Capítulo 86

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Martín.

—Papito, quiero ver a la princesa Pau. ¿Por qué no viene a verme?

Suspiré ante su insistencia. Desde que se encontraba mejor, mi hija no hacía otra cosa que preguntar por Paula.
Me las he tenido que apañar para responder a sus preguntas sin que la angustia se refleje en mi rostro.

—Mi amor, ya te he dicho que la princesa Pau, tuvo que salir de viaje. Por eso no ha venido a verte.

—¿Cuándo va a volver?—insitió.

Me senté a su lado en la cama y acaricié sus sedosos cabellos.

—No lo sé, Sarah. Pero espero que sea pronto —repuse con la mente puesta en Pau, que ahora se encontraba dos pisos más arriba y aún continuaba luchando por su vida.

Sarah me brindó una media sonrisa que me dejó entrever que no le convencía con mis explicaciones. Después de todo era una niña muy inteligente, y había pasado por situaciones similares cada vez que preguntaba por su madre, y yo me veía obligado a inventarle largos viajes para no romper su corazón.

—¿Cómo está hoy mi tesoro?—La voz cantarina de mi madre al entrar en la habitación me salvó de darle más explicaciones ;Ya que mi pequeña parecía dispuesta a seguir con su interrogatorio.

—¡Abue! —gritó Sarah, estirando los brazos en dirección a mi madre quien luego de llenarla de besos se volteó hacia mi.

—Hijo, ve a descansar unas horas. Yo me encargo de Sarah—habló con una expresión extraña en su rostro.

—¿Está todo bien? ¿Ha ocurrido algo que deba saber?—pregunté preocupado.

—No, Martín. Está todo igual—me aclaró entonces adivinando que me refería a Paula —. Solamente pretendo que descanses un poco. En una semana apenas has salido de este lugar...

Respiré aliviado. Al menos no había empeorado... Aún había esperanzas.

Mi madre tenía razón. Necesitaba descansar; desde  que trasladaron a Paula hasta aquí, mis días han transcurrido dentro de este bendito hospital. Apenas salía para darme un baño, y comer algo decente que mi madre me dejaba preparado en su casa.
De descansar ni hablar;
Intentar dormir se había convertido en una pesadilla.

—Está bien, mamá. Me voy a comer algo, cualquier cosa que precisen estaré en la cafetería.

Me despedí de mi pequeña princesa y salí de allí. Comería algo rápido y luego pasaría a ver a Paula.

La cafetería estaba casi vacía, pedí un sándwich y un café cortado y me encaminé a una mesa junto a la ventana que daba a un pequeño patio.

Estaba a punto de sentarme cuando una voz conocida sonó a mi lado:

—¿Martín? —dijo aquella voz de mujer.

Me giré de inmediato.

—¿Nora?

Me sorprendió encontrarme con la madre de Carola en aquel lugar.
Desde que la había dejado en el aeropuerto de Londres, tras la muerte de su hija, no había vuelto a ponerse en contacto conmigo.
En realidad a lo largo de los últimos cinco años el contacto que habíamos mantenido había sido únicamente cuando viajó a conocer a su nieta, y tras la muerte de Carola.

—Qué sorpresa encontrarte aquí... —comentó mientras sus ojos paseaban por mi rostro con detenimiento.

—Lo mismo digo, señora—repuse sin saber qué otra cosa decir.

—No te ves bien...quiero decir tu aspecto no es bueno ¡lo siento! —dijo contrariada —. No es mi intención inmiscuirme en tu vida pero... ¿Estás aquí por alguien de tu familia?

SIEMPRE TUYA (COMPLETA)Where stories live. Discover now