Capítulo 96

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—Fin Del Trayecto—

Hesper subía uno a uno los escalones que llevaban al despacho del director de Hogwarts, lenta y tranquilamente, sabiendo de antemano porque la habían convocado. La cosa iba más allá de sus miedos más internos, y la aterraba al grado de no recordar ni porqué.

La iban a interrogar de nuevo, para saber donde estaba ella en el momento en que surgió el ataque, del que nadie sabía su propósito, puesto que Denaux había salido más que limpio de los destrozos causados la tarde anterior. Hesper le contó eso a su abuelo en el momento en que​ vio a ese bastardo a segunda hora dando clase más feliz que un niño en Navidad. Juraría que llegó a sentir la furia de su abuelo a través del pergamino hechizado y supo entonces que si Denaux aparecía por casualidad en el radar de su abuelo, no saldría con vida de ahí.

Y Hesper estaba en lo cierto, porque Julius, después de haber visto como casi le arrebataban por las malas a su pequeño saltamontes, se había resentido más aún con su odio hacia los mortífagos, pero generalmente hacia Lord Voldemort, que era quien dirigía todo por los altos mandos.

Julius esperaría paciente, como una pantera escondida, pero en el momento exacto en que Denaux pisara su terreno no trazado, lo despedazaría, tanto a él como a todos los que hubieran conseguido escapar del ataque a la escuela, ya que el único cadáver que encontraron era el del mortífago que lanzó la Avada Kedavra contra Hesper. Una prueba mortal.

Ella, había leído eso en El Profeta de aquella mañana, donde el enorme titular anunciaba el misterioso cadáver del mortífago en el límite de los terrenos de Hogwarts, donde ningún pueblerino ni profesor a cargo en ese momento estuvo.

Hesper le había contado lo sucedido a Rick, y se arrepintió al instante, porque al chico pareció darle un bajón de azúcar de los graves. Estuvo el desayuno entero gritándole a base de susurros como se le había ocurrido haber salido sin avisarlo antes. Eso se había convertido en ley entre ellos y Jody, cada vez que alguno iba a salir a escondidillas a ver a su abuelo, avisaba a los otros dos para que estuvieran al tanto.

Hesper no avisó esa vez, y Rick parecía estar al borde de la locura en cuanto Hesper le fue contando los hechos, y más aún cuando le confirmó que la figura que él vio desde la ventana de su habitación derribando mortífagos como si fueran piezas de dominó era su abuelo.

Rick le dijo, más tranquilo que en un principio, que los profesores no dejaban de cuchichear acerca del extraño mortífago que se volvió en contra de los de su propio bando, eliminándolos con una facilidad extrema. Pero eso solo fue la base de la pirámide del miedo que se estaba construyendo en su interior, porque el verdadero temor apareció cuando Rick le informó con los pelos de punta que quién provocó el estallido no había sido Julius, sino Dumbledore.

De ahí a que en ese momento estuviera subiendo las escaleras como un fantasma condenado a vagar toda la eternidad con sus pesadas cadenas, estaba azorada a más no poder. Le consumía saber que Dumbledore pudiera haber reconocido a su abuelo.

Finalmente, ya frente a la puerta, Hesper llamó dos veces, y al oír el permiso de entrada, abrió la puerta y pasó dentro igual de sigilosa que un alma huidiza, pese a que sabía que Dumbledore la estaba mirando directamente. Por una vez, Hesper no vio a la profesora McGonagall parada al lado del director con su ceño extremadamente fruncido.

—Buenos días, Hesper —saludó Dumbledore colocándose mejor las gafas de media luna sobre la torcida nariz.

—Buenos días, profesor Dumbledore —dijo Hesper caminando hasta posicionarse frente al asiento. Albus extendió la mano hacia el frente, dándole permiso para sentarse.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Where stories live. Discover now