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—¡Vamos Reachell, más de prisa si quieres irte! ¡Aún te faltan dos vueltas! —gritó aquel hombre alto y robusto que tenía como entrenador. Su voz era tan grave que asustaba a cualquiera, excepto a Reachell, a ella sólo la irritaba.

Estaba tan agotada que comenzó a respirar agitadamente hasta que el pecho le comenzó a arder, pero no podía parar ya que si lo hacía sólo conseguiría tener otra vuelta más.

Educación Física era su última clase, su hora había terminado pero Reachell no podía marcharse hasta que completara las vueltas (las cuales algunas habían sido de castigo). No sentía las piernas y estaba empapada de sudor. Tenía que soportar. Si escapaba su calificación se vería afectada, y aunque eso a ella no le importaba, a sus padres sí.

—¡Una vuelta más Parks, rápido!

Ese viejo la estaba cansando. Era realmente su tono de voz tan exigente e irritante, como si se creyera un hombre muy deportista que intentaba dar un "buen" ejemplo.

Siguió corriendo odiando a aquel maestro y las miles de formas en que podría responderle si volvía a gritarle.

Después de varios minutos por fin terminó, y cuando lo hizo de inmediato se dirigió a las gradas con la respiración agitada y el pecho ardiendo, como si en cualquier momento todo su cuerpo pudiera quemarse.

Agarró la botella de agua fría y comenzó a beber fingiendo que no veía al entrenador acercarse.

—Sólo hubieras corrido cinco vueltas en lugar de diez si no te hubieras detenido a "descansar" y hacer lo que quisieras —dijo el viejo con tono duro mientras la apuntaba con el dedo índice.

Reachell lo miró sin inmutarse.

—No hubiera hecho lo que quisiera si usted no estuviera sentado en las gradas fingiendo ponernos atención y darnos órdenes cuando sólo veía una revista pornográfica con una portada falsa.

El entrenador abrió los ojos y cambió su postura de "Soy mejor que tú" a "Mierda, ¿cómo lo supo?".

—P-pero... ¿qué dice? N-no permitiré que me falte el respeto...

—Es tarde —lo cortó y agarró sus cosas ignorando el hecho de haber dejado a su superior a mitad de un regaño. Caminó fuera de la escuela sin molestarse en cambiarse. Era tarde y la escuela estaba sola.

Mientras recorría el pasillo que daba a la salida, por el rabillo del ojo miró una sombra. De inmediato volteó a ver pero no había nadie, tal vez se encontraba demasiado cansada que comenzaba a imaginar cosas.

Siguió su camino hasta que llegó a la calle que conducía a su casa, podría tomar el autobús pero el hecho de estar sentada esperando a que pasara no le agradaba. No solía ser muy paciente, así que tenía que caminar otros largos minutos.

El cielo se encontraba nublado y si no se apresuraba, en cualquier momento la lluvia la alcanzaría.

A medio paso se detuvo en seco al sentir que alguien la seguía, rápidamente miró atrás y de nuevo un borrón negro pareció esconderse en un callejón por el que ya había pasado, pero ésta vez logró ver cierta apariencia humana.

La calle donde se encontraba no era muy transitada, mucho menos hoy que era la hora de la comida y comenzaría a llover.

Sin dudar regresó a dónde creyó ver esa silueta. Sabía que podría ser algún asaltante o asesino, pero eso no la asustaba. No cuando su curiosidad iba mucho más allá del miedo. Además, también lo había visto en la escuela y pensó que era su imaginación, una segunda vez ya no podría considerarlo así.

Se asomó al sucio y oscuro callejón donde había un chico delgado recargado en la pared mirando al suelo. Ese ajustado lugar tenía un fuerte olor a podredumbre por los contenedores de basura que ahí se encontraban, por lo que Reachell trató de no respirar demasiado profundo.

Adam [¡DISPONIBLE EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora