Capítulo 100

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—Honores De Bienvenida—

Los veranos solían ser siempre motivo para hacer de todo menos la tarea que los profesores mandaban, pero esa tarde, la primera del bendito verano, Amanda sentó tanto a Hesper como a Gus en el salón y los obligó a hacer todos sus deberes bajo su supervisión. No les hizo ninguna gracia tener que estar copiando pociones y redactando el Tratado de las Brujas mientras el resto de la familia celebraba la graduación de Rick, que ya había acabado Hogwarts.

—De verdad que esto no es normal, mamá —dijo Hesper con el ceño fruncido del mosqueo. Llevaba casi tres horas sentada sin mover un solo músculo.

—Calla y trabaja.

Por suerte, cuando Julio arribó, la cosa se fue tranquilizando, hasta volver a la normalidad. El cumpleaños de Gus fue una tarde estupenda en las afueras de York, donde les habían acompañado Lily y Amber. No hubo mucha diferencia de otros años, salvo que les tocó disimular muy bien que eran magos.

Esa noche, mientras estaban en la Guarida Aérea, Hesper tomó la decisión de revelarle a Gus que era superdotada, pero se quedó muda del asombro al enterarse que tanto Gus como Lily y Los Merodeadores habían husmeado en su historial personal, aunque no se enfadó ni mucho menos, pues la sorpresa no fue por eso sino porque ella pensaba que todo el mundo sabía de su condición intelectual, y había resultado ser todo lo contrario.

La estupefacción no faltó.

El resto del mes fue todo lluvias y nubarrones que arruinaron parte de la diversión como ir a la playa o recorrer el barrio en bici. Sin embargo, Hesper y Gus siguieron haciendo de las suyas, como hechizar las cañerías de la ducha para que expulsaran lodo en vez de agua cuando Marisa o Jota Jota se bañaran.

Gus no hizo más que restregarle por la cara su mayoría de edad y su ahora capacidad de realizar magia fuera de Hogwarts. Eso sí, esa magia solo les sirvió salvo para volverse más vagos y perezosos de lo que ya eran. Si hasta enloquecieron a Amanda y a Flacky embrujando las escobas y todos los utensilios de limpieza cuando Stephen no estaba en casa, para así vengarse por esas cuatro horas intensivas de trabajo excesivo.

¡Ni siquiera Lily los había hecho todavía!

El punto era que hasta el día 3 de Agosto, cumpleaños de Hesper, la cosa no se tornó de nuevo rara. Su madre estaba más encima que de costumbre, peor que la profesora McGonagall, que por increíble que sonara, Hesper la vio entrando en su casa, hacia el despacho de su padre. Luego, su abuela la pilló espiando y terminaron tomando el té con pastas juntas en el jardín, mientras Jody hablaba de su futuro vida de encantos con su maravilloso Gordon, que no había hecho más que crecer y crecer y crecer.

En su decimoséptimo cumpleaños, sucedió algo que en ningún año anterior había pasado. Esa mañana había sido tranquila igual que cualquiera, se encontró con los regalos al pie de su cama nada más despertar, Midas seguía dormido bajo la cama y fuera llovía el mismo torrencial de Agosto.

Pero, mientras abría los regalos que le habían enviado ese año, se encontró con una etiqueta nueva que nunca había visto antes, firmada con las siglas de S.B. No le hizo falta pensar demasiado para saber de quién se trataba, y aunque iba a negarlo públicamente, se alegró al ver que Sirius se sabía su fecha de nacimiento. No era algo importante en su opinión, pero de todas formas la alegró.

Abrió la caja que le había enviado el chico con cuidado, igual que siempre hacía con todo regalo. Dentro había un libro de bolsillo con un título y un autor que no había leído antes, por lo que supuso que sería del Mundo Mágico, y acertó. No tenía título aparente, pues la segunda vez que lo leyó, Hesper se encontró con uno totalmente diferente, entendiendo que ese libro era a la vez muchos más.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora