Sincero

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Capítulo 39: Sincero

Apoyado contra la pared y con los brazos cruzados sobre el pecho, Draco preguntó:

—¿Es esto realmente necesario? ¿Cuándo vais a creer que por fin voy por el buen camino?

Caffrey y Burke estaban buscando en su piso algo que pudiera comprometerlo y mandarlo a Azkaban de cabeza.

—Nunca —dijo Burke.

Draco rodó los ojos, aburrido.

—No puedo hacer magia, incluso aunque quisiera violar los términos de mi condena, físicamente no podría hacerlo. El Wizengammot se encargó de eso —trató de mantener su tono suave. Lo último que necesitaba era ser acusado de amenaza y hacer que uno de los magos le lanzara un maleficio.

—Podrías intentar enviar cartas con tu búho o pedirle a alguien que te traiga pociones... Hay maneras de evitar la sentencia —dijo Caffrey, abriendo el armario y examinando el contenido. Tallarines. Latas de sopa. Patatas fritas. Nada mágico o ilegal.

Draco entrecerró los ojos.

—Quiero recuperar mi magia, no he utilizado a Xavier para enviar cartas, nadie me ha traído pociones u otros objetos mágicos, me levanto, voy a trabajar, estoy llevando una vida perfectamente muggle —miró con desagrado sus arrugadas manos. Limpiar sus propios platos y el cuarto de baño de su apartamento las había dejado más ásperas de lo que habían estado en su vida. Ni siquiera había conseguido nada con la crema hidratante muggle, aunque no era tan malo ahora que no trabajaba en el restaurante. El día en que recuperara su magia y su dinero iba a hacerse un tratamiento para la piel—. ¿Puedo haceros un poco de té? Tomará varios minutos para que el agua hierva, y algo más para que absorba el contenido del sobre —señaló.

—No —dijo Burke con desdén. Escudriñó la habitación buscando cualquier cosa que pudiera haber pasado por alto. Mucha gente pensaba que los Malfoy se habían librado injustamente de sentencias mucho más duras. Sólo uno de tres acabó en Azkaban. Si el joven Malfoy estaba haciendo cualquier cosa que violara los términos de su libertad condicional... lo iban a encontrar y asegurarse de que se uniera a su padre.

—Como quieras —dijo Draco, teniendo mucho cuidado al llenar la tetera con agua del grifo. Siempre parecía tardar una eternidad—. Debo recuperar mi magia en tres meses, ¿cómo va a ser? Nadie me ha informado sobre eso realmente —hizo todo lo posible por sonar casual. Necesitaba empezar a tomar decisiones sobre lo que iba a hacer cuando recuperara su magia. Permanecer con Hermione era un hecho. Trabajar para George era tentador. Todo lo demás estaba en el aire.

—Recuperarás tu magia en tres meses si no violas los términos de tu sentencia de ahora en adelante.

—Ni siquiera soñaría con hacerlo —dijo Draco—. Y en tres meses...

Burke deslizó su varita en su funda e hizo un gesto a Caffrey para que volviera y revisara el dormitorio. La sala de estar y la cocina estaban limpias.

—Si te mantienes dentro de la sentencia durante los próximos tres meses, tendrás una audiencia con el Wizengammot el primero de agosto, escucharán lo que tengas que decir y leerán los informes que Caffrey y yo hayamos redactado. Si piensan que has aprendido la lección se reunirán en un círculo de doce personas y restaurarán tu magia. Alguien te devolverá tu varita y serás enviado lejos con un recordatorio de que estás recibiendo una segunda oportunidad y de que es mejor que no lo estropees. Nadie te lo pondrá fácil por segunda vez, ni aunque el mismísimo Harry Potter declare a tu favor de nuevo.

El hervidor llegó a hervir y Draco se sirvió una taza, dejando caer una bolsa de té en ella.

—¿Es realmente tan difícil creer que he cambiado?

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