Juego maquiavélico...

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Jacob dio un ligero asentimiento a la mujer que le sonreía con dulzura e inteligencia. A través de los años el reconocimiento de la maldad en los ojos de las personas no le había eximido de reconocerla en un rostro tan dulce y lleno de edad.

-Como bien sabe, señora Casca. Si bien las especies tienen un tratado con nuestro gobierno, no está en su obligación el hacer lo mismo. Como bien afirma, yo soy el representante de las especies en el congreso. Soy responsable de defender sus intereses fuera de los muros. Ellos solo han tenido pocas oportunidades en este mundo. El gobierno se ha comprometido con protección y confidencialidad. También es mi deber el informarle que según las leyes de las especies, cometerá un delito si de alguna u otra forma usted y sus actos provocan de alguna forma un ataque subversivo a cualquiera de los muros de territorio del ONE. No obstante, el señor North siempre está abierto a la discusión de los temas que conciernen a su pueblo. Como bien dijo esos "experimentos"...-. Dijo Jacob con ironía y sarcasmo. La mujer no había intentado tener tacto en referirse a las especies ¡Bruja infeliz! Pensó. Aun así continuó hablando con la mayor diplomacia y seriedad posible. -...ya han tenido más que suficiente-. Sonrió. La mujer sonrió de vuelta.

Ella extendió su mano. El hombre tras de ella extendió otro sobre, este de color marrón. Con la misma calma la mujer le entregó el sobre al senador Hill.

-¿Qué es esto?-. Pregunto. El hombre detrás de la mujer salió de la oficina con un ademan de manos de ella ¿Pero quién diablos eres? Pensó Jacob.

-Estos son los documentos que demuestran que las especies están relacionadas con la muerte de más de treinta personas integradas a la saciedad. Diferentes países, diferentes fechas. Todos empezando en el tiempo en que el ONE logró su emancipación. Ellos solo tienen que sospechar de una persona y no escatiman en hacer de ellos prisioneros o muertos sin ninguna oposición o castigo. No solo extraños también funcionarios de países aliados y médicos de prestigio mundial. Estas personas, senador, solo han hecho bien en el mundo. Ellos los separan de sus familiares y amigos, sin pudor alguno. Sin explicación. Estos documentos son las reclamaciones firmadas de todos los familiares de los apresados por la Organización de las Nuevas Especies. El ONE ha infringido nuestras leyes de derechos humanos y nadie ha podido decir nada ¿Qué es lo que cree usted que pasaría si esto llega a saberse, Senador? Con todo respeto... La señorita Serrano, solo es una mujer sin relación alguna con el ONE ¿No? Solo pido que sea entregada a las autoridades o que sea explicada la captura de mi esposo-. La mujer culminó. Jacob se levantó de su silla.

-Me disculpará usted, señora Casca. Pero al parecer ya está más que decidida y tiene claro cuál será su proceder. Esta reunión ha terminado. Tengo que reunirme con algunas personas para saber el proceder en este caso. Usted no tiene autoridad para estar aquí. No sabría decir cómo ha llegado tan lejos...-. El senador se inclinó y le miro a los ojos, su aversión a la mujer ya era obvia. La mujer cambio su rostro. Sin seriedad, se veía maquiavélica y despiadada. Ya no era la dulce anciana que aparentaba ser; y aquí está la bruja de los dulces, pensó Jacob Hill. –...Pero lo averiguare. Téngalo por seguro-. La mujer se levantó y se marchó. Jacob vio su estela al alejarse y tuvo un deseo inmenso de gritar.

-¡Nancy!-. Gritó a su asistente. La mujer corrió asustada. El hombre nunca le había gritado en más de tres años.

-¿Señor?...-. Pregunto. Carajo el hombre parece que se tragó un limón sin cáscara y con la garganta degollada, la sangre boricua de la morena salió a la superficie cuando estaba estresada. Lo que era la mayor parte del día. Continuó con su verborrea mental mientras Jacob se aflojaba su corbata de seda, madre mia, ¿Ahora que pasara? Pensó. No era mucha la paz que se sentía desde que el senador empezó a trabajar para las especies, y nunca me ha llevado con ellos ¿Será que sospecha que me quedaría allí?... ¡Concentrate! Se reprendió a sí misma. -... ¿Me llamaba, Señor? Dijo finalmente.

Cold. Nuevas Especies. Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora