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—Ten el pan... -le entregué la bolsa mientras temblaba con un poquito de frío.

-Tomate esto -me entrega una taza de café tiempo después, miró por la ventana de la cocina con el ceño fruncido-. Tiempo más bipolar que es..., ni yo me di cuenta cuando se puso nublado y a empezar a correr esa brisa tan helada. Te pones chaqueta cuando vayas a la casa de Jack, sé que es al lado pero no quiero que te resfries. Eres buena en eso.

Asentí terminando mi café con tres largos sorbos. Me dirigí a mi habitación cuando vi la hora: 7:30.
Y la cena es a las nueve...
Mejor me apresuro, deseaba dar una buena impresión. Quería ponerme un vestido, pero dada a las condiciones y el tener en conciencia que yo me resfriaba fácilmente, era mejor por unos pantalones.
Busqué unos jeans ajustados con una blusa gris abrigadora, luego una chaqueta negra y unas vans del mismo color que mi blusa de lana. Me cepillé el cabello y me retoqué el maquillaje -que siempre usaba-, pero que no se viera exagerado. No me gustaba de esa manera.

¿Estás lista?
Visto a las 20:50

¿Tanto demoré?

Respondo antes de guardar mi celular en el bolsillo de mi chaqueta y salir hasta bajar las escaleras. Papá no ha llegado, pero no quería estar aquí para cuando eso sucediera. Aún no se me olvida lo del ginecologo, y saber que él mismo se lo propuso como condición a mamá...
No. Qué vergüenza.

-Ya me voy -avisé, mamá se levantó del sofá luego de dejar su taza de café en la mesita de vidrio de la sala.

-Te me cuidas, y vete diciendole a ese chico que pronto le va a tocar a él cenar aquí -dijo mientras me besaba la mejilla.

Tragué. ¿Quién inventó hacer estas cosas?

Aún así le asiento antes de salir. Tomo una larga respiración para seguir mi camino hasta al lado.
Es sólo una cena con sus padres, Elsa, ellos te quieren conocer...
Intento convencerme, y tras tomar otra respiración toco la puerta.

¿Y quién es este papasote?

No dejo de mirarlo, por un instante pienso que es un extraño hermano gemelo -aunque sé que no es así-. Me sorprende lo guapo que se ve mi peliblanco sin lentes, y más sonriendo...

¿Ese es mi Jack?

-Hola, que bueno que llegas -dice, tomandome dulcemente la mano mientras me besa con su ternura la comisura de los labios.

-H-Hola... -me sonrojo-, te ves distinto.

Su ceño se frunce, entonces se da cuenta que algo le falta. Cuando me invita a pasar, diciendome que lo espere para que vaya a buscar sus lentes, lo detengo.

-Te ves bien -sonrío timidamente, sin soltarle la mano-. Ya, preséntamelos, ¿okey?

Asintió, pudiendo notar su incomodidad debido a que no tenga lentes. No entiendo porqué, se ve muy lindo así. Me guía hasta la cocina donde escucho unas voces y al ver que se trataba de su madre hablando con un hombre alto, supe de inmediato que se trataba del padre de Jack.

-Oh, hola, querida -me saludó su madre, dandome un abrazo.

-Hola -sonreí.

-Papá, ella es Elsa -mencionó mi novio a lo que el señor sonrió amablemente.

—Hasta que la conozco, señorita. Jack no paraba de hablar de usted.

Mis mejillas ardieron cuando lo sentí tensarse a mi lado, señal de que lo que su padre decía era cierto. Que tierno...
Con Cristal ya en casa, nos sentamos a cenar. Fue un momento agradable, sin problema alguno que me relajó bastante. Mi primera vez teniendo novio y conociendo a los padres de este con completo exito. No puedo evitar sentirme realizada.
Cuando terminamos, con Jack subíamos las escaleras hasta su habitación. Por fin conocería el lugar donde muchas veces lo he espiado sin que se diera cuenta. Era de un azul rey con fotos de amigos y familiares pegadas en la pared, sin poster; una colección de autitos de juguetes en una repiza con libros. La cama estaba a un lado de la ventana que conectaba con la mía y su escritorio frente a este. Los muebles, cajones, estaba colocados adecuadamente en la habitación.

—Es bonito el color de las paredes —mencioné, sentándome en su cama—. Me gustaría tener este color, mi habitación es de un rosa que da cáncer a los ojos.

El peliblanco soltó una risa buscando algo en un pequeño cajon que venía en su escritorio.

—Yo pensaba que eras de esas chicas que aún les gusta la Barbie fashionista —comentó, ahora nos reíamos ambos.

—Cuando nos mudamos, la habitación ya venía con ese color —murmuré y fruncí el ceño curiosa, levantandome para llegar hasta su lado—. ¿Qué haces?

—Estaba buscando algo... —murmuró, atento a lo que hacía— Sólo espero que Cristal no haya tomado el regalo que te tenía.

Sonreí dulcemente, girándolo suavemente para que nuestros ojos se encontraran. Que chico más tierno y dulce. Enredé mis brazos en su cuello, besándolo castamente en los labios. Quise comérmelo a besos cuando lo vi un tanto sonrojado por lo que había hecho; él era alguien inocente que me causaba total ternura.

—Para mi el mejor regalo es que seas mi novio —sonrió levemente ante mis palabras—. Me gustas desde mi primer día en el instituto, y te quiero mucho, Jack —besé sus labios nuevamente, y rozándolos susurré—. Te quiero.

Nuestros ojos se vieron fijamente, trasmitiendonos al otro los sentimientos que sentimos. Jack me besó a medida que me abrazaba por la cintura para pegarme a su cuerpo; un beso dulce y apasionado que alborotaba los nervios que sentía dentro de mi panza. Me separé para mirar de reojo mi habitación por la ventana, sus cortinas estaban abiertas a excepción de las mias, pero no me arriesgaría. Tomé una de las manos de mi novio para caminar hasta la puerta donde lo acorralé contra esta a entonces seguir besándonos.

—Me haces cosquillas —susurré, riendo en bajo cuando comenzó a besarme la mejilla derecha, mi mandibula para bajar a mi cuello donde solté un suspiro antes de volver a soltar unas risillas.

Sus brazos son tan fuertes que abrazándome por la cintura me levantó unos centímetros del suelo, volviendo sus labios contra los mios mientras rodeaba su cadera con mis piernas, y caminó hasta llegar a la cama. Fue entonces donde nos dimos cuenta de lo que haciamos y él se separó.
Me gusta que me respete, es un amor de chico.

Aunque también me gustó lo que haciamos...

Yo y mi asco de mente.
Me acomodé a sentarme nuevamente y miré la ventana. Horrible sería que alguien de mi familia se hubiese dado cuenta.

—Y-Yo lo siento... —intentó decir con notable nerviosismo.

—No, tranquilo —dije, acercándome para apoyar mi cabeza en su hombro. No se movió ni se quejó—. No hicimos nada malo, Jack.

—¿No te molestó? —preguntó confundido.

Negué simplemente.

—Para nada —hablé con sinceridad.

Después de todo... ¿qué tan malo hicimos hoy?

Loca por el Nerd ||Jelsa||Where stories live. Discover now