Sorpresas

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Capítulo 13: Sorpresas.

Hermione tomó otro sorbo de café. Había estado estudiando día y noche durante semanas. La parte más racional de ella sabía que la mejor manera de hacer los exámenes era descansada, pero otra parte de su mente sabía que necesitaba todo el tiempo que fuera posible para retener la información en su cabeza.
Las pociones nivel EXTASIS no sólo tenían que salirle bien, tenían que salirle perfectamente.

Se frotó las sienes, cansada... ¿Dónde estaban sus notas sobre antídotos?

Llevaba un rato sumida en la profunda lectura de sus notas cuando alguien llamó a la puerta. Miró el reloj de pared. ¿A esta hora?

Se puso de pie y se dirigió a la puerta, abriéndola sin necesidad de mirar por la mirilla. Ya sabía quién llamaba.
Después de todo, ¿quién más iba a visitarla? Pero era bastante tarde, y con todo lo que había estado estudiando no lo había visto en unos cuantos días.

—Malfoy —dijo—. Pensé que estarías trabajando.

—Acabo de llegar —respondió él.

—Tenía entendido que salías más tarde...

Él atravesó el marco de la puerta, rodeando a Hermione y haciendo todo lo posible por no parecer demasiado agotado.

—Los jueves no hay demasiado trabajo —dijo evasivamente—. Además, si yo no apareciera por la puerta te quedarías despierta toda la noche, intentando meterte la información a la fuerza en la cabeza —él la miró sólo un momento, volviendo a hablar justo cuando ella iba a interrumpirlo—. No seas terca, Granger. Si te pasas toda la noche en vela mañana vas a hacer un examen de mierda.

Ella levantó una ceja y se puso una mano en la cadera mientras lo miraba, pero Draco la ignoró y se dirigió a la cocina. Echó un vistazo a la mesa de la misma, donde ella había extendido infinidad de libros y apuntes, y arrugó la nariz.

—¿Café a esta hora? Craso error, Granger.

Hermione resopló, entrando en la cocina.

—Bueno, el té no me mantiene tan despierta, y con la cantidad de horas de estudio que he estado teniendo, el vino quedaba definitivamente fuera de la ecuación. Pero puedo invitarte a cualquiera de ellos, si quieres.

—Vino, por favor —dijo—. Deberías tomar un poco tú también.

Ella puso los ojos en blanco, pero se sorprendió cogiendo dos copas del estante. Ya había perdido la cuenta de las tazas de café que había tomado aquella noche, y podría beber un poco de vino, sólo para desconectar un momento... Pero le intrigaba el hecho de que él le hubiera aconsejado beber con él.

—¿Y por qué debería, según tú?

—Porque de lo contrario, entre los nervios del examen y todo el café que has bebido esta noche, no podrás dormir y todo el esfuerzo que has hecho habrá sido en vano. Necesitas relajarte e irte a dormir —respondió, con un aire de suficiencia en el rostro—. ¿Y cómo mejor que con una copa de vino?

Ella sonrió levemente mientras se giraba para coger la botella, pero cuando se volvió a dar la vuelta hacia la mesa de la cocina, Draco ya no estaba allí. Se asomó a la puerta y lo vio sentado en el sofá.

Ella le pasó una copa y se acomodó en el sillón junto al sofá.

—Bueno, entonces cuéntame algo para despejarme.

Se encogió de hombros. ¿Qué había que contar?

—El gerente de lunes a viernes sigue siendo un imbécil. Los clientes todavía lo son más. Las clases para aprender a usar el ordenador fueron... interesantes —hizo una pausa. No había hecho mucho más aquella semana—. Nunca hubiera pensado que los muggles pudieran crear algo tan complejo como un ordenador.

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