Capítulo 11

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—¿Qué es Azkaban? —

Después de que Hesper les lanzara el contra hechizo, ambos chicos se llevaron las manos a la boca instintivamente. Al ver que ya no tenían aquellos horrorosos dientes, sonrieron entre sí.

—De nada. —Interrumpió Hesper moviendo la varita en la mano como si fuera una ruleta de molino.— ¿Sabéis qué? Con haberme pedido perdón os los hubiera devuelto a la normalidad sin la necesidad de haber armado todo el drama del Gran Comedor.

—Eso no te lo crees ni tú. —Le contestó Sirius de forma cortante.

—¡Qué grosero! Aún encima que os ayudo. —Dijo la pequeña llevándose la mano al pecho y entrecerrando los ojos.— Creo que me caíais mejor con el otro aspecto...

—¡No! ¡Espera! ¡Gracias, gracias! ¿Contenta? —Se alarmó James al verla alzar de nuevo la varita.— Esta hermosa cara no puede sufrir más daños...

—Bésame los pies. —Se burló.

—¡Ni en tus sueños, Kennedy! —Saltó Sirius horrorizado y la pequeña rió.

—Era broma. Eso me gusta más, aprende de James, Black. —Le dijo la pequeña señalando al azabache.— Y ahora, espero que cumpláis con lo prometido y por mí parte y la de Gus, no nos acercaremos a vosotros para lo que nos quede de años aquí, ¿trato?

Hesper extendió su pequeña mano hacia delante esperando algún gesto por parte de aquellos dos, hasta que Sirius, con una mirada moribunda le estrechó la mano apretando más de lo debido y causando así una sonrisa por parte de la chica, cosa que no hizo más que enojarlo más. Después le siguió James con una mirada igual que la de su amigo, salvo que este no le apretó la mano más de lo debido.

—Bueno, ya hemos firmado el acuerdo. Recordad: No nos molestéis y todos estaremos en paz y armonía. —Se giró hacia el ojimiel y le sonrió con sinceridad.— Adiós, Remus. Adiós chico que no sé cómo te llamas.

Después de despedirse salió del aula con la cabeza en alto después de haber ganado la primera jugada de una larga partida, pues ella y Gus sabían perfectamente que esos dos no iban a cumplir con su palabra.

—¿Has visto como nos ha tratado? —Se indignó Sirius.

—Ha utilizado la mente, Sirius. —Razonó Remus sentándose en una silla.

—¡No llevamos ni dos días y ya nos ha humillado una maldita cría que no mide ni medio metro! —Gritó el ojigris con el orgullo dañado. Lo habían pisoteado un elfo y Papá Noél.

—¡No podemos hacer nada, venía preparada! —Dijo James volviendo a tocarse los dientes por si acaso.

—¡No me lo puedo creer! Esto tiene que quedar olvidado de alguna forma... —Murmuró caminando en círculos.

—Si no les molestamos ellos no nos molestarán. Ya viste como pasaron de nosotros ayer en la entrada del Gran Comedor, no se pasan el tiempo fijándose en todo quién pasa enfrente de sus narices. —Pensó James mirando al suelo.

—Lo sé. —Cedió Sirius en un gruñido—. Pero no lo soporto.

—Cumplirán con su palabra, creedme. —Ayudó Remus.

El aula se mantuvo en silencio mientras cada cual pensaba a su modo que era lo que había pasado con esa chica de pelo igual de oscuro que la boca del lobo. Sirius estaba por subirse por las paredes, habían destrozado su orgullo de una forma jamás vista para él. James pensaba en que esa canija y el gordo de su amigo no eran los mejores enemigos que podían tener en una escuela de magia. Remus meditaba acerca del ingenio que usaron esos dos niños, uno, para meter un San Bernardo en el colegio y dos, por haberse vengado de esa forma de sus dos amigos, que no eran precisamente los que afrontaban las derrotas. Y Peter, Peter pensaba en que era mejor ir a comer porque le rugían las tripas como un dinosaurio.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Where stories live. Discover now