Capitulo 28

4.2K 463 71
                                    


No hablamos de nada durante el viaje en taxi y tampoco lo hicimos cuando subimos a su camioneta con dirección a su casa. Cuando llegamos encontramos una nota que decía que su familia estaría en casa de su abuela por lo que me invitó a la sala y puso una película cualquiera en la televisión, yo no le estaba prestando atención a la trama y él no me había mirado ni una vez desde que habíamos llegado.

–Así que... –comencé yo y él dio un salto. –¿Asustado?

–Un poco.

–¿Un poco?

–Bastante.

–El amor da miedo ¿No?

-Y el amor correspondido no te das una idea.

Me río y lo miro fijamente. Creo que hubiera esperado un Tomás más arrogante, pero él estaba allí, lejos de mí mirándome aterrado, sin saber qué hacer.

–¿Te das cuenta que me besaste en medio de la calle no? –asiento y siento mis mejillas arder. –En pleno día... con tus vecinos mirando... el taxista mirando... tu familia en tu casa.

–¡Lo sé! –exclamo con vergüenza cortando su burla, él sonríe y se acerca a mi lado. –Lo sé... no lo pensé, sólo quería que entiendas que de verdad estoy –carraspeo –enamorado.

–¿De quién?

–Eres un idiota.

–Lo sé –tiró sus brazos a mi cuerpo y me abrazó besando mi cabello.

Ese día nos quedamos durante el día en su casa y por la noche fuimos a casa de Nano donde Ignacio y Tiziano habían llevado algunas cervezas y pizzas. No fue mucho lo que hicimos pero nos quedamos todos a dormir allí y al día siguiente faltamos al colegio.

Nos levantamos pasado el medio día y Tomás me invitó a su casa para buscar el sillón que me había prometido; a cambio ofrecí cocinarle por lo que lo invité a quedarse en casa. Cuando Fidel y Lucy llegaron estaban completamente sorprendidos por el almuerzo y me molestaron un poco al respecto, nada que una caricia en mi pierna por parte de Tomás no pudiera calmar.

En la tarde lo acompañé a comprar algunas cosas al supermercado para luego ir a cenar a su casa, pero en cuanto pusimos un pie en el lugar supe que debí quedarme en casa.

–¡Cariño! –gritó la rubia insípida en cuento nos vio, tirando sus brazos al cuello de Tomás. Me alejé un poco de ellos mirando el precio de las sopas que era lo que tenía enfrente pero no pude evitar seguir escuchando. –¿Cómo estás?

–Tara –dice a modo de saludo y de reojo lo veo apartarla sutilmente.

–Hey, me preguntaba –dice acariciando su cabello y acercándo su cuerpo más a él –¿Cuándo repetiremos lo de la otra noche?

–Ya te dije que nosotros no somos nada Tara –se apresura a decir pero es demasiado tarde porque la vergüenza ha subido a sus mejillas. –No quiero ser maleducado.

–Oh cariño pero no hace falta que seamos nada para pasarla bien ¿O no? –está aún más cerca y posa sus labios en la comisura de los de él. Genial.

–Tara.

–Oye Tomás –digo yo pesándole el canasto de compras que llevaba. –Debo irme, después hablamos.

–No, Rocco –dice con desesperación tratando de tomar mi mano pero alcanzo a correrme antes de que pueda detenerme. –Espera a que...

–Cariño –ella se pone entre nosotros dándome el espacio para huir.

1. Permanece a mi ladoWhere stories live. Discover now