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La casa estaba sumida en un silencio fantasmal, algo que para Reachell era tan normal como respirar. Sus padres trabajaban cuando ella regresaba de la escuela, así que tenía la casa para ella sola.

Después de la decisión que había tomado, comenzó a preguntarse qué pasaría después. ¿Y si llegara fallar? Las consecuencias sin duda no serían sólo para ella.

Para despejar su mente bajó a la cochera y quitó la sábana empolvada que cubría el hermoso piano. Ésta se sentó lentamente mientras acariciaba cada tecla con ansias de tocarla.

No trató de contener sus impulsos y comenzó a crear una hermosa melodía como solía hacerlo, el tocar las teclas y hacer un sonido agradable era una especie de sentimiento que para la castaña era imposible describir.

Pasaron las horas y ella seguía tocando como si acabara de empezar, casi olvidando por completo lo que tenía que hacer esa tarde. Minutos después al recordarlo, se puso de pie y agarró una pequeña mochila azul que había dejado a su lado, salió de su casa y caminó hasta aquella cabaña de Adam.


~~~~~~*~~~~~~


Al llegar, Reachell tocó la puerta y esperó a que Adam abriera.

—Llegas muy temprano —le reprochó observándola de pies a cabeza.

La chica entró a la cabaña sin esperar un "pasa", ya que estaba segura que él no lo diría. Se sentó en el mismo asiento donde había escrito los relatos la última vez y observó a Adam cerrar la puerta esperando a que se sentara en el sofá que se encontraba frente a ella.

—Te quejas porque llego tarde y ahora por llegar temprano.

—Es más sorprendente el que llegues temprano.

—Tuve que venirme a pie —se defendió sin cambiar su rostro inexpresivo—. Así que salí antes.

Ninguno de los dos dijo nada.

Sin esperar que Adam le dijera que se pusiera a escribir, ella sacó de la mochila una libreta y pluma. Ignoró el hecho que estuviera frente a ella en una pose arrogante observándola mientras contenía las ganas de gritarle si quería una foto suya, así que mejor se concentró en su relato, el cual escribía como si se encontrara sola en su habitación escuchando un poco de música clásica o rockera.

Mientras la chica hacía su trabajo, Adam apartó la mirada y se acercó a la mesa donde ella estaba debido a que algo le había llamado la atención. Reachell siguió ignorándolo y se concentró en continuar escribiendo.

Él vio la mochila un poco desconcertado, ya que ella nunca la traía. ¿Por qué hoy lo haría? Pero al verla detalladamente notó unas pequeñas manchas rojas a la espalda de ésta, así que alargó una mano y las tocó: aún estaban un poco frescas, casi secas.

—¿Por qué hay sangre en tu mochila? —preguntó extrañado.

Reachell detuvo el lápiz y miró la mochila para después mirarlo a él.

—No es sangre.

Adam soltó una pequeña risa burlona, lo que le sorprendió. Por lo regular sólo sonreía -y eso era mucho-. Sin embargo, su risa, por pequeña que haya sido había sido hermosa y angelical. De esas risas inusuales pero inolvidables al escucharlas.

—¿No es sangre? ¿Tengo que recordarte lo que soy? Sé reconocerla, Reachell.

—Sí, eres un homicida, pero también un idiota —el chico la fulminó con la mirada apunto de decirle algo más pero ésta lo interrumpió—. Ahora déjame seguir escribiendo.

Adam rodeó la mesa, observando con lentitud a la chica hasta llegar a su espalda, donde pudo divisar las mismas pequeñas manchas rojas.

—Estás sangrando —dijo con calma.

Reachell se puso de pie bruscamente girándose hacia él.

—¡¿Quieres dejar de mirarme y sólo sentarte como el idiota que eres para poder seguir escribiendo?!

—¿Qué te pasó? —preguntó ignorando el insulto de la chica.

—Sólo son manchas, ¿de acuerdo? Ahora cierra la boca.

—¿Manchas? ¿Tu espalda está menstruando o algo parecido?

La castaña ignoró el comentario y se sentó de espaldas para seguir escribiendo. Adam se quedó en silencio y se limitó a esperar en el sillón.

Las horas pasaron hasta que el relato estuvo terminado, entonces fue Reachell quien rompió el silencio.

—Ya está —anunció guardando sus cosas.

El chico se levantó inmediatamente y se acercó a la mesa para agarrar la pequeña libreta.

—Puedes irte.

Reachell suspiró y cerró sus manos apretándolas hasta que sus nudillos se tornaron blancos. Miró al suelo y luego a los ojos grises de Adam, quien la miraba extraño por su actitud. Odiaba perder su orgullo y darse por vencida, estaba segura que se vería como una estúpida y él sólo se burlaría y la echaría de ahí. Siempre había sido segura y fuerte, pero ahora parece que esa parte de ella él la hubiera destruido sin que pudiera hacer nada.

—Me quedaré —dijo en un tono apenas audible que el chico tuvo que inclinarse más.

—¿Qué?

—Me quedaré, mierda.

—¿Quieres estar por propia voluntad "secuestrada"? —Preguntó secamente— Como quieras.

Para sorpresa de Reachell su actitud había sido totalmente opuesta a lo que había imaginado. Esperaba alguna burla o insulto, e inlcuso algunas preguntas sobre su cambio de opinión, pero nada de eso pasó. Adam era más indiferente de lo que pensaba.

—Te ves sorprendida —dijo mientras se dirigía a la salida.

—¿No tienes miedo? Por mis padres, quiero decir —respondió sin darle importancia al comentario del chico.

—¿Qué crees que sea más poderoso? ¿El miedo o el deseo?

La castaña le lanzó una mirada suspicaz, pero Adam no se percató de ello ya que estaba a punto de salir. Antes hacerlo, agregó algo más que hizo que Reachell quisiera golpearlo.

—No pensarás que te quedarás y harás lo que quieras, ¿cierto? Será lo que yo diga. Estar aquí es como tu segundo infierno. No esperes un cielo si en lugar de ángeles hay demonios. Y yo, Reachell, soy peor que un demonio.


Sé que está un poco corto, más adelante diré el plan de Reachell :'v Gracias por leer.

Adam [¡DISPONIBLE EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora