Hogsmeade (Zabini y Neville)

14.1K 1.3K 571
                                    

Pov Zabini


Estaba en las Tres Escobas junto con Pansy; el muy ingrato de Draco se había ido con Potter y nos había dejado solos. 

Por lo menos, en la mañana, se había visto feliz, emocionado. Eso me alegraba; últimamente Draco se veía cansado todo el tiempo .


-Blaise, –llamó mi amiga, interrumpiendo mis pensamientos –¿Puedo preguntar por qué no invitaste a acompañarnos al Gryffindor que siempre andas vigilando? 

-No sé a quién te refieres –dije tranquilo. 

-Cariño, soy tu amiga desde hace ya demasiados años como para que me digas que no vigilas a Longbottom y esperes que yo te crea.


Hice un sonido de exasperación. Pansy podía no ser inteligente, pero sabía leer a la gente de una manera atemorizante. 

Pansy soltó una risita alegre; seguí su mirada y vi a Neville, entrando al local. 


-¡Perfecto! -exclamó mi amiga -Ésta es tu oportunidad. Ve y pídele que se nos una, al fin de cuentas, el chico está solo.

-¿Bromeas? Ni loco iría a pedirle eso. Además, yo no lo vigilo -dije sin mirarla a los ojos.



Pansy se quedó callada unos segundos.

Sin previo aviso, gritó: ¡Hey, Longbottom! -cuando el chico nos vió, Pansy hizo señas para que se acercara -Algún día me darás las gracias, Blaise -dijo rápidamente. 

-¿Q-Qué pasó? -preguntó de manera tímida Neville. Algo dentro de mi se agitó. 

-Draco nos cambió por Harry, -explicó -así que pensamos que nosotros también podríamos intentar pasar más tiempo con ustedes. ¿No quieres estar con nosotros?


Al principio, pensé que Neville se negaría, pero después de un momento de silencio él asintió y se sentó junto a Pansy. 


Neville no se veía cómodo, y la plática se sentía falsa. Iba a matar a Pansy. 


-¡Oh no! Olvidé que había quedado de verme con Nott, chicos -exclamó Pansy -Creo que seguiremos hablando después, Longbottom -dijo con una sonrisa inocente y se fue. 



Cuando nos quedamos solos, Neville me miró nervioso y soltó un tembloroso suspiro. 

-¿No quieres salir a caminar? –pregunté y Neville asintió. 


Salimos e inmediatamente el frío viento golpeó mi cara. Neville comenzó a frotarse las manos, intentando entrar en calor.

–¿Quieres mi bufanda? –ofrecí. Toqué mi cuello y noté que no traía mi bufanda –Demonios, creo que la dejé en la mesa en que estábamos. Espérame aquí, no tardo.


Corrí de regreso a las Tres Escobas, pues no quería hacerlo esperar mucho. 

Llegué al local y efectivamente ahí estaba mi bufanda. La tomé y regresé a dónde había dejado al chico. 

Amor entre enemigosWhere stories live. Discover now