Capitulo 41

4.1K 414 16
                                    

Al día siguiente debimos levantarnos antes reaccionar de a dónde estábamos. Roxanne llamó para avisarle a Rocco que vaya al horario de visita de la mañana porque había conseguido que los dejen ingresar a él y a Lucy, por lo que nos vestimos y partimos sin si quiera desayunar. Allí nos esperaba la mujer, Piera y Lucy que estaba ansiosa por ingresar.

Me quedé alejado mientras Piera les explicaba que él no estaba mejor que ayer, no podía recordar en absoluto lo que había pasado ese último tiempo y era probable que no los reconozca, pero aún así aceptaron verlo. Cuando Roxanne se alejó para hablar por teléfono me acerqué aprovechando la puerta entreabierta para oír lo que allí pasaba.

-¿Acaso es una broma de mal gusto? –oigo que consulta Fidel con molestia.

-No Fidel, él es Rocco y ella es Lucy. Ya te expliqué que tú tienes una pérdida de memoria y han pasado varios años de lo que tú recuerdas, es natural que no los reconozcas pero son ellos.

-¿Piensas que de verdad creeré que estos dos jovencitos son Lucy y Rocco? Lucy apenas tiene dos años y Rocco unos 7 u 8, no me jodas.

-Somos nosotros Fidel –dice la pequeña con la voz débil y una risa burlona escapa de los labios de mi profesor. –De verdad.

-No... no, no, esto no es posible –asegura él con voz cansada. A decir por su tono estaba enfadado, nunca había oído a Fidel así, él solía ser muy calmado y no había habido un día que lo encontrara de malhumor.

-Pues sí somos, te guste o no, nos creas o no –responde Rocco con enojo. –Tuviste un accidente Fidel, perdiste la memoria y piensas que te mentiríamos con algo así. Mírate a un maldito espejo y fíjate si te reconoces ¿Acaso eres como recuerdas?

-Bueno... Rocco siempre tuvo un carácter fuerte, podría creerte –responde con arrogancia, como Rocco solía hacer. Comenzaba a darme cuenta de dónde había sacado sus malas costumbres.

-Haz lo que quieras, vamos Lucy –dice determinante y me alejo de la puerta para disimular que había oído. Lo miro y él apenas sonríe sólo por cortesía para indicarme que nos íbamos.

-Rocco...

Sigo caminando con Lucy de mi mano y nos quedamos en la puerta del lugar esperando a que Rocco terminara de hablar con Piera. Lo veo asentir un par de veces y luego se despiden con un abrazo; cuando se acerca a nosotros nos informa que Piera se quedará una noche más en el hospital pero luego irá a vivir con ellos. Lucy sonríe de alegría y da unos saltos a manera de festejo, pero se detiene cuando Rocco dice que Fidel no volverá con ellos, el médico había dicho que lo mejor sería volver a casa de sus padres, donde se sentiría más cómodo.

Ese día fui a casa a saludar, comer y descansar un poco; luego fui por nuestras tareas y volví a casa de Rocco que me esperaba mirando televisión, tan cómodamente acostado que ni siquiera abrió la puerta, sino que gritó para que ingresara.

Me senté a su lado comenzando a comentarle lo que Ignacio había dicho de la escuela pero él no tenía ganas de oírme, evidentemente, o eso supuse cuando me tomó del cuello de mi campera y juntó nuestros labios con fuerza.

-¿Qué sucede? –quise saber con sorpresa, él no solía iniciar los besos y menos con esa intensidad. No respondió, me acercó más a él y se recostó acomodándome entre sus piernas. –Rocco...

-Piera llegará mañana, Lucy está con Roxanne por hoy, no hay nadie más en casa y quiero aprovechar eso para estar contigo ¿hay algo de malo? –consulta de mala gana. Me río y niego con la cabeza antes de volver a besarlo, esta vez tan demandante como él lo estaba haciendo.

