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El Sol comenzaba a salir y Adam no había dormido en toda la noche. Seguía despierto, sentado en el suelo observando la cama vacía de Liv. No tenía idea en donde ir a buscarla, se sentía tan perdido y desecho que ni siquiera podía pensar con claridad. Tal vez si no se hubiera descuidado; tal vez si hubiera asegurado su casa antes de salir con Reachell, sólo tal vez, Livvy estuviera ahí con él.

Reachell.

Su nombre lo hacía recordar el repentino beso por parte de ella. No podía negar que lo había sorprendido, pero aun así no dejaba de resultar raro. Reachell no era ese tipo de chica que iba por ahí besando chicos. Entonces, ¿por qué lo habría besado? Lo único que recordaba es que estaba a punto de voltear atrás de él para saber qué era lo que la había distraído, pero ella lo besó antes de que pudiera verlo.

¿Y si ella...?

No. Ella no podría estar con Scott.

No quería aceptarlo, ni siquiera en su mente.

Siendo honesto, era más que probable que Reachell estuviera con Scott, que lo hubiera ayudado a quitarle a Liv: su única debilidad. Ella lo aborrecía por haber asesinado a Leyla, y aunque no sabía la razón por la que Scott lo odiaba, también era seguro que quería vengarse.

El beso, ahora que lo pensaba con más claridad, no fue por gusto, sino una tonta distracción para evitar que él volteara y no se diera cuenta que en ése instante Scott cargaba con su hermana llevándosela a quien sabe donde, pero lejos de él.

Que Idiota, Adam. Eres un jodido idiota.

—Las pagarás, Reachell —dijo poniéndose de pie y buscando en sus cajones las armas que solía usar para asesinar, olvidándose por segunda vez de la promesa que le hizo a Leyla: No herir a Reachell.


~~~~~~*~~~~~~


—Creí que nunca despertarías —dijo Scott observando a Reachell como si esperara algún ataque por su parte. Él estaba acostado frente a ella en el otro sillón, con la cabeza recargada en una amarillenta almohada y los pies arriba de éste.

Reachell se incorporó sintiendo los ojos pesados, pero no podía quedarse más tiempo ahí.

La habitación era pequeña y monótona, un poco descuidada pero por lo menos tenía lo esencial. Los muebles estaban desgastados; incluido el sillón donde ella durmió, un foco que apenas iluminaba pendía del techo y el suelo estaba cubierto por una delgada capa de polvo.

—Aún es temprano —respondió poniéndose de pie y descolgando su abrigo de un viejo perchero—. ¿Querías que me fuera a la cinco de la mañana?

—Cuatro cuarenta, para ser exacto. Liv aún duerme.

—Adam sabrá que he sido yo.

—No lo dudes. ¿Por qué tuviste que besarlo? A estas alturas tal vez ya te esté buscando. Te dije que no hicieras nada raro.

—¿Qué más podría hacer? No podía decirle "Oye Adam, no voltees atrás porque Scott se está llevando a tu hermana y se supone que no debes ver". Si le hablaba habría sido tarde, él te hubiera visto.

—No debiste quedarte mirándome tanto tiempo —espetó mientras jugaba con un lápiz entre sus manos.

—¿Qué harás con la niña? —Preguntó con brusquedad— No sé por qué no quieres asesinarla. ¿Será tu mucama o algo?

—Tengo otros planes —respondió sin mirarla—. Planes que no te involucran a ti, así que no tengo por qué compartirlos contigo.

—Vendré en unos días —dijo segundos después caminando hacia la entrada—. Gracias por dejarme pasar la noche aquí.

Adam [¡DISPONIBLE EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora