Capitulo 1

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La luz atravesaba la cortina de mi habitación al mismo tiempo que la alarma del movil me taladraba la cabeza. Cuantas horas había dormido? Dos? Tres? Salí de la cama a trompicones y me metí en el pequeño cuarto de baño. Me miré a los ojos, marrones, oscuros... Odiaba mis ojos, eran demasiado mediocres. Me obligué a ponerme bajo del agua y me di una ducha rápida. Empecé a cantar por el pasillo cuando salía, solamente envuelta en una toalla. Que mas daba? Si yo vivía sola.

Entré en mi habitación de nuevo, justo a tiempo para rescatar a mi movil, que por culpa de la vibración, se había desplazado y casi cae al suelo.

- Si? - pregunté, mientras abría el armario buscando algo de ropa. - Hola mamá, sí, sí ahora iré a clase. - saqué mi blusa azul claro y unos pitillos oscuros - No, no llegaré tarde, mamá, tengo tiempo de sobra.

Llevaba dos meses estudiando de becada en Nueva York, lejos de mi família. Estudiaba bellas artes y musica. Tuve una epoca en que quise ser veterinaria, pero a partir de los ocho años supe que lo mío era la música, la pintura, la escena... De hecho me gustaba hasta escribir. Me desbordaba creatividad por cada poro de mi cuerpo. Lo unico que era incapaz de hacer era bailar.

- Aha, sí, sí estudié - le mentía. Aunque estudiaba artes y música, estaba obligada a dar asignaturas como matemáticas e historia y justamente ese día tenía un aburrido examen de historia. - Me lo sé, mamá - me empazaba a agobiar esa conversación. Me enfundé los vaqueros, me abotoné la blusa y me miré al espejo de pie. Sonreí mirandome de arriba a abajo, en el fondo no me había sentado tan mal el cambio que sufrí en la pubertad. Reí.

-Ahá - mi madre empezó a despedirse, y aunque la echaba de menos, me alegré - Yo también te quiero, mami.

Y antes de salir por la puerta tomé mi cartera, me la coloqué lateralmente y entonces cogi mi guitarra, que estaba guardada en su funda, y me la colgué de la espalda. No iba a volver a pisar esa casa en muchas horas.



-Buenos días Camila - me sonrío el chico rubio que se sentaba a mi lado en clase.

- Qué tal, Matt? - le guiñé un ojo, disfrutando de su reacción. En mi colegio de Miami era completamente invisible pero eso también se debía a mi actitud cerrada, la cual había cambiado completamente al verme lanzada a vivir sola tan lejos de mi hogar. - Qué tal llevas el examen de historia?

- Fatal - bufó - ¿tú? - saqué el libro de historia del pupitre- Ala, no te lo has llevado ni a casa! - su cara entre de asombro y de diversión me hizo reir. - ¿Vas a entregar el examen en blanco?

-No sé... Tengo capacidad de invención - dije sin haber dejado de reir.

Al acabar la primera clase fui a dejar las cosas a mi taquilla. Recorrí los pasillos de ese instituto, donde todo me recordaba de qué material estaban hecho los sueños. Pase por delante de la clase de danza y me quedé en la puerta observando un rato. La profesora era una mujer atractiva, no le echaría más de trenta años, rubia y con los ojos color miel. Me vió observando y me sonrió, me subieron los colores y desaparecí rapido del humbral de su clase. Seguí abanzando por el corredor hasta mi taquilla. Jeremy Collins estaba apoyado en ella, claramente esperandome.

- Hola, Mila - su voz alegre había desaparecido. Le observé extrañada. Jeremy era un chico extrovertido, algo amanerado, de buen corazón y siempre parecía tener algun motivo por el cual sonreir.

- ¿Qué sucede, Jems? - mientras abría la taquilla, él se observó las manos. Resopló. - Va, no dramatices y cuentame- le dije cansada, echando en falta horas de sueño.

- Carlos y Henry me estaban esperando esta mañana en la puerta de mi casa - suspiró.

- Capullos - decidí. - ¿te han hecho algo?

- No, sólo que mi hermano ha salido a mandarlos a la mierda y ellos... - hizo una pausa ¿por qué era tan dramatico ese chico? - ellos empezaron a chillar en medio de todo el vecindario que yo era un gay miedica que necesitaba a mi hermano para defenderse.

-Capullos - repetí. - No les hagas caso, Jeremy, son unos idiotas.

- Es gracioso que esos idiotas antes fueran mis mejores amigos - me sonrió triste y entonces decidí regalarle un abrazo y acabar con aquella escenita.

- Jamás fueron tan buenos...

- Antes de que yo saliese del armario, lo parecían.

- Parecer, no es ser. - declaré.


Al salir del instituto, habiendo hecho el peor examen de la histora de historia (visteis lo qué hice ahi? Haha, tengo que advertiros que los chistes no son mi fuerte...) y con mi guitarra a cuestas, me dirigí a la boca del metro más cercana del instituto. Saqué un billete sin importarme mucho a dónde porque mi intención era pasarme las horas tocando y cantando para los pasajeros. Algunos ya me conocían y de hecho me saludaban, había hecho hasta amigos ahí.

Me metí en el primer vagon y me senté en uno de los asientos, para poder sacar comodamente mi guitarra. Me colgué la funda de nuevo, coloqué un capo en el quinto traste y empecé a hacer sonar en las cuerdas mi canción. Me gustaba tocar y cantar para la gente, y esa era la unica forma de tener publico con mis medios. Llevaba tres canciones cuando una chica bajita se acercó a mí y me dio un billete. Intenté rechazarlo, como hacía siempre, pero, también como siempre, acabé teniendo que aceptar. A modo de recompensa le pedí su nombre e improvisé una canción sobre ella. Un señor bastante mayor que iba con una niña pequeña, me aplaudió y me dedicó palabras muy bonitas.

- Muchas gracias - le dije enrojeciendo. Me gustaba la gente mayor, por ello a veces también iba a algunas residencias a cantar y a ayudar, solían ser muy agradecidos y hasta me daban caramelos. - ¿Me puede decir que hora es, porfavor? - le pedí a un hombre que iba trajeado y llevaba un maletín marrón.

-Las ocho menos cuarto - me dijo, serio y casi con desprecio. No me importó que me mirase así, no era el primero.

-Muchas gracias - le sonreí.

Quería volver pronto a mi casa porque realmente necesitaba dormir, llevaba días quedandome hasta tarde. Busqué en qué parada me encontraba al bajar y, cómo vi que no estaba muy lejos de mi casa, decidí salirme del metro y caminar las calles. Al salir a la superficie el viento me golpeó meciendo mi pelo. Ya era oscuro de hacía rato pero ahora vivía en una ciudad que nunca duerme y las calles estaban igual de abarrotadas de gente, como si fuera pleno día.

-Mierda... - Se me cayó la cartera al suelo y me giré para recogerla, entonces, casi como un suspiró, pasó por mi lado un ser humano perfecto. Ni muy alta ni muy baja, cabello oscuro y chaqueta verde militar. Sus movimientos era agiles y además caminaba como si flotara en un aura de superioridad. Tenía un cigarrillo entre los dedos con los que sostenía su telefono movil y parecía ajena a todo lo que le rodeaba. Observé como se alejaba por la calle, casi sin respirar y sin darme cuenta que me había quedado con la boca abierta. Y confieso que esa fue la primera de muchas noches en que esos ojos verdes no abandonarían mi mente. Ni siquiera durante mis sueños.

One Wish [Camren fic]Where stories live. Discover now