Quité su remera de una sola vez y comencé a besar su torso, desde su ombligo hasta su clavícula, deteniéndome en sus pezones y hasta aprovechando de jugar con ellos cuando noté lo sensibles que eran. Mordí, lamí, besé cada parte de su piel hasta volver a sus labios que esperaban ansiosos para tomar el control; se puso ahorcadas sobre mí y besó mi cuello con fuerza, sabía que mañana habrían un par de marcas allí, pero no me importó porque lo que él me hacía sentir cada vez que besaba mi piel no tenía nombre.

Sus manos fueron a mi campera y luego a mi remera que salió disparada más rápido de lo posible. Él también repartió una carca de besos en mi cuerpo y llegó hasta mi ombligo donde se detuvo sólo para desabrochar mi cierre y mirarme lujuriosamente desde allí; no sé qué estaría pensando él pero en mi menté se formó la imagen de sus labios en mi miembro que rápidamente tuvieron efectos en aquel lugar.

-Vamos a la habitación –dijo él tirando de mí que me dejé llevar hasta que me detuvo frente a la cama para quitarme el jeans antes de obligarme a sentarme allí. Se arrodilló frente a mí y tragando saliva volvió a besar mi estómago hasta llegar al borde de mi ropa interior; sin pensarlo demasiado liberó mi erección y la sujetó suavemente antes de llevar su boca a ella.

-Rocco –jadeé bajo y profundo apretando mis manos en las sábanas. Él comenzó a mover sus labios con timidez sobre mi miembro para luego comenzar a utilizar su lengua. Había recibido mamadas antes, pero por alguna razón esta era diferente: Rocco no sólo utilizaba su boca sino que también sus manos hacían un gran trabajo allí, sabía dónde tocar, dónde lamer, cuándo detenerse y cuándo aumentar la intensidad. –Me estás matando...

Era cierto, podía morir allí y no me importaría.

Una de mis manos fue a su cabello y lo acaricié con cuidado indicándole el ritmo durante unos segundos hasta que creí que había tenido suficiente placer por el momento, quería sentir a Rocco pero no era esa la manera. Separé su boca de mi erección y lo puse de pie para quitarle su pantalón y el bóxers de una sola vez, él estaba tan duro y húmedo como yo en ese momento pero a diferencia de la primera vez que habíamos estado juntos él no pareció avergonzarse.

Me arrastré en la cama hasta que la llegué a la pared y tiré de él para sentarlo en mi regazo, pero antes de ceder buscó bajo su almohada y sonreí porque, al igual que yo, él había planeado esta oportunidad.

Acaricié su erección mientras con mi mano libre estimulaba su entrada y me concentraba en cómo mi nombre salía tan sensualmente de sus labios que buscaban mi boca para besarme; lo acerqué a mí y comencé a penetrarlo con lentitud observando cada rasgo de su rostro. Al principio no pudo disimular el dolor, supongo que eso sería así la mayoría de las veces, no lo sé; pero luego de unos cuantos movimientos sus manos se apretaron en mi cabello y fue él quien buscaba el contacto más profundo y constante.

Lo recosté sobre su espalda para dominar el acto y me encontré con más demanda de su parte porque evidentemente había encontrado aquel punto del que tanto había oído hablar. Presioné con fuerza y un dulce gemido escapó de sus labios obligándome a repetir la acción porque eso era lo más erótico que había oído hasta ese momento; Rocco quiso cubrir su boca pero no lo dejé sujetando sus manos sobre su cabeza y volviendo una estocada profunda pero suave.

-Más... más rápido –rogó abrazándome con sus piernas para acomodar su cintura más cerca de mi cuerpo. Sonreí comenzando a moverme según su pedido y tomé su pene para masturbarlo al mismo tiempo; sentí su cuerpo temblar luego de unos segundos, sus manos se afirmaron a mi cuerpo y su semen bañó nuestros abdomen cuando él alcanzó el orgasmo.

Unos segundos después llegué al clímax afirmándome de Rocco, aferrándome a él y repitiéndole en un susurro cuánto lo amaba, cuánto lo deseaba y cuánto lo atesoraría de ahora en más. Él volvió a llamarme cursi, pero juró amarme también y se durmió en mi pecho como la noche anterior.


1. Permanece a mi ladoWhere stories live. Discover now