Capitulo 2

16.7K 1.1K 147
                                    

Nada mas entrar a Frenys imaginé que no iba a ser un día agradable. El local estaba abarrotado de gente joven, bastantes en un punto sobrepasando el límite de lo permitido de alcohol que mi buena predisposición a la tolerancia me permitía aceptar. Pasé de largo, esquivando un golpe directo por uno de los más grotescos jugadores de algún equipo juvenil cercano y me escondí cobardemente en la cocina, buscando las energías necesarias para soportar la dura batalla de aquella noche.

Respiré hondo, recordándome una y otra vez el por qué estaba en aquel lugar. En momentos como ese no podía evitar preguntarme si hubiera servido de algo pedirle a Belial que me llevara con él. Siempre he conocido la respuesta. Aún así necesitaba creer que era mi culpa por la que seguía allí, en aquella tediosa realidad, sumergida en un caos rutinario sin que realmente viera una verdadera salida.

            No era como si escapando a otra ciudad, buscando nuevos amigos o asistiendo a alguna actividad, algún deporte de mayor o menor riesgo pudiera solucionar mi problema. Ni siquiera podía plantearme asistir a alguna terapia o a sesiones con un psicólogo sin correr el riesgo de terminar internada en un psiquiátrico. Incluso podía imaginarme la escena.

            —¿Intentas decirme que ves a... criaturas fantásticas... como demonios?

            —No, no es que las vea —diría yo toda convencida, posiblemente mirando aburrida y con fastidio a la psicóloga que no habría dejado de mirarme como si estuviera frente a una chiflada de apariencia bastante normal—, existen, doctora. Los demonios son muy reales y muy guapos —Y bastante arrogantes, aunque eso seguramente no lo añadiría o posiblemente dejaría escapar una sonrisilla extraña que no me ayudaría precisamente—. Están buscando a Nerik, que es un diminutivo del verdadero nombre del único dragón que queda en el mundo —ahí me detendría y me reiría como una boba—, del universo —corregiría—, o como quieran referirse a todos esos mundos, y del que ya no me acuerdo de su nombre completo, pero que está creando grotescas mutaciones con nuestra especie.

            Posiblemente me callaría en ese punto, sin añadir mi experiencia en primera línea sobre lo que Nerik había pretendido hacer conmigo. ¡Hasta podía haberle enseñado la cicatriz del costado! Y tampoco mencionaría las demás razas que no había llegado a conocer: las hadas, los ángeles que querían exterminarnos, a nosotros, los humanos; los vampiros... Tampoco mencionaría la extraña manía que había adoptado todas las noches, antes de acostarme, de abrir la puerta del armario y husmear en su interior por si me encontraba... no sé... al coco, al hombre del saco... cualquiera era valido si podía interrogarle un rato y me devolvía al mundo al que deseaba pertenecer; si me acercaba a Belial. Hasta había considerado la posibilidad de poner un diente bajo la almohada...

—¿Estás bien?

Puse mala cara sin molestarme en levantar la cabeza. Odiaba tanto esa pregunta... Nunca, hasta ahora, me había detenido a pensar demasiado en ella; era una pregunta tópica más, aquella de cortesía en la que a nadie le interesa realmente la respuesta, pero que se hace de todos modos y hablar anoche con Graze, antes de soportar unas largas horas de vigilia y un espantoso día sumergida en unos estudios que era incapaz de concentrarme, no me ayudaba a encajarla mejor.

Suspiré.

Hasta podía escuchar las últimas palabras de la psicóloga antes de llamar a mis padres y sugerirles que me ingresaran durante un tiempo en una clínica especializada.

            —Ya, claro...

Volví a suspirar y me giré, luciendo mi reciente y bien elaborada nueva sonrisa profesional.

—Sí... —estupendamente bien si se tenían en cuenta varios factores deprimentes de mi vida actual y que a ese ritmo prometían ser del resto de mi corta existencia.

Desire (Silence 2)Where stories live. Discover now