Capitulo 9

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Lauren me sacó de ahí, tirando de mi entre la gente, abriendonos paso a las dos. Me tropecé y ella paró mi caída, seguimos abanzando hasta que me sacó de ese local, por la parte de atrás.

-Bonito callejón -dije casi balbuceando -Bonita basura. -Y la sonrisa de Lauren observando como describía el paisaje me recordó qué era lo que yo quería.

Me lancé a sus brazos haciendola retroceder hasta chocar con la pared. Ella me acogió, sin negarme ese abrazo tan espontaneo. Me colgué de su cuello y tomé la inciativa. La besé del modo en que hubiese querido hacerlo detrás del escenario, sin vergüenza. Separe sus labios con los mios y acaricié su lengua con la mia. Ella tomo mi cintura, cambió nuestras posiciones y me levantó del suelo, apoyandome en la pared. Rodeé su cuerpo con mis piernas mientras dejaba que ella tomara el ritmo del beso, acelerandolo. Aquello era algo que yo hubiese tachado de inapropiado. Empezó a besarme el cuello y yo gemí al contacto. La atrajé más a mi y volvi a capturar sus labios con los míos. Su respiración agitada y mis ganas de tenerla toda para mi eran una tortura. Sus manos me sujetaban, aunque mi peso estaba en esa pared. Ella estaba completamente pegada a mi, siendo yo consciente de cada parte de mi cuerpo en contacto con el suyo. . Mordí su boca, sin saber si se podía hacer aquello o estaba prohibido. Pareció justarle la idea y me besó aun con más ganas. Cuando faltó el aire se apartó un poco, mirandome.

-¿Y esto? -me preguntó sin soltarme, sin devolverme al suelo.

-Me da igual si soy una distracción - le dije - me da igual -repetí, volviendo a rozar mis labios con los suyos, enterrando después mi cabeza en su cuello. Ella simplemente me abrazó.

-No digas eso... -me bajó al suelo. Me puse de pie enfrente suya. -No digas nunca eso, por bebida que estes. -hablaba de una forma autoritaria, seria, madura e incluso diría que parecía preocupada.

-Si para que pueda hacer esto -me refería a lo que acababa de suceder - tengo que ser un juguete, lo seré.

-Los juguetes se usan, Camz - se apartó de mi, caminó hacia el lado contrario, a la pared de enfrente, que no estaba muy lejos, y apoyó la espalda. - ¿Por qué quieres ser usada como una cualquiera?

-Porque me gustas - le susurré, acercandome a ella de nuevo. - Porque me gustas, Lauren. Y no creo que sea una cualquiera para ti.- hablaba el alcohol mezclado con mis sentimientos.

-Mira qué te he hecho - me dijo de repente, zafandose de mi abrazo. - Joder... Mira qué he conseguido... Jamás debí hacerte esto. -su voz sonaba consternada y yo no entendía nada.

-¿Hacerme qué?

-Cambiarte. He hecho contigo lo que me ha dado la gana y tú me seguías como una boba el juego, sin saber siquiera jugar -sus palabras me empezaban a herir como pequeños cortes en mi corazón ebrío.

-¿Cómo?

-Dios Camila, tú crees que si no estuvieses tan buena, ¿hubiese intentado nada