Soluciones

4.5K 407 89
                                    

Capítulo 36: Soluciones

Draco se despertó, pero no tuvo que abrir los ojos para saber que seguía junto a Hermione, su brazo alrededor de su cintura, sus dedos sobre la piel donde la camisa se le había subido. Si una persona tenía que despertar, esa era una muy buena manera de hacerlo. Respiró profundamente. Sus ojos se abrieron poco a poco, y entonces pudo ver a la bruja enroscada en su regazo.

Sabía que era afortunado de tenerla en su vida. Salazar. Algunos días le preocupada que pudiera despertar y darse cuenta de que era demasiado buena para él. Lo único que podía hacer era tratar de estar a la altura de lo que se merecía. Aunque para ser justos con él, no pensaba haberlo hecho tan mal hasta ahora. Había planeado algunas citas románticas. Había aprendido a hacer su parte en lo que a cocina y limpieza de platos se refería, también había cuidado de ella tanto como ella había cuidado de él...

Maldita McGonagall. Había pensado que mandar a Hermione junto con esa carta a pedirle que volviera a Hogwarts para contar su experiencia ayudaría a que él aceptara. No había leído la carta, pero si McGonagall pensaba que iba a convencerlo sólo porque Hermione hubiera sido la noticiera... habría sacudido la cabeza si no hubiera temido despertar a la chica que dormía a su lado. Él la miró, el edredón tapaba la mitad de su cuerpo, pero aun así podía ver el ascenso y descenso de su pecho al respirar.

La simple idea de volver a Hogwarts había hecho que sintiera como si las paredes fueran a cerrarse a su alrededor. Esas paredes estaban manchadas de sangre. Tomó una profunda respiración para calmarse.

Los párpados de Hermione se abrieron y ella le sonrió somnolienta.

—¿Cómo estás?

—Mejor que ayer —dijo en voz baja.

Ambos estaban en la cama. Entrelazaron sus dedos en la parte superior del edredón.

—No tienes que ir. No sé de dónde saca McGonagall siquiera el valor para preguntar.

—Preguntó porque tenía que hacerlo. ¿Y si tiene razón? ¿Qué pasa si digo algo que pudiera evitar que otra persona haga lo que yo hice? —Había empezado a sentir una presión en el pecho ante la idea de ir, pero Salazar, no podía vivir con más maldita culpa.

Hermione se acercó un poco más y acarició su cara.

—No tienes que decidirlo ahora. —Casi podía escuchar los latidos de su acelerado corazón.

Su respiración era poco profunda, pero se encontró con sus ojos en la cama y poco a poco logró normalizarla. Su ritmo cardíaco también se ralentizó. Comenzó a inclinarse para besarla y levantó una ceja cuando la vio volver la cabeza a un lado y ofrecer la mejilla.

—Tengo mal aliento en las mañanas —murmuró.

—No importa —respondió él, inclinándose hacia ella de nuevo.

Hermione volvió a esquivarlo, esta vez con una sonrisa en la comisura de la boca.

—¿Y si soy yo quien teme tu aliento?

Draco la miró durante un momento, luego se echó a reír.

—Bueno, mala suerte entonces. —Se inclinó de nuevo y esta vez presionó los labios contra los suyos.

—¿Estás listo para desayunar? —preguntó ella cuando se separaron.

Dejaron la comodidad de la cama de Draco y entraron en la cocina. Hermione trató de alisar con las manos la ropa que había usado durante más de un día. Se había arrugado bastante mientras dormía.
Mientras Draco encendía la cafetera, Hermione abrió la nevera y sacó los huevos y salchichas para empezar a cocinar.

MugglefiedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora