Capitulo 22

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Abrí los ojos con la sensación de tener los parpados pegados. Me dolía el cuerpo y la cabeza parecía que iba a estallar en cualquier momento. Volví a cerrarlos, sin pretender abrirlos completamente.

—¿Estás bien?

La dichosa preguntita que tanto me molestaba. Volví a hacer otro intento, despegando los parpados y traté de visualizar algo. Todo estaba muy oscuro pero un rostro sobre mí, a escasos centímetros hizo que mi mente se espabilara prácticamente de golpe.

—Belial —musité casi sin sonido, con un silbido extraño y comencé a toser. Notaba los pulmones como si me fueran a arder.

Desesperada traté de moverme, levantarme en busca de aire.

—¡No te muevas!

La urgencia en la orden de Belial hizo que me quedara completamente inmóvil y miré una vez más a Belial.

—¿Qué...? —Comencé a toser de nuevo.

—Respira despacio y mejor no hables —dijo Belial de nuevo—. Estamos atrapados.

Atrapados... Intenté respirar despacio, tragar la cantidad menor de polvo y arena que había en el oxigeno que nos rodeaba y casi creí que se me contraía el corazón cuando comencé a distinguir el entorno donde nos encontrábamos.

Estábamos completamente sepultados por el techo que se había derrumbado sobre nosotros. Y posiblemente hubiera estado muerta si Belial no estuviera soportando el peso de las piedras con su cuerpo mientras con el mismo protegía el mío. Noté como se me deslizaban involuntariamente las lágrimas, humedeciendo mis ojos y mojando mi rostro, pero me dio igual. Hacía un momento había pensado en el dolor que sentía pero ni siquiera podía imaginar el que estaría sintiendo Belial.

—No puedes usar tus poderes —musité horrorizada, abriendo mucho los ojos mientras recordaba ese detalle—. Belial...

—No entres en pánico —me cortó Belial con demasiada aspereza—. Sigo siendo un demonio.

Uno que sentía el dolor con mayor intensidad que un humano. Me mordí la lengua. No era el momento y tampoco era el lugar para pensar en trivialidades.

—¿Cómo vamos a salir de aquí?

—No puedo moverme si no te mueves conmigo. Necesito... —Belial se movió un poco y algo cálido cayó sobre mi mejilla. Me llevé con esfuerzo una mano a la cara, apartando las piedras pequeñas que habían enterrado el brazo e hice una mueca de dolor pero contuve el aliento cuando toqué la gota de sangre que había caído sobre mi mejilla.

—Belial, estás sangrando.

Belial suspiró y vi sus ojos clavados en los míos.

—Tú también —Trató de ser gracioso, pero hizo un gruñido de dolor cuando algo se movió sobre nosotros y una nueva sacudida de arena y piedras nos bañó, obligándome a cerrar los ojos.

—De acuerdo —dije entre toses—. Dime qué tengo que hacer.

—La pierna, tu derecha, ¿la sientes?

—Siento dolor —admití.

—Eso es bueno. Llevas demasiadas horas inconsciente con la pierna aplastada.

—Vale —murmuré en un hilo de voz, entrando otra vez en pánico mientras intentaba sin éxito mover la pierna—. Entonces creo que no me duele lo suficiente.

—Intenta moverla —sugirió.

—Ya lo he hecho.

Volví a empujar la pierna. La primera vez no logré moverla pero sí sentí un dolor que me atravesaba del tobillo a la ingle y apreté los dientes con fuerza. Tenemos que salir de aquí. Respiré hondo. Sí, teníamos que salir de ahí. Yo estaba herida pero ni siquiera sabía qué heridas podría tener Belial. Ni siquiera podía imaginar una forma de salir de allí. Volví a respirar hondo y esta vez tiré con mas fuerza, moviendo la pierna y haciendo que algo se tambaleara a nuestros pies. Me quedé muy quieta.

Desire (Silence 2)Where stories live. Discover now