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Tres días, pensó Scott sentado en el sofá fingiendo estar viendo la televisión. Habían pasado sólo tres días desde que llegó a la casa de aquellos desconocidos.

Él los miraba taciturno tratando comprender el extraño comportamiento de la familia. Ivana era demasiado alegre y amable para ser real; Albert era simpático, aunque también se le podría ver serio lo que lo hacía parecer una persona estricta; y luego estaba Adalia, que era un paradigma y combinación de ambos. No hablaba mucho y era bastante tímida sin dejar de lado su amabilidad.

Aunque Scott se sintiera cómodo y sorprendentemente le haya agradado la familia, no podía estar más tiempo ahí. Eso conllevaría a ponerlos en riesgo.

—¿Scott? —La dulce y amable voz de Ivana lo sacó de sus pensamientos, que habían comenzado a llenarlo de preocupación.

—¿Sí, señora? —Dijo con educación mientras le sonreía. Un gesto que Ivana devolvió con amabilidad.

—Sé que hace días no mencioné nada sobre tu padre cuando me fui a trabajar —se acercó nerviosamente para sentarse a lado del chico, quien la miraba atento sin dejar de sonreír—, y lo siento. Es sólo que estaba demasiado... sorprendida. Además que ya había escuchado ciertos comentarios del señor Bernard sobre ti, y ninguno era bueno...

—¡Ivana! —Reprendió Albert desde la cocina mientras dejaba un vaso de agua en la barra— ¿Cómo puedes decirle eso, por Dios? ¡Le estás hablando de cómo se expresa tú jefe de él, quien es el padre de nuestro invitado! Si no era nada bueno, mejor guárdatelo. ¡En serio, mujer!

Ivana se calló abruptamente mientras que Scott trataba de contener una carcajada. Entrelazó sus manos nerviosamente para después lanzarle una sonrisa de disculpa, éste sólo negaba con el rostro radiando diversión.

—No se preocupe, Robert siempre es así. Es su forma de amarme—dijo encogiéndose de hombros.

Pero la verdad era que no quería que lo mirasen con lástima, como a un niño que su padre lo aborrece y se avergüenza de él.

Ivana lo miró confundida al darse cuenta que había llamado "Robert" a su propio padre, como si fuera una persona más y no su progenitor.

—Aun así, doble lo siento —dijo aún con las mejillas coloradas por la vergüenza—. Ah... Olvidando éste "incidente vergonzoso" y volviendo a donde estábamos, quería decirte que no le dije nada al señor Bernard, pero no niego que no tuve la tentación. No pienso cuestionarte sobre el porqué de tu decisión, ya que eso es personal. Pero sí te digo que aquí tienes una nueva familia, ¿de acuerdo? Cuando quieras puedes venir a darte una vuelta, te invitamos a cenar o no sé... Tal vez en un futuro no muy lejano vengas a pedir la mano de Adalia y...

—¡Ivana! —Volvió a regañarla su esposo.

—Es un poco celoso —le susurró en el oído con una sonrisa maliciosa.

Scott rio sin poder evitarlo sintiendo inmediatamente la mirada amenazadora del padre de Adalia, sin embargo, no le importó.

—Creo que ya debo irme, gracias por todo —dijo segundos después aún con aquella hermosa risa.

—Sí, lo sé —suspiró Ivana algo decepcionada—. Verás, quería preguntarte si te gustaría adornar la casa, ya sabes, por navidad. Siempre lo hacemos para antes de que llegue Adalia, y aunque ella ya esté aquí, por cuestiones del trabajo estábamos atrasados con el espíritu navideño. Entonces... ¿Qué te parece? ¡Espera! —Interrumpió a Scott cuando sólo había abierto la boca— Antes de que respondas, déjame decirte que no importa si no aceptas. Creo que piensas que te tenemos como rehén, pero puedes irte cuando gustes. Albert dice que ya estás bien.

Adam [¡DISPONIBLE EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora