Capítulo 94

2.3K 238 14
                                    

Martín:

¿De verdad me estaba pidiendo que la ayudase a bañar?

Podría jurar que una tarde que pasé a verla, una de las enfermeras me había dicho que Paula se estaba duchando y ella había aprovechado para cambiar su ropa de cama.
No había nadie más con ella en el baño... ¿O con la locura de los últimos días ese recuerdo era sólo producto de mi imaginación?

¿Cómo haría para tenerla desnuda frente a mí y no perder el control?
Desde la tarde en que volví a verla en aquel parque había soñado tanto con volver sentir su piel desnuda... Con besar cada milímetro de su cuerpo...

Respiré hondo y acepté ayudarla, rogando a Dios que me diera las fuerzas necesarias para comportarme como un caballero y no tirármele encima.

¡Tampoco es que hubiese tenido otra opción! No había nadie más quien lo hiciera.

Iba a ser una ardua tarea... la actitud de Paula me lo confirmó por si me quedaba alguna duda.

Ella parecía no querer colaborar y cuando sentí sus tibios labios en mi cuello tuve que contener la respiración.

Quise pedirle que dejara de hacerlo... esos suaves besos eran una amenaza para mi autocontrol.

Pero se sentía tan bien...

Fue cuando su lengua intentó atrapar el lóbulo de mi oreja que me obligué a detenerla... así que, no demasiado convencido, le dí una advertencia.

Gracias al cielo me hizo caso y apartó su boca de una de mis zonas más sensibles.

Cuando la deposité en el suelo y mis ojos recorrieron su cuerpo maldije en silencio.

¡Ese pequeño camisón de seda azul le quedaba de infarto!

Fue cuando me miró a los ojos, batió sus pestañas y entre abrió sus labios que no lo pude soportar.

¡Tenía que adueñarme de esa boquita provocadora suya que despertaba mis fantasías más eróticas!
Sólo de recordar las maravillas que era capaz de hacer con ella me ponía duro.

Cuando nuestras lenguas se fundieron en un sensual baile que invitaba a más y sus pequeñas manos que se habían aferrado a mi cuello comenzaron a descender por mi pecho y más abajo aún, creí que no lograría mi objetivo y la haría mía en ese mismo momento.

Entonces la oí gemir, y sentí sus inquietas manos meterse bajo mi camiseta y supe que debía poner freno a la situación.

Me obligué a despegarme de ella.
¡Sólo Dios sabe lo que me costó hacerlo!

Intenté concentrarme en otra cosa mientras ella se quitaba la sexy prenda y la dejaba caer al suelo de manera provocativa.
Me pareció ver que reprimía una risita cuando se dio cuenta lo que me costaba no mirarla.

Cuando sentí el ruido al agua y vi su gesto de dolor al intentar sentarse me permití acercarme y ayudarla.

Su piel se erizó en el momento que la tomé por el brazo suavemente y en el momento de sentarse, se dejó caer

¡Podría jurar que lo hizo a propósito para empapar mi ropa!

¿Estaba jugando conmigo?

Se disculpó e intentó poner cara de circunstancia pero... sus ojos la delataron. En el momento que me quité la camiseta, sus pupilas se dilataron y me miró  como si fuese un helado en mitad del desierto.

Me quedé en cuclillas junto a la bañera aguardando el momento en que me pidiera ayuda... muriendo de ganas por que llegara el momento de enjabonar su espalda.

SIEMPRE TUYA (COMPLETA)Where stories live. Discover now