Narra Oriana:
Ya ha pasado un día desde que Julian y yo nos hemos besado. La promesa de que hablaríamos luego, nunca sucedió. Julian después del beso se fue sin decir nada y desde entonces no ha vuelto a casa.
-Nicolas, vamos- grité desde el auto. Tenía que dejarlo en la escuela ya que Julian había desaparecido.
Nicolas salió de la casa corriendo y se adentró en el auto. Esbocé una sonrisa inmediata, mi hermano era tan bueno, siempre obediente.
-¿Listo?- pregunté mirándolo fijamente. Él solo asintió y fijó su mirada para contemplar el paisaje.
-Nico- lo llamé. Volvió su mirada hacia mi. Estaba triste, podía notarlo.-Dime que es lo que pasa- sus cejas se juntaron en forma de v.
-¿Con qué? No me pasa nada- preguntó todavía mirándome. Suspiré pesadamente. Odiaba que me mintieran.-
-¿Haz hablado con nuestros padres?- preguntó indeciso y al instante bajó la mirada arrepentido de haber preguntado tal cosa.
-¡Oh , No te han llamado!- dije angustiada ¿Como podía haber pasado tal cosa? Mis padres a pesar de que nos dejan solos durante mucho tiempo, no son malos padres y siempre viven comunicándose con nosotros, o conmigo.
-No- admitió volviendo su mirada hacia afuera -Hace tres días que no hablo con ellos-
Okey, eso, eso era mucho tiempo y más tratándose de un niño como Nicolas, super dependientes de sus padres.
-¿Por qué no me lo has dicho?- grité furiosa
-Te lo he dicho- se defendió empujándose hacia atrás chocándose contra el asiento
-Me lo has dicho porque te he preguntado- bufé -Nicolas te dije una y mil veces que tienes que contarme este tipo de cosas- lo regañé.Solo me miro y negó con la cabeza, estaba enojada.
-Lo siento- se disculpó después de unos segundos. Su rostro parecía más relajado. Una de sus manos se posó en mis hombros.
-Discúlpame tu- lo miré fingiendo una sonrisa -ya hablaremos en casa- deposité un beso en su mejilla para que Nicolas pudiera bajar.
-Adiós- saludó mi hermano y justo cuando iba a arrancar el carro, él me detuvo -Oriana ¿puedes llamar a Julian? Me tiene preocupado- yo sólo asentí y me despedí de él.
Debía llamar a Julian aunque no quisiera. No solo para aclarar lo ocurrido entre nosotros, también para saber que es lo que le ha pasado, saber el porqué no ha de venir a trabajar.
Bajé del carro algo despistada. Ni siquiera presté atención a las personas que se encontraban en el estacionamiento, que más que seguro han de ser los mismos de siempre, los populares.
El día ha pasado muy rápido. Estuve todo el día despistada. Jenny me había preguntado una y mil veces que era lo que me pasaba. Si, díganme mala amiga por no contarle lo de Julian, pero es que ni siquiera yo sabía que había pasado. Sinceramente este asunto con el niñero de mi hermano me traía mal. Miles de preguntas rondaban en mi cabeza ¿Por qué habría de irse? Ni siquiera se había despedido y yo no creo que sea tan cobarde e idiota para irse por el beso que nos hemos dado. Y no es que piense que ese beso no ha significado nada para mi. No, ha significado muchísimo, pero ¿para él habría significado algo? ¿O tan solo fue un miserable beso? No, no quiero pensar eso. Si fuera así me devastaría por completo. Seguramente le ha surgido algo importante que hacer, prefiero pensar eso.
-Oriana- gritaron sacándome de mis pensamientos. Miré para todos lados tratando de localizar a la persona que ha estado llamándome. Allí parada con los brazos cruzados estaba la entrenadora de voley con su enorme y grata sonrisa (nótese el sarcasmo).
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Mi niñero preferido
Teen FictionEstaban enamorados. Se notaba por la forma en que se miraron entre si... como si tuvieran el secreto más maravilloso del mundo entre ellos...