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No puedo dormir.
Prácticamente sigo pensándo en esas palabras, ¿Cómo las chicas pueden ser tan ciegas como para no fijarse en ese bombón? Y, ¿Quién era la chica de la que hablaba?
Son cerca de las dos de la madrugada y yo sigo observando mi techo lleno de estrellitas pegadas que iluminan en la oscuridad. Siempre me han gustado, son bonitas y espantan mis miedos. Lo sé, infantil, pero soy así y no puedo evitarlo. Además le dan un toque nocturno a mi habitación muy bello.

Suspiro y trato de relajarme. No pasará nada malo, de eso tengo que estar segura.
Convenciéndome, me acomodo en la cama y decido cerrar los ojos hasta que logro quedarme dormida.

(...)

A la mañana siguiente me preparo para ir a la escuela, unos jeans ajustados con mi blusa turquesa que adoro están bien.
Miro a mi costado, y ese chico tiene las cortinas cerradas. Suelto un suspiro pesado antes de tomar mi mochila y bajar por las escaleras.
Veo a mis padres desayunar mientras conversan con buen humor, al darse cuenta de mi presencia, sólo me sonríen y mi madre me sirve tostadas con mermelada de fresas junto a una leche chocolatada.

—¿Puedo venir a almorzar hoy? —Pregunto de repente. La mujer que me crió toma un respiro para la pasiencia— ¿Mamita?

—No, Elsa.

—¡Pero es que es realmente mala la comida! —Su mirada me hace callar.

Papá nos mira divertido mientras sigue comiendo con tranquilidad.

—Basta.

—...No es comestible. —Y con eso ella vuelve a tomar un respiro para asentir. Sonrio.

—Pero me vas a comprar el pan antes de que te vallas, ¿Entendido?

Asiento muy contenta.
Seguimos desayunando en familia como siempre, hablando y riendo. Los Arendelle somos así, yo me crié con ellos y tomé las costumbres.
Cuando terminé, tomé las llaves de la casa, me despedí de ambos para finalmente dirigirme al instituto Müller.

Caminaba por los pasillos tranquilamente, directo a mi casillero y al llegar, lo abro para sacar y guardar algunos libros o lápices. Entonces, el sonido de un carraspeo me hace fruncir el ceño y cierro lentamente mi taquilla. Es un chico moreno, pelinegro de ojos oscuros y una sonrisa de lado, es guapo, pero no tanto como ese peliblanco en mi opinión

—¿Se te perdió algo? —Hablo un tanto brusco

—¿Eres la nueva, no?

—Creo, ¿Por qué? ¿Hay más? —Miro a mi alrededor para ver si hay chicas solitarias, nuevas en la escuela y en busca de una amiga como yo

El chico saca una risa al tiempo que lo vuelvo a mirar. Sonrío. Quiero que se valla ya...

—No, sólo eres tu —Asegura y me aguanto para no soltar un puchero de decepción— Soy Tadashi Hamada, linda.

—Am... soy Elsa Arendelle —No sentí nada de nada. Definitivamente ese nerd me tiene mal, y eso que apenas es mi segundo día de clases— ¿Y que onda? Siento decirte, pero no sé porqué estás aquí.

—¿Sabes? Eres interesante, preciosa. Tengo que admitirlo. —Me dice— Y estaba pensando, en si ¿Quisieras almorzar con nosotros?

Iba a responder cuando una cabellera rubia se acerca junto a mi. Es Aura. Estaba tan seria que se notaba que miraba al chico con odio, ¿Por qué? Me gustaría saber. Tengo que comenzar a adaptarme para no quedar como idiota siempre...

—Ella almuerza con nosotras, Hamada. Asi que vete de una buena vez.

—Mira, niñita. —Frunzo el ceño, su voz no suena amable como hace unos segundos— Elsa debe de escoger con quién comer, ¿No crees? Asi que mejor cállate que estorbas.

Loca por el Nerd ||Jelsa||Where stories live. Discover now