta tarde releyendo el poco de cuentos.

—Valentina, no entregues la cámara. Demuestrale que tú sí puedes ser grande. No renuncies tan fácil, hija.

Aquí vamos de nuevo.

—Si devuelvo la cámara, ¿podrías comprarme una? ¿O pagarme el alquiler de una mejor que esta?

—Te ayudaré a pagar el alquiler. Sal de aquí antes que me arrepienta.

Que bella es mi mamá

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Que bella es mi mamá.

—Bendición —salí de la casa, y ella no me respondió. En el nombre de santo Cristo que no me roben.

[...]

Que bonitas palabras tan inocentes las mías, ¿no creen?

Me intentaron robar el collar dorado. Habían chamas que me preguntaron si era la que salía con Harry, todo era normal hasta que me comenzaron a seguir.

Me estaba cagando.

—¡Mamá! —entré a la casa tirando la puerta.

—Hija, ¿por qué estas así? Oye y Dios te bendiga, claro como ya tienes dieciocho y...—la interrumpí

—¿Ahora es que me vienes a dar la bendición? Me fue mal gracias a ti que salí sin ser bendecida por la mujer que me dio la vida, ¡vi los últimos segundos de mi vida pasar!

—Ay, Valentina deja las maricadas que no tengo tiempo para eso.

—¿No te importa que a tu hija la estaban siguiendo hasta su casa? Pues deberías —entré al cuarto y me senté en la cama toda arrecha.

Intenté llamar a Harry para contarle todo lo que me pasó hoy, nunca contestó.

Ese carajo tiene el hobby de no contestarme. Quizás ya no estaba en Londres, quizas ya estaba en donde sea que tenía que ir.

Llamé a Elisa, pero tampoco me respondió. Quedé arrecha y sola.

Intenté llamar al profesor de fotografía para decirle que su plan para elevarme la autoestima no funcionó.

Se me acabó el saldo, maldita sea.

El viejo se salvó de mi larga charla.

Apagué la luz. Dormiría y pensaría en las vainas que me pasan a mi y en mi único encuentro con Chino y Nacho y el último con Harry.



[...]



—Valentina, levántate, te buscan. —me quejé, ella me quitó la sábana y me dio un almohadaso.

—Esta es la hora en donde yo duermo, ¿quién es? —mi mamá ya había salido del cuarto— ¡Si es alguien del liceo diles que ando cagando plata en Los Ángeles!

Y me creyeron.

Me puse mis pantuflas que había comprado estando en Londres, me acomodé mi mono de dormir, me arreglé el pelo salí caminando aun mareada por lo rápido que me levanté.

Salí del cuarto y... me pegué la cabeza con la pared al ver semejante anatómia al frente de mis ojos.

He allí otra vez el universo contradiciendo mis palabras.


Harry en mi casa. Harry en Venezuela. Harry agarrando el metro de Chacaito.

—Marico... —arrastré las palabras y mi mamá me vio horrible—. Perdón, eh... ¿cómo? —reí.

Primero, abrázame —rió y rápidamente me abrazó.




Prima venezolana »h.sKde žijí příběhy. Začni objevovat