Capítulo 46

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Paula

—¿Regresó Martín? —preguntó Sebas con el ceño fruncido.
—Si...anoche. Y no te enojes pero...no quiero hablar de ello —repuse algo irritada. No tenía ganas de revivir lo acontecido anoche y tampoco tenía ganas de oír otro insulto de Sebas hacia Martín. Porque sabía muy bien que eso sería lo que iba a suceder.
—Está bien. Como quieras Pau, no te voy a obligar a que me cuentes nada si no querés. ¿Almorzamos juntos?—sugirió.
Tenía dos opciones, volver a casa y enfrentar el interrogatorio de Sofi o pasar la tarde con Sebas sin necesidad de hablar absolutamente nada sobre Martín.
—¿Qué tanto pensás? —preguntó al ver que no respondía.
—Está bien, ¡vayamos por algo de comer! —repuse al fin.
Almorzamos hamburguesas en uno de esos locales de comida rápida. Pasar el tiempo con Sebas resultaba agradable. Era divertido y entendía por lo que estaba pasando así que, todo fluía con facilidad entre los dos. Luego de almorzar dimos un paseo por un parque cercano. Charlamos y bromeamos por largo rato y cuando quisimos acordar las horas habían volado, así que caminamos de regreso a casa.
—¿Pensaste lo del fin de semana?—me preguntó antes de despedirse en la puerta del edificio.
Había olvidado su invitación, y para ser sincera en lo único que podía pensar, aunque no quisiera, era en Martín.
—Perdón pero...aún no.
—Está bien bonita, no te agobies. Yo entiendo —dijo dulcemente.
—Gracias —contesté sonriendo.
—Bueno ya tengo que irme. Llámame cuando tengas la respuesta —. Me besó en la mejilla dio media vuelta y se marchó.

Al entrar en el departamento me encontré con Sofi recostada en el sofá. Tenía un cupcake en una mano y el control del televisor en la otra.
Ni bien me vio, tiró a un lado el control y se puso de pie.
—¿Así que ahora te dedicás a pasar las tardes con Sebas? —me increpó.
Parpadeé rápidamente un par de veces. Su reacción me había dejado helada.
—¿Perdooón? —exclamé con las manos en la cintura.
—¡Que no puedo creer que pasaras la tarde con Sebas cuando Martín acaba de regresar Paula!
—Bueno bueno bueno, ¿Qué te pasa Sofi? Sólo somos amigos ¡y vos lo sabés muy bien! —. ¿Qué bicho le había picado?
—Yo no estaría tan segura ni me fiaría tanto de él Pau, pero ya sos grande y sabés lo hacés —me contestó y volvió a dejarse caer en el sofá.
Me senté junto a ella esperando a que siguiera con su sermón, pero al parecer ya había dicho lo necesario, y  en cambio preguntó con su mejor cara de angelito:
—¿Qué pasó con Martín?
¡Esa cara la delató enseguida!
—No lo sé Sofi...¿Por qué mejor no me contás vos, que hacía acá Martín ayer por la noche? —pregunté arqueando una ceja. —Tiene que haber sido idea tuya eso de dejarlo en el departamento y luego marcharte ¿no? —agregué.
Sofi hizo una mueca con su boca y pensó un segundo su respuesta.
—Yo sólo quise ayudar —habló con voz suave. —Tenías que escucharlo—agregó.
—Me hubieras avisado que él iba a estar acá. No hubiera dejado que Sebas me trajera a casa si lo hubiese sabido —comenté.
—Ay Pau...¿Martín te vio llegar con él?
—Si, claro que me vio. Se puso furioso...¡pero yo contraataqué!
—¡Cómo no! —exclamó Sofi con sorna.
—Hey ¡no te burles de mi! —dije golpeándole con un almohadón. —O no te cuento nada más —le advertí.
—Ok ok no te sulfures, sólo fue un chiste —se defendió. —¡Bueno y ahora contame de una vez! —me apremió.
Le repetí la misma historia que le conté anoche por teléfono pero más detallada. No pude evitar sentir que el dolor se apoderaba otra vez de mi. No podía hablar de Martín sin sentir que mi corazón se enlentecía de tal forma que sentía cada latido como si fueran pequeños puñales clavándose en el pecho.
—Amiga, sé que cualquier cosa que pueda decirte ahora no va a calmar tu dolor pero dejame darte un consejo—dijo Sofi tomando mis manos cuando terminé mi relato.
Enjuagué mis lágrimas y respiré hondo.
—Adelante —murmuré. —Te escucho.
—Lo amás. ¿Verdad?
—Más que a nada en el mundo—confesé.
—El también te ama Pau. ¡Luchen por estar juntos!
—No es tan fácil...
—No, no le es pero al final valdrá la pena.
—¿Cómo te sentirías vos en mi lugar? Sofi vos serás madre, ¿No te gustaría que tu hijo creciese al lado de su padre? ¿Y con él a tu lado?—pregunté intentando hacer que me comprenda, aunque la idea de Martín junto a Carola me revolvía el estómago.
—¡Por supuesto que me gustaría! Pero sólo si esa persona también desea estar conmigo. No sería sano para un niño crecer junto a dos padres que no se amen y peleen todo tiempo. ¡Y dejame decirte que está muy claro, que Martín no ama a Carola! Pau, Martín dejó claro que se hará cargo del niño pero no podés condenarlo a estar junto a alguien a quien no ama. Ni te podés condenar a vos misma a vivir sin el hombre que amás.
—Hacés que se vea tan fácil todo...
—Pensalo Pau. Hacele caso a Martín, ¡estoy segura que él va a luchar por vos!
—Si, por lo pronto hoy intentó ganarme con un desayuno —comenté poniendo los ojos en blanco.
—Nooo ¿ese riquísimo desayuno fue obra de Tincho? ¡Estaba de muerte! Me guardé los cupcakes para la tarde—exclamó indicándome con el dedo la pequeña caja de muffins.
No pude más que reír ante su reacción.
Al final siempre conseguía sacarme una sonrisa.
Sabía que lo disfrutarías —repuse aún riendo. Últimamente Sofi era un barril sin fondo. Desde que las náuseas habían desaparecido comía como una posesa.
—Si que lo disfruté, pero ¿podrías decirle que para el próximo, el café sea descafeinado? Ya sabés ¡por el embarazo!
Esta Sofi, ¡era un caso perdido!
—¡Claro! Y también puedo pedirle un par más de medialunas más ¿no?
—¡Sería fantástico Pau! ¿Lo harías?
—¡Nooo! ¡Claro que no! —dije exasperada sin creer que realmente, Sofi hablase en serio.
—¡No puedo creer que vayas a permitir que tu sobrino nazca con una medialuna en la frente! —repuso Sofi con tono teatral haciendome estallar en carcajadas.
—¡Ya basta! No seas teatrera...mi sobrino será precioso y no tendrá ninguna cosa en la frente —le dije mientras me descalzaba y masajeaba mis pies. Trabajar seis horas de pie estaba acabando con ellos.
—¿Querés que hagamos alguna cosa esta noche? —preguntó Sofi levantándose del Sofá y caminando hacia la cocina con su caja de muffins.
—¿Dormir cuenta cómo una opción?—bromeé.
—¡Paula por Dios no seas tan divertida querés! —me gritó desde la cocina. —¡Tenía otra idea en mente!—volvió a gritar.
Temblé. Las ideas de Sofi siempre eran alocadas. Crucé los dedos para que al menos, su idea no incluyera el salir de casa.
Me recogí el cabello en una cola alta y caminé hacia la cocina.
—¿Qué se te ocurrió esta vez?—pregunté al entrar.
Sofía estaba metida de cabeza entre el freezer. Y ni bien me escuchó se giró con un tarro de helado en cada mano.
—Una noche de chicas...sólo vos y yo; Tomar helado hasta empacharnos y ver pelis hasta que se nos cierren los ojos en el Sofá...
No era una idea tan mala...siempre y cuando no me hiciese ver tienes un E-mail.
—Acepto. Pero por favor, que ninguna de esas películas incluya a Meg Ryan, ¡O me verás cortándome las venas en el living con la cuchara del helado! —.
¡Lo último que necesitaba era una película de amor!

SIEMPRE TUYA (COMPLETA)Where stories live. Discover now