Capítulo 42

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—¿También te acabás de  mudar? —le pregunté a Sebas cuando abrió la puerta de su casa y vi, en lo que debería ser una sala, un montón de cajas esparcidas por el suelo.
Salvo por un sofá y una pequeña mesa central, el lugar estaba prácticamente vacío.
— ¿Cómo adivinaste? —bromeó, tirando las llaves del auto arriba de la mesa —. Perdón, tendría que haberte advertido que mi casa era un caos.

— Está bien. No pasa nada —dije, dejando mi bolso sobre el sofá.

Caminé hacia una ventana y me maravillé con la preciosa vista al río. —
Es preciosa...la vista —comenté, girándome a verle.

—Es por lo que me decidí a alquilar esta casa. Podría pasarme horas contemplando el río. Y si además fue capaz de robarte una sonrisa, no pude haber hecho mejor elección —dijo acercándose a mi.

Le sonreí tímidamente y volví a girarme a contemplar la preciosa vista. Su último comentario me había puesto nerviosa... el aire se cargó de una energía extraña.

¡Estoy paranoica! —pensé.

Con Sebas ya estaban las cosas claras. Era de las pocas personas que sabían que Martín y yo estábamos juntos. Y se lo tomó muy bien, a pesar de lo mal que yo me había portado con él. Definitivamente, era un buen amigo.
—¿Tenés hambre? —preguntó entonces y esa simple pregunta relajó el ambiente.

— La verdad es que si.

—Bueno, vení por acá entonces —dijo desapareciendo tras una puerta de vaiven.

Lo seguí y me encontré con una espaciosa cocina que también estaba llena de cajas.

—Creo que alguien necesita ayuda...—murmuré observando a mi alrededor.
—¿Cómo?

— Que puedo ayudarte a ordenar todo esto. Digo, si querés — Me haría bien distraerme —. ¿Hace cuanto te mudaste?

—Una semana. ¿De verdad podés ayudarme? No soy bue el orden.

—Claro que si. No te preocupes yo me encargo de las cajas, ¡vos encargate de darme algo de comer! —dije cuando me sonaron las tripas.

—Como usted mande —bromeó.

Despegó una tarjetita de la heladera y luego tomó su celular. Lo que me recordó que no había encendido el mío desde anoche.

Fui por mi bolso a la sala dejando a Sebas en la cocina que por lo visto estaba llamando a un delivery.

Saqué mi teléfono y lo encendí. Otra vez cayeron decenas de mensajes de Martín. También tenía un par mensajes de Sofi que estaba preocupada porque aún no había regresado a casa. Le contesté rápidamente que estaba con Sebas, y que no se preocupara por mi.

¡Cómo no le había avisado! Seguro querrá matarme por estar con Sebas...

Dudé en abrir los mensajes de Martín, seguramente a esta altura ya debe de suponer que lo sé todo o al menos, que algo está ocurriendo.

—¿Todo bien Pau? —preguntó Sebas regresando de la cocina —. ¿Querés que te deje sola para que hables con Martín?

Negué con la cabeza.

—Voy a llamarlo más tarde. Cuando ya esté en casa tranquila. Seguramente termine hecha un mar de lágrimas y no quiero incomodarte.

Sebas se acercó a mi y se sentó a mi lado en el sofá.

—Pau, no lo dudes...aquí siempre tendrás un hombro para llorar; Aunque preferiría no verte llorando por él —Tomó una de mis manos suavemente y luego agregó —. Aquí siempre me tendrás para cuidarte.

SIEMPRE TUYA (COMPLETA)Where stories live. Discover now