Capítulo 23. Retribución

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Zachariah

—¿Sí? — pregunté incrédulo. Sentía que estaba en un sueño, que si me movía un centímetro todo se esfumaría y que la respuesta afirmativa de Lia sería una mentira. 

Una lágrima rodó por su mejilla mientras asentía. —Sí, aún te amo. 

No pude evitar que lo pasó a continuación.

Sin darle oportunidad de oponerse, tomé su bello rostro entre mis manos y presioné mis labios sobre los suyos. Suspiré en el beso. Se sentía como volver a casa. Había extrañado esto tan malditamente tanto. Mi pecho dolía mientras movía mis labios en los suyos, tratando de demostrarle con ellos cuanto la amaba. Tratando de demostrar aquello que mis palabras decían. Me devolvió el beso y gruñí mordiendo su labio inferior con orgullo. Una mano tiró de mi cabello. Nos separamos repentinamente.

Le sonreí a Sabri. Me miró con pura inocencia de bebé.

—Intrometida— murmuré.

Miré a Lia. Estaba sonrojada y miró a la bebé que tenía en sus brazos. Le sonrió y la beso. Luego de eso me la entregó. 

—Todo esto es hermoso... pero es demasiado rápido Zacha — dijo encogiéndose un poco sabiendo que esas palabras probablemente me dolieran. —Sabes que tenemos que hablar y con ella aquí no es muy serio que digamos... Yo... Que te diga que te amo no cambia lo que pasó y lo destrozada que me sentí. Esto no es fácil para mí.

Sus palabras fueron como un puño a mi corazón. Pero la entendía por lo que asentí. —Lo sé.

—Me iré a casa — dijo tomando su mochila del asiento. 

Estiré el brazo y la tomé de por la muñeca antes de que se alejara más. 

—Pero hablaremos, ¿verdad? 

Miró mi mano en su muñeca y luego subió la mirada hasta mis ojos. Le rogué con ellos. La vi tragar saliva y asentir. 

—Sabes dónde encontrarme — encogió los hombros por última vez antes de suspirar y voltearse.

Y yo dejé que se fuera.

*
*
*

Apenas puse la llave en la puerta de la entrada de casa mamá irrumpió a mi encuentro y tomó a Sabri de mis brazos. 

—¿Y? — preguntó. Miró a mi alrededor y su rostro pasó de intriga a tristeza en un segundo. Su suspiro sonó con derrota. —Asumo que las cosas no salieron demasiado bien. 

—No es eso —expliqué pasando mis manos por mi pelo. Ya estaba largo. Estos últimos meses lo descuidé bastante y creció. —Me escuchó y hablamos. Y la besé... —sonreí ante el recuerdo. —Pero lo que le hice marcó fuerte en ella y sólo... se marchó. Quedamos en hablar pero no dijimos cuando. ¿Cuánto debería esperar? ¿Un par de días? ¿Una semana? — terminé mi oración sentándome en un sofá de la sala. 

Mamá se acercó con el biberón, se lo entregó a Sabri y se sentó a mi lado. —Sabes, la entiendo. Pareciera que yo puedo no saber mucho del amor después de lo que viví con tu padre. Pero en realidad, su desconsuelo, es entendible. A mí, tu padre me traicionó de la "supuesta" peor manera que puedes traicionar a tu pareja. Y eso me afectó y me cambió. Quizás no la traicionaste así, pero la heriste en lo más profundo al no confiar en ella. Y quizás para ella, eso fue la peor traición. Es difícil perdonar cuando te hieren así. Tenle paciencia. 

Puso su mano en mi brazo y lo apretó. 

—Debes darle su tiempo, pero... ¿a la vez no crees que ya le diste demasiado? ¿Qué ya esperaste demasiado? Yo creo que su amor esperó demasiado...— la miré con el ceño fruncido sin entender a dónde se dirigía. —Vamos Zacha, ve. Ya trajiste a la niña, ahora ve por el amor de tu vida. 

Dime que aún me amas.Where stories live. Discover now