Enfermedad

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Capítulo 17: Enfermedad

Bajo sus ojos, unas enormes ojeras le daban un toque de color a su pálida piel, su nariz no podía estar más roja y, por si fuera poco, le ardía la garganta. Él hizo la única cosa lógica que podía hacer.

—Creo que podría estar muriendo —dijo Draco después de haber marcado el número de Hermione, sin ni siquiera darle un momento para responder.

—¿Muriendo?

—No pareces preocupada —se quejó él.

—No suenas como si te estuvieras muriendo... ahora voy —Hermione colgó el teléfono y miró a George—. Al parecer Draco se está muriendo y me pide que vaya a verlo.

—¿Puedo ir? —dijo el pelirrojo—. Ron no hubiera querido que me lo perdiera por nada del mundo.

Hermione rió.

—Estoy segura de que es una falsa alarma. No me gustaría que vinieras con esa idea y vieras cómo se hacen añicos tus ilusiones. Además, los caramelos "Asco eterno" están muy cerca de ser terminados. Quédate y sigue trabajando en ellos —comentó ella mientras se guardaba el teléfono en un bolsillo de su túnica.

—¿Es eso algo común entre los muggles? —preguntó curioso, refiriéndose al pequeño objeto con el que Hermione se comunicaba.

—Sí, de hecho se están volviendo cada vez más populares. Es sólo una versión móvil del teléfono... por lo que veo no prestaste mucha atención en Estudios Muggles, ¿verdad?

—Por supuesto que no. ¿Cómo funciona? —preguntó alegremente, feliz de retrasarla unos minutos de volver con Malfoy.

—A todo el mundo se le asigna un número cuando se compra un teléfono móvil. Si conoces el número de alguien, puedes llamarle... —Hermione se quedó pensando en un ejemplo más claro para que lograra entender su funcionamiento—. Algo así como meter la cabeza en la chimenea para realizar una llamada Flu.

—No, esto es mejor. Puedes llevarlo siempre contigo. Las llamadas Flu requieren de una chimenea cercana.

—Cierto. Me sorprende que el mundo mágico no tenga aún un equivalente al teléfono móvil muggle. Harry tenía un juego de espejos que pertenecieron a Sirius y su padre, pero nunca he visto nada que se le pareciera en las tiendas, y sinceramente creo que algo así sería bastante útil para ponerse en contacto con los demás.

George sacudió la cabeza y su pelo se revolvió un poco.

—No hay nada parecido en el mercado. Debieron haberlo hecho ellos mismos... me pregunto si podríamos hacer un equivalente mágico a esos teléfonos usando la idea del padre y padrino de Harry...

—Es brillante —concedió Hermione.

—Definitivamente brillante.

—Bueno, voy a asegurarme de que Draco no se esté muriendo y vuelvo. Tenemos trabajo que hacer —dijo, con un atisbo de sonrisa en el rostro.

George se despidió con la mano, ella se desapareció y reapareció en su piso. Cruzó el pasillo hasta la puerta de Draco y llamó.

Oyó lo que parecía ser un murmullo lastimero desde dentro, por lo que sacó discretamente su varita del interior de su túnica y abrió la puerta.

Draco estaba tumbado en el sofá con el edredón de su cama por encima. Él la miró a los ojos acusadoramente, con los suyos un poco vidriosos.

—Te tomaste tu tiempo para llegar hasta aquí.

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