Capitulo 50

3.5K 376 37
                                    


Me quedé estático intentando desaparecer mentalmente hasta que Nano ingresó en la cocina diciendo algo sobre unas cervezas, pero no estaba seguro porque sentía un zumbido en mis oídos que no me dejaba oír con claridad.

–Hey –logré oír que decía Tomás y pude sentir sus manos en mi rostro. Inmediatamente me alejé de él aunque claro que no tenía sentido, Nano ya había visto absolutamente todo. –Está bien Rocco. Nano ya lo sabe, quizás debí mencionarlo antes.

–¿L-lo sabe? –tartamudeé con temor y él asintió acercándose una vez más a mí. –¿Qué dijo?

–Nada, él sabía que te iba a terminar conquistando –responde con soberbia fingida. Se pone de pie, besa mi frente y me ayuda pararme para arrastrarme literalmente a la cocina. –Rocco está asustado por lo que viste.

–¿Él está asustado? Hombre, yo fui el que quedó traumado aquí –responde el chico tratando de mostrar seriedad pero rompiendo en carcajadas a los dos segundos. –Son mis amigos Rocco, no me importa lo que pase entre ustedes, seguirán siendo los mismos, no es como si se fuera a convertir en una especie de extra-terrestres ¿No?

–No lo creo –respondo largando un suspiro de alivio y recibiendo la cerveza que Tomás había conseguido para mí. –De todas maneras lamento que nos encontraras así.

–Sí... deberían respetar las casas ajenas –continúo bromeando e invitándonos a sentarnos con él. Borró su sonrisa y comenzó a abrir la caja donde había llevado la pizza. –Al principio fue extraño... cuando Tomás me dijo lo que sentía por ti fue raro, pero nunca me pareció que estuviera mal. No creo que a los muchachos les pase algo diferente, quizás deberían decirle.

–Sobre eso –se apresura a decir Tomás y lo veo bajar la mirada avergonzando. –Tiziano también lo sabe.

–¿Cómo que lo sabe? –consultamos Nano y yo al unísono.

–Él me conoce Rocco, sabe lo que pienso antes de que lo diga, lo descubrió y se lo dije, eso esto todo –responde con tranquilidad y me regala una sonrisa. –También lo tomó bien aunque dijo que iba a extrañar al Tomás mujeriego o algo así, no es que lo haya sido en algún momento.

-Claro que no –digo sarcástico mientras Nano se atora con la comida antes de romper en fuertes carcajadas.


Esa noche se suponía que volverían a salir en busca de alguna fiesta pero cuando estábamos por acercarnos a la puerta para ir a casa de Tiziano, Tomás tiró de mí para dejarme detrás y se apresuró para alcanzar Nano. Intercambiaron unas rápidas palabras y se despidieron con un apretón de mano.

–Sólo no lo hagan en mi cama –dice antes de que Tomás cierre la puerta en su cara. Se quedó allí unos segundos hasta que decidió encararme y arrastrar los pies para envolverme en un fuerte abrazo.

–¿Qué le dijiste?

–Que nos quedaríamos aquí esta noche, nada más –responde tomando mi rostro caliente entre sus manos frías. Nuestros ojos se encuentran y él se acerca a mis labios que responden de inmediato. –Quiero estar a solas contigo.

–Lo sé –aseguré apretando mis manos a su espalda porque yo quería lo mismo. Extrañaba esos momentos a solas y sabía que de ahora en más, cuando volviera a casa de sus padres, no podríamos repetirlos sin tener unos cuantos pares de ojos encima.

Tomás tomó mi mano y me llevó a la cocina donde nos dispusimos a cocinar algo para cenar. Como siempre fui yo quien terminó cocinando pero siempre y cuando tuvieras sus molestos besos y abrazos mientras lo hacía no me molestaba en lo absoluto. Cuando terminé de preparar la lasaña, nos sentamos a cenar y luego fuimos por una película que Nano había adquirido días atrás y la había recomendado durante toda la tarde.

Pero como siempre nos sucedía, lo que pasaba en la pantalla era lo último que nos preocupaba; a los pocos minutos de haber comenzado me acerqué a él y deposité un suave beso en su cuello consiguiendo toda su atención. Tomás se giró de inmediato y capturó mi rostro con ambas manos para acercarme a él; había una sonrisa en su rostro mientras me besaba y yo sabía por qué: pocas veces eran las que yo había comenzado un beso, pero ahora era físicamente necesario, lo necesitaba cada vez que estábamos juntos y no podía explicar el por qué.

Me arrastré para quedar más cerca de él y, como hacía unos minutos atrás, intenté ponerme a ahorcadas sobre su cuerpo. Pero Tomás tenía otros planes porque me empujó hasta dejarme recostado en el sofá y rápidamente se posó entre mis piernas presionando su cuerpo con el mío provocando una corriente de excitación que recorrió todo mi cuerpo. Su boca húmeda demandaba de la mía más de lo que alguna vez lo había hecho haciéndome responder de la misma manera porque la anticipación de lo que sabíamos que iba a suceder entre nosotros lo volvía aún más excitante.

Mis manos fueron a su remera para quitarla de su cuerpo de manera lenta, disfrutando del toque de mis dedos en su cuerpo que cada vez subía más de temperatura. Él me imitó pero no fue tan despacio ya que no era sus manos las que querían recorrer mi cuerpo, sino sus labios que rápidamente comenzaron a recorrer mi torso deteniéndose algunos segundos en mis tetillas donde jugueteó sacándome unos inesperados gemidos.

–Quiero escucharte –susurró cuando una de mis manos fue a mi boca para silenciarme. Lo miré para darle una negativa pero al verlo con su rostro rojo de la excitación fui a sus labios mientras mis manos iban al botón de su pantalón. –Espera...

Nos detuvimos unos segundos en los que me obligó a ponerme de pie para ir a la habitación donde evidentemente se estaba quedando por esos días, todo allí olía como Tomás. No pude esperar llegar a la cama y lo besé en el camino, colgándome de su cuello y succionando fuerte allí, por primera vez sentí la necesidad de que supieran que ese muchacho tenía alguien que lo amaba.

Él no pudo evitar un gruñido salir del fondo de su garganta al permitirme terminar con mi pequeña marca, luego me llevó hasta la cama y se movió rápido a su mochila de donde sacó condones y lubricante. Esta vez sonreí sin burla, porque en algún momento también había pensado llevar los que tenía en casa esa tarde; lo esperé impaciente hasta que se acercó para terminar de desvestirme.

Tomás no dijo nada ni me dio tiempo de darle algún tipo de negativa, me obligó a sentarme y se arrodilló frente a mí para poder tomar mi erección con sus manos. No pensé que alguna vez podría sentir sus labios devorando mi miembro, pero allí estaba, besándolo con suavidad y eficacia, provocando nuevas sensaciones en todo mi cuerpo que nunca antes había sentido.

Sin saber qué hacer, llevé mis manos a su cabeza y entremezclé mis dedos en su suave cabellera a tiempo que él continuaba con esas nuevas caricias que sacaban de mi boca más gemidos de los que podía detener.

Mi respiración se comenzó a agitar a medida que su boca se movía sobre mi erección por lo que decidí que era momento de sentirlo, lo quería dentro mío de inmediato. Tiré de su cabeza y lo puse de pie para ser yo quien lo desnudara esta vez para luego llevarlo a la cama dejándolo sobre mí donde me preparó mientras mis manos tocaban suavemente su miembro disfrutando de cada uno de sus estremecimientos y jadeos que escapaban de su boca.

Me detuvo con un beso y me acomodó amablemente sobre los almohadones mientras sentía su erección en el lugar preciso.

–­Te amo –susurró en mi oído antes de comenzar a ingresar en mí. Quise responder, quise decirle que también lo amaba, como nunca lo había hecho y como nunca creía que volvería a hacerlo, pero no pude encontrar mi voz y a cambio lo abracé a mí lo más fuerte que pude para que sepa que no lo dejaría ir tan rápido. O al eso menos sentí en ese momento.


Cuando desperté unas horas después Tomás descansaba en mi pecho y sonreí como un idiota al darme cuenta que tenía conmigo todo lo que quería y necesitaba en ese momento. Pero entonces un pánico inexplicable me invadió, porque todo iba bien, por primera vez en mi vida todo estaba tranquilo y eso daba miedo porque generalmente mi vida era caótica. 

Suspiré abrazando a mi chico aún más a mi cuerpo rogando porque todo permaneciera así por lo menos un poco más.

1. Permanece a mi ladoWhere stories live. Discover now