Capítulo 14. La audiencia

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Zachariah

Mi pierna no paraba de subir y bajar. Este tic nervioso me estaba volviendo loco incluso a mí. Miré hacia mi derecha, mamá parecía muy tranquila. Volví a mirar al frente, el juez aún no había aparecido. Volví a mirar hacia mi izquierda, hacia el otro lado del pasillo, hacia los otros asientos, pero Marsha aún no había aparecido. Tenía la esperanza de que trajera a Sabri con ella. Necesitaba verla. 

Al oír el ruido de una puerta abriéndose me puse tenso y me di vuelta inmediatamente. Pero sólo eran mis tíos y Nare. Suspiré cuando se sentaron detrás mío. 

 — Vinimos a apoyar —Dijo mi tía con cariño y apretó su mano en mi hombro. 

Asentí y miré a Nare. La interrogué con mis ojos si sabía algo de Lia, pero negó con la cabeza. Nare también estaba enojada con ella. Pero por lo que supe, Lia no había estado yendo a clases. Temí que le pasara algo. Mi enojo no apagaba mi amor y mi preocupación. No podía olvidarme de ella.

Las puertas se volvieron a abrir y entraron mi abogado y el juez. Ya era la hora de la audiencia y mi humor se estaba volviendo negro. Si Marsha no se presentaba, tendríamos que reprogramar, lo que atrasaba todo y... Mis pensamientos se detuvieron abruptamente cuando las puertas se volvieron a abrir y ella entró con su abogado. 

Estaba cambiada. Más... demacrada. ¿Qué le había pasado? Sentí una especie de decepción al verla. ¿Qué había esperado ver? ¿A la bruja de Blancanieves? ¿Hermosa y malvada? ¿Y no a esta mujer demacrada con exceso de maquillaje para tapar sus ojeras y cara de rebelde?  No sé que esperé. Pero simplemente no esto. El enojo corría por mis venas. Sabrina no estaba con ella. Quería sacudirla y exigirle saber dónde estaba. Con quién la había dejado. Si comía bien. No la veía hace muchos días, semanas y no podía esperar más para tener sus gorditos brazos en mis manos.  

El juez comenzó a hablar.

  — Silencio en la sala —  exigió. 

Mientras el silencio reinaba, yo no podía dejar de mirar a Marsha con odio, con repulsión. Había llegado a mi vida para arruinarmela. Hacer sufrir a mamá, romper nuestra familia... Papá era un desgraciado pero mamá nunca había sufrido tanto hasta ella. Por culpa de ella Lia ahora no estaba a mi lado tampoco. ¿Qué otra cosa había destruído?

— Por favor, que el abogado acusador plantee sus acusaciones del por qué la niña no debe estar en custodia de Marsha Igarzábal y el por qué debería quedarse con la señora Elizabeth Saenz viuda de Pierson.

Al escuchar esas palabras salí de mis pensamientos y miré al juez. No había oído nada de lo que había dicho el juez hasta ese momento.  Ahora era la parte más importante de todo. La parte crucial. Marsha quedaría al descubierto. Sea lo que sea que había en ese sobre sirvió porque Nuñez se ve muy confiado a la hora de hablar. Así que suspiré y esperé mientras él planteaba su acusación.

  — La señora,   —  se aclaró la garganta con un leve carraspeo— señorita Igarzábal no tiene condiciones aptas para criar a una criatura. Se tiene entendido que vive sola en una casa de alquiler a las afueras de la ciudad, en un pueblo bastante feo para una madre soltera. Sus condiciones de trabajo no son suficientes para mantener a un bebé. Pasa su noche en pubs y además, sabemos por pruebas anónimas que la señorita Igarzábal es adicta y vende drogas. 

Eso fue el bom en la sala. Mis ojos se salieron de su órbita y mi cuello fue como el exorcista para mirar a Marsha. Entonces lo vi: estaba demacrada y no por el cansancio, si no por las drogas. Podía ver ahora sus ojos rojos y su leve temblor. La delgadez. ¿Qué... qué clase de persona había estado cuidando de mi niña? 

Dime que aún me amas.Where stories live. Discover now