~43~

112K 15.3K 19.2K
                                    

—¿Cómo estás tan segura que es por aquí? —preguntó Zarek.

Caminaban por un lugar lleno de árboles que apenas dejaban entrar los rayos de sol, a los alrededores se encontraban frondosos arbustos. De vez cuando se toparon con charcos de lodo. Era húmedo y un tanto oscuro.

Reachell era quien iba primero fijándose en los troncos de los árboles, seguida de Zarek y por último Adam.

—He dejado unas marcas de sangre en los troncos —respondió sin importancia.

—¿Tu sangre?

—Sí, pero tampoco es que me haya cortado una vena... Por aquí.

Reachell corría respirando agitadamente, varias veces se detuvo para descansar sintiendo que en cualquier momento sus pies desaparecerían. Adam y Zarek sabían que ella no estaba bien, se veía demasiado débil y cansada. A pesar de sus advertencias, ella los ignoraba creyendo que sólo estaban exagerando.

Reachell estaba dispuesta a llegar con Scott, no importaba como se sentía o cuan cansada se encontraba. Ella tenía que llegar. Lo había prometido.

—¿Estás bien? —preguntó por primera vez Adam al verla recargada en un trono con los ojos cerrados.

Pero es tan terca, pensó cuando la vio de esa manera.

Zarek acudió a ella con el rostro preocupado, la observó por unos momentos mientras le susurraba cosas que Adam no logró escuchar.

—Sí —respondió Reachell fingiendo sonar fuerte, pero no lo había logrado.

Nuevamente retomaron el camino, pero al hacerlo ella se detuvo repentinamente a medio paso, como si de pronto se hubiese acordado de algo.

Adam ya corría hacia ella justo cuando vio que caería y se impactaría en el suelo. Su delgado y pálido cuerpo quedó atrapado en sus brazos como una hoja que impide que las gotas de lluvia caigan al suelo, adhiriéndose a ella. La envolvió en ellos con tal delicadeza que pareciera que sostuviera a una pequeña muñeca de porcelana. Su rostro era una combinación de preocupación y enfado.

—No, Scott... —murmuraba débilmente tratando de alejarse del agarre de Adam, pero fue imposible— Necesito...

Su voz se apagó y no logró terminar su frase. Adam estaba hincado en el suelo todavía sosteniéndola, observando su rostro como si fuera algo inusual en el mundo. A pesar de estar sucia y con heridas, su rostro lograba verse impecable. Sus parpados estaban cerrados y eso ocasionó que sus pestañas se vieran más largas, los rizos chocolatosos se adherían a sus mejillas y cuello debido al sudor. Simplemente para él era una imagen digna de ser recordada.

Su cuerpo estaba tibio, parecía estar llena de tranquilidad y fuerza a la vez. Y eso le gustaba. Además, claro, que encajaba perfectamente en sus brazos, como si Reachell hubiera estado hecha sólo para que él la sostuviera y nadie más.

—No ha comido —comentó Zarek cuando se acercó a ellos. Él alzó la mirada sobresaltado. Había olvidado por un momento que su medio hermano estaba presente—. Le dije que si seguía esforzándose de esa manera, se desmayaría en cualquier momento.

—Es terca —dijo molesto—. Tienes que quedarte con ella, yo iré por su primo.

Adam cargó a Reachell y la dejó con delicadeza recargada sobre uno de los troncos. Tomó uno de sus rizos y lo acomodó detrás de su oreja con cuidado, tratando de no "lastimarla".

—¿Estás loco? Te matarán. Mejor hay que irnos, llevar a Reachell a un hospital y esperar unos días para regresar a rescatarlo.

—¿Acaso eres idiota? —le espetó sin contener su enojo— ¿En verdad crees que Reachell estaría de acuerdo con eso?

Adam [¡DISPONIBLE EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora