De regreso al colegio

11.7K 1.1K 542
                                    



Pov Harry




Una tarde, pocos días después de Año Nuevo, Ron, Ginny, Draco y yo nos encontrábamos frente a la chimenea por la que llegaríamos a Hogwarts (parte de las nuevas medidas de seguridad del ministerio). 


Los dos pelirrojos ya habían pasado por las llamas verdes, y ahora era mi turno y del rubio; teníamos que ir en pares para hacer más rápida la llegada debido a todos los alumnos que tendrían que llegar ese mismo día. 



-Harry, cariño –dijo la señora Weasley mientras me abrazaba –ten mucho cuidado –soltó un sollozó –trata de no meterte en problemas.

-No se preocupe, usted sabe que yo nunca me metería en problemas –dije riendo suavemente. 

La señora Weasley soltó otro sollozó mientras me abrazaba más fuerte.

-Tranquila, le prometo asegurarme de que Harry mantenga su gran ego de Gryffindor-todo-poderoso lejos de cualquier posible peligro –dijo Draco sonriendo de forma burlesca.


La pelirroja lo miró y sonrió mientras reía –Draco, querido, gracias por habernos acompañado esta ocasión, siéntete libre de venir siempre que quieras –fue y lo abrazó a él también –y gracias por cuidar de Harry, a veces puede olvidarse de pensar en su propia seguridad.


Ambos rieron y me voltearon a ver con cara de lástima. 




Agarré a Draco por la manga y nos metí a ambos al fuego –¡Hogwarts! –grité. 

Después de una milésima de segundo girando entre el laberinto que era el canal de chimeneas, aparecimos en el despacho de profesores, en el que los jefes de las cuatro casas estaban esperándonos.


-Rápido, rápido, cada quien a su dormitorio a arreglar sus cosas -dijo McGonagall con ese tono de voz tan característico suyo; firme y amenazante.


-Supongo que te veo al rato –dijo el rubio mientras me guiñaba un ojo, un escalofrío recorrió mi espalda, pero no un escalofrío de amenaza-peligo-y-posible-muerte-segura que sentía antes ante la presencia de Draco y sus amigos, sino un escalofrío de ¿por qué tiene que ser tan malditamente adorable y atractivo?

Sacudí mi cabeza alejando esos pensamientos, y me dirigí hacia Ron y su hermana que me esperaban frente al retrato que daba a nuestra sala común.



-Sanguijuela –dijo Ron. 

-Lo siento pero hay contraseña nueva –dijo la señora gorda.

-¿Cómo espera que sepamos la nueva contraseña si acabamos de llegar? –gritó mi amigo.

-Ese no es mi problema, sin contraseña no pueden pasar.


Justo cuando Ron iba a responder, una castaña llegó corriendo -¡Harry! –gritó mientras saltaba a abrazarme.

Amor entre enemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora