CAPÍTULO 2: LAS HISTORIAS DE RICKY

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Los padres de Ricky estaban preocupados. Primero no le dieron ninguna importancia. Siempre había sido un niño con una desbordante imaginación y estaba constantemente inventando, dibujando, creando...

En el colegio, además, obtenía las mejores calificaciones, y su conducta era excelente. Siempre recibía elogios de sus profesores, tutores, entre otros, así como la admiración de sus compañeros de clase, y la envidia de algunos otros. Aunque los que lo envidiaban siempre le buscaban problemas, sus numerosos amigos lo defendían, manteniendo las cosas en un orden equilibrado, aunque él sabía perfectamente defenderse solo.

El caso es que nunca pasaba desapercibido.

Sus habilidades físicas eran, al mismo tiempo, excepcionales; destacándose en gimnasia, en atletismo era considerado un excelente corredor; en resumen, demostraba que su potencial físico era el de un deportista en ciernes.

Los maestros siempre le comentaban a sus padres que con sus cualidades intelectuales y físicas podía llegar a dedicarse a lo que él quisiera.

¡No hace falta decir que sus padres estaban encantados con él!

Ricky tenía una hermana más pequeña, y esta, aunque era un encanto para sus padres, era una niña normal, en la medida de lo que es considerado como habitual. Con las mismas virtudes y habilidades que las otras niñas, con sus puntos fuertes y sus puntos débiles.

En cambio, a Ricky, las autoridades escolares habían decidido adelantarlo dos cursos. De primer grado de primaria pasó a tercero y cuando estaba en el cuarto curso lo trasladaron a sexto. Así que era dos años menor que el resto de sus compañeros.

Hasta este punto todo era «normal» dentro de la excepcionalidad.

Era un niño superdotado, pero también hay algunos casos excepcionales en todo el mundo, como también los ha habido a lo largo de la historia.

Pero para ese entonces con 9 años, surgió algo que empezó a preocupar a sus padres.

Primero acudieron a los psicólogos para que lo examinaran, confirmando que era un niño superdotado intelectualmente. Pero no vieron ninguna anomalía en cuanto a ningún desorden mental, todo lo achacaron a su desbordante imaginación.

Finalmente, lo llevaron a los médicos y, por fin, llegaron a la etapa final. Le estaban haciendo una resonancia magnética en su cerebro.

Estaban sus padres en la sala de espera, aguardando con impaciencia poder ver a su hijo salir de la puerta que conducía a la sala de resonancias, angustiados por recibir el diagnóstico de esa prueba médica. Para tal evento tendrían que esperar algunos días, entonces el pediatra que examinaba a su hijo les daría los resultados y, en su momento, les comunicaría si había alguna anomalía por la que preocuparse.

El caso es que desde varias semanas atrás, Ricky les contaba historias a sus padres y cada día añadía una parte según lo que iba soñando por las noches. Eran historias cotidianas de personas desconocidas. Pero eran historias verosímiles, con continuación diaria.

Lo primer que les vino a la cabeza es que estaba siguiendo alguna serie de televisión o de Internet.

Pero no era así, él les juró que era lo que soñaba por las noches.

A veces su padre y su madre se veían tentados a decirle: «¿Cómo está tu amigo Jack, o ya se mejoró la abuela de Sarah?», pero entonces se arrepentían y pensaban con detenimiento «¿pero qué voy a hacer...? ¡Esas personas no existen, solo están en la mente de Ricky!».

Los psicólogos, les dijeron que eso formaba parte de la imaginación de Ricky. Que no sufría de esquizofrenia ni de ninguna otra enfermedad mental.

Pero como seguían preocupados, sobre todo últimamente después de observar a su hijo que estaba muy inquieto por las noches mientras soñaba, emitiendo a veces gritos o patadas.

Especialmente eso le ocurrió después de la «muerte de su amigo Jack».

Aunque le repetían que el tal Jack no existía, que no existió nunca, eso no lo consolaba.

Los padres de Ricky, cansados de dar vueltas, buscando información médica en enciclopedias, en Internet, buscando el apoyo de psicólogos y psiquiatras, su pediatra les recomendó que le hicieran algunas pruebas, por lo que contactaron con una clínica especialista en trastornos del sueño.

Allí les explicaron de trastornos de la conducta, en la fase del sueño REM. Les dijeron que este tipo de trastorno aparece cuando existe una repetición de sueños con un contenido violento, a su vez acompañados de una actividad física del mismo modo violenta, como golpes, chillidos o patadas, proporcionales y en sintonía con las escenas de lo soñado. Suelen presentarse situaciones de lucha o huida y el paciente sueña que es atacado o está inmerso en una escena de violencia con otras personas o animales y el movimiento físico está acorde con las escenas que transcurren durante el momento onírico. Como su nombre lo índica, este trastorno ocurre durante el sueño REM, etapa en que el sujeto debe de experimentar una completa parálisis por la distensión del tono muscular y únicamente a través de la polisomnografía es posible revelar la conservación del tono muscular, que es la causa que posibilita la realización de los movimientos.

Lo más preocupante es que la presencia de este trastorno se ha asociado al desarrollo de enfermedades neurológicas degenerativas en un 70% de los casos.

Por tales razones, los especialistas en la materia les recomendaron a los padres de Ricky que, a la brevedad posible, le hicieran precisamente una polisomnografía. Durante esta prueba se utiliza una amplia variedad de este tipo de sensores que registran constantes biológicas que controlan las ondas eléctricas cerebrales, el nivel de oxígeno en la sangre, la frecuencia cardiaca y respiratoria, entre otros aspectos.

Los resultados obtenidos después de hacerle esta prueba es que descubrieron una increíble actividad cerebral, pero no identificaron ninguna causa anormal que lo justificara.

Por eso les recomendaron finalmente que le hicieran una resonancia magnética a su cerebro, para ver si había alguna otra causa, como un tumor, alguna lesión neurológica, que estimulara esa actividad anormal en su cerebro durante el sueño.

Además, sus padres pensaban que es normal que las personas soñemos con nuestros familiares o amigos, o quizás hasta con algún actor de esa película que vimos la pasada noche del domingo. Pero son siempre personas y situaciones de alguna manera conocidas, que podemos relacionar con experiencias ya vividas; en el trabajo, la escuela, con los vecinos o amigos. Alguna historia que nos haya explicado alguien, y aunque salga algún personaje desconocido en nuestros sueños no solemos darle mayor importancia.

Es del todo cierto que podríamos tener algún sueño más o menos recurrente, sobre todo si recientemente hemos sufrido alguna experiencia traumática, a saber, la muerte de un ser querido, un accidente automovilístico, un asalto o ataque terrorista. Es lo que clínicamente se conoce como stress post-traumático.

El caso es que en la vida de Ricky, no había ocurrido ningún fenómeno excepcional en su vida, ni a ninguno de sus familiares o amigos en el mundo real.

Y ahora estaban allí, sentados en la sala de espera del hospital, mientras le aplicaban la resonancia magnética al cerebro de su pequeño Ricky.

Temían que las noticias del resultado que conocerían en tan solo unos días después, en la consulta del pediatra, revelaría algo malo que cambiara las vidas de ellos y la de su hijo.

Al cabo de dos horas de larga espera, observaron salir a Ricky, sonriente, de la mano de una joven y agradable enfermera...


Los Conectores 1: Descubriendo Aurin (Completa)Where stories live. Discover now