Capitulo 20

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—Exactamente, ¿cuántos metros tiene esta biblioteca?

Llevábamos caminando durante un tiempo que a mí me parecieron horas y cuanto mas tiempo pasaba más frío me parecía el suelo donde pisaba, más pesada la lanza y más me irritaba el silencio de Belial. Y ya mejor no hablaba de la ansiedad que me producía cualquier ruido a mi espalda. Me había girado tantas veces para comprobar que no había ninguna gárgola acechando detrás nuestro, entre las estanterías, que comenzaba a sentir una molesta tirantez en el cuello.

—Ese exactamente del que hablas es relativo.

Puse los ojos en blanco. Ya empezábamos.

—Relativo... —Volví a poner los ojos en blanco—, Por supuesto. No sé en qué estaba pensando para hacer la pregunta.

—Entonces no haberla formulado.

Asesiné la espalda de Belial por un momento. No sabía si me enfadaba más su tono indiferente —sobre todo después del dichoso beso del que por mucho que tratara de no pensar en él, siempre volvía a rondar mis pensamientos— o la manera en la que ignoraba el sarcasmo de mi voz.

—No, no, pero tengo curiosidad —insistí recalcando mis palabras—, ¿cómo de grande es este lugar? De manera relativa y todo.

Belial ni siquiera giró la cabeza para mirarme.

—Quien sabe —vi como se encogía de hombros—. Está en continua expansión.

Vale, de acuerdo; a esas alturas ni siquiera sabía por qué preguntaba ya.

—Entenderé que es muy grande —musité de mal humor casi a punto de chocar contra la espalda de Belial cuando él se detuvo bruscamente.

—Lleva creciendo por sí solo desde su creación.

—Por sí solo... —repetí con una nota incrédula.

—Por si solo —insistió Belial indiferente, mirando fijamente algo que me ocultaba su espalda—. Este edificio es el más antiguo de este mundo. Presumo que estaba aquí mucho antes de la llegada del primero de los nuestros —¿Había algo de rabia en su voz?—, y por algún motivo es el único que digamos, para que lo entiendas —Esta vez sí giró la cabeza para lanzarme una socarrona sonrisa. Le saqué la lengua, ignorando la vocecita que me recordaba algo sobre cierta dignidad—, el único que tiene vida.

—Bueno —dije lentamente, tratando de mirar a mi alrededor. Las altas estanterías seguían rodeándonos y las siluetas oscuras de los lomos de libros de diferentes tamaños se amontonaban ordenadamente en ellas—, si la hierba tiene razonamiento —y encima era chivata—, ¿por qué no vida propia los edificios?

—Ya —Belial por algún motivo que se me escapaba parecía divertido con mi comentario—, pero los edificios no tienen vida propia. Éste es diferente.

—Oh.

¿Y eso qué significaba?

—Esta es la biblioteca prohibida.

—Con prohibida, ¿a qué te refieres?

—No es pública. Son libros prohibidos que han sido almacenados aquí para que nadie tenga acceso a ellos. Sólo un grupo muy selectivo del Consejo de Ancianos puede entrar y salir de aquí.

—Y tú, supongo —dije suavemente, perdiéndome en el intenso brillo malicioso de su mirada.

—En absoluto. Pero Vassago me dio un salvoconducto hace tiempo.

—Ya. ¿Es por esto por lo que tienes problemas?

Su mirada seguía fija en mí.

—Digamos que encontré algo interesante en estos libros e hice las preguntas erróneas hasta que terminaron por ser sospechas, digamos, que indagué sobre algo que no debería y eso no les agradó a los Ancianos —Desvió finalmente sus ojos de los míos y apartó la cabeza—. Pero aún no tengo las evidencias y sé —su tono se endureció—, que todas esas respuestas se encuentran en un lugar mucho más oculto detrás de esta pared. Bajo este edificio se encuentra la reliquia más importante de mi raza y las respuestas a mis preguntas. Tal vez después de todo haya merecido la pena volver aquí.

Desire (Silence 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora