Capítulo 11

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Esperamos unos minutos para que Harry llegara, yo ya estaba empezando a alucinar escuchando al pajarito de Chávez.

¡Traje los cafés! —dijo Harry interrumpiendo mi charla conmigo misma.

Él se acercó y me lo dio en la mano. Ay esto es demasiado bueno para ser real.

Muchas gracias —sonreí y luego quise beber pero estaba caliente que jode—. Mierda.

Sí, está caliente —dijo Harry y rió.

Como tú, papi.

Terminamos de tomarnos el café y cuando seguimos caminando me di cuenta que en la esquina había un pequeño grupo de chicas rodeando a alguien. Trataba de ver lo qué era y como la curiosidad mató al gato, me acerqué.

Mis ojos no creían lo que estaban viendo.

—¡CHINO Y NACHO! —exclamé, casi gritando. Los chicos me quedaron viendo raro al igual que la gente que pasaba.

Ahora, ¿qué hago? Esto es demasiado bueno, mierda, ya va.

¿Y ellos quienes s..? lo interrumpí.

Por favor, esperen aquí, no se vayan.

Fui corriendo hasta donde estaba el círculo de gente. Los chamitos esos eran súper bellos, chama, yo no podía iba a gritar.

Y eso fue lo que hice. Me di cuenta que ya ni sentía frío.

Me metí entre un hueco y fui haciendo espacio hasta quedar cerca de ellos.

Y allí estaban, los dos venezolanos más querido por la patria. Los amo, los amo, los amo, haganme mil hijos.

Ya va. Chino y Nacho en Londres, eso es nuevo.

Ellos me quedaron viendo pero fue Nacho quién sonrió.

—Hola, vale —ellos sonrieron—. He esperado este momento desde que salí del útero de mi madre. ¿Se podrían tomar una foto conmigo? —ellos aceptaron y les di mi teléfono.

Seguro salí horrible, diría que sería la envidia de mis amigos, pero no tengo.

Me fui de allí y me acerqué al banco donde se suponía que estaban los chicos. No había nadie.

Eh, pero esperen, me ha pasado eso antes.

¿Cómo es que puedo confiar en ellos?

Empecé a caminar derecho, por la sombrita y en el nombre de Dios y la chinita iba a encontrarlos.

Estaba caminando como una niña pequeña con miedo. La gente me veía con cara de susto, yo sabía que era horrible pero no es pa tanto.

Seguí caminando y crucé por una calle donde habían demasiado tiendas, una de ellas tenía en su vitrina con cosas de los chicos, ay chamo, a la gente le encanta recordarme que no tengo plata.

Seguí caminando y todo normal hasta que metí el pié en un hueco en el que se suponía que tenía que haber una estúpida tapa. En Venezuela está peor y me viene a pasar en Londres, eres grande, Valentina.

Luego me caí, ah bueno.

Me paré y de vaina podía caminar, adiviné que me había doblado el tobillo y de paso que mi zapato se ensució todo, me mato.

¿Qué hacer en estos casos de crisis?

Me armé de valor y di un paso. Me dolía arrechisimo.

¿Arrastrarlo? Buena idea.

Prima venezolana »h.sKde žijí příběhy. Začni objevovat