Capítulo 13. ¿Debo confiar? - Parte 1 -

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Zachariah

¿Alguna vez sintieron que les dolía todo el cuerpo por la necesidad de algo? ¿Por la necesidad de que todo esté bien? ¿Por la necesidad de alguien? Bueno, si no lo sintieron, les explico cómo más o menos es, o más bien, como lo siento yo. Es un dolor que comienza en el pecho, en el corazón. La angustia más desagradable te atormenta y el dolor se extiende por todo el cuerpo. Los brazos te pesan, el cuerpo te pesa, la vida te pesa. Sólo puedes pensar en eso que quieres que esté bien, que quieres tener a tu lado, eso que... te falta.

Así me sentía, desde hace dos semanas. Desde el momento en que atravesé la puerta de mi casa y vi al amor de mi vida traicionándome delante de mis ojos. Luego todo empeoró y me arrancaron mi corazón. Hacía exactamente tres días que Sabrina no estaba en casa. No dormía. No comía. Sabía que estaba bien, tenía que estar bien. Pero no verla, no saber si come, no saber si está bien abrigada, no saber si le están prestando la atención necesaria... Me estaba matando por dentro.

Tenía que mantener mi cabeza enfocada y comportarme como un adulto. Tenía que trabajar con mis abogados y lograr que me dieran la tenencia a mí y no a esa mal parida. ¿Cómo se atreve? ¿Volver después de todo? ¡Si no la quería! ¿Qué quiere de mi bebé? Mi hermanita... Dios.

Mi madre intentaba aparentar que estaba bien con toda la positividad del mundo. Hablando todos los días con su amiga, diciéndome que podemos ganar esto, que la tenencia la tendremos nosotros. ¿Pero quién dice? Podría ser todo lo contrario. Sé que no se perdona haberla entregado. Mil y una vez le dije que no era su culpa. ¡Si había venido con la policía! ¿Qué podría haber hecho?

Tenía a tres abogados trabajando en el asunto y el próximo lunes sería la primera audiencia. Estaba asustado. Sé muy bien que la justicia siempre tira del lado de la madre y que necesitaba motivos justificados para que tiren de mi lado. ¿Pero que tenía? NADA. Ni siquiera la carta con la que Sabri había venido. Del enojo que tenía entonces la tiré... Nunca pensé que la necesitaría.

Últimamente pasaba todo el día en la empresa, firmando y leyendo sin leer documentos para intentar despejarme, pero mi vista iba una y otra vez a la pantalla de mi celular, a esa hermosa foto que tenía de fondo de pantalla. En dónde Lia sostenía a Sabri en sus brazos y la besaba en el cachete. Mi corazón se apretaba cada vez que la veía, se me cortaba la respiración. Mis dos personas favoritas de mi vida, ya no estaban en ella.

Alguien tocó la puerta de mi oficina y dejé de mirar mi celular. Me aclaré la garganta intentando apartar el nudo que se instaló allí.

—Pase — ofrecí levantando apenas la voz. Volvieron a tocar. —¡Entre!

La puerta se abrió y al instante en que vi a la persona que entró a mi oficina y nuestros ojos se encontraron, la respiración volvió a cortarse y mi corazón saltó desbocado. Lia.

La miré fijamente, haciéndole preguntas mentales, ¿Cómo estás? ¿Por qué me traicionaste? ¡Te amo! ¡Te necesito! Dime que todo esto fue mentira, por favor... Hasta que recuperé mi compostura y volví a aclarar mi garganta.

—¿Qué quieres? — Fui brusco y me arrepentí. Pero debía serlo, ella... Ella me había traicionado. No podía perdonarla.

Lia se vio incómoda y dio un paso más adentro de la oficina. Entonces extendió algo hacia mí, era un sobre. Al ver que no lo tomaba, lo dejó arriba de mi escritorio.

—¿Qué es esto?

—Pruebas — murmuró bajando la mirada. — Pruebas contra Marsha. Vende drogas. Es un video de una cámara de seguridad. Yo... — negó con la cabeza y me miró. —Cecilia y yo las conseguimos.

Miré el sobre de papel encima del escritorio y la miré a ella levantando una ceja. —¿Qué te hace pensar que aceptaré esto? ¿De ella? ¿De ti? ¿Luego de haberme traicionado? — Me levanté de mi silla y di unos pasos hacia ella. Ahora la tenía delante de mí. El olor típico del shampoo en su cabello me llegó y tuve que resistir el impulso de inclinarme y oler más. —¿Y si no es más que una falsa prueba? ¿Y me hunden a mí?

Su rostro se transformó de la tristeza a la ira y gruñó: —¡Jamás haría eso! ¡Cómo tampoco te traicioné! Zachariah por el amor de Dios... Déjame explicarme. Tienes que confiar en mí.

—¡Confiaba en ti! — Rugí y me acerqué a ella aún más. Quedó atrapada entre la pared y mi cuerpo. Puse una mano al lado de su cabeza. —Confiaba en ti y tú me traicionaste.

—No... — su boca estaba a escasos centímetros de la mía. Sus ojos no dejaban los míos. Quería besarla. A pesar de todo, yo la amaba y necesitaba de sus besos para vivir. Todo esto estaba matándome por dentro. Necesito de su amor, necesito...

—Deja de negarlo, Lia. No sirve de nada, el error ya está hecho. No entiendo como fuiste capaz... —Me interrumpí y tragué saliva. —Sentir esto que siento, que la persona que más amas te traicione y te clave el puñal por la espalda... Es el infierno en vida. Sabrina ya no está conmigo por tu culpa y nunca te lo perdonaré. No puedo.

Su rostro se retorció en una mueca y pude ver a sus ojos llenándose de lágrimas antes de que pusiera sus manos en mi pecho y empujara con fuerza alejándome de ella.

—¡Yo no tuve nada que ver con eso! ¡Cecilia tampoco! Ódiame, haz lo que quieras. Pero por favor, usa ese maldito video. Úsalo y la tendrás devuelta contigo — gritó llorando y se secó las lágrimas con ambas manos en un gesto de frustración. —Creí que confiarías en mí... Pero no lo haces. Es como si nunca lo hubieras hecho... Si alguna vez confiaste en mí, sólo una vez al menos, usa el video.

Y luego de eso se marchó. El sonido de la puerta cerrándose hizo eco en mi cabeza. Pasó una eternidad hasta que me moví y volví a sentarme en mi escritorio. Tomé el sobre y lo miré, por tantos minutos que parecieron horas. Mi teléfono sonó, era mi abogado. Al otro día tendríamos reunión y me llamaba para confirmar. Le di el okey y me debatí entre contarle o no sobre el video.

En mis pensamientos tenía mil y una dudas. No sabía qué hacer. Mi orgullo estaba herido. Mi corazón estaba lastimado. ¿Debería confiar en la única persona que amé? ¿Aún luego de una traición? ¿Y si realmente no te traicionó?, dijo mi subconsciente. ¿Pero cómo explicaría todo lo que pasó? No, yo estaba en lo correcto.

¿Y entonces por qué algo me decía que me equivocaba?

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¡Hola! ¡Acá estoy otra vez! Sé que no es un capítulo completo como verán, pero me pidieron tanto que la continuara (todos los comentarios en el capitulo anterior) que decidí subir lo que tenía escrito. Espero subir la segunda parte no mucho después del fin de semana. Este capítulo lo escribí bien metida en la historia. ¡Espero que les guste! 

No olviden comentar, los quiere, Vani

PD: Gracias por todo el apoyo. No saben lo que significa para mí.

Dime que aún me amas.Where stories live. Discover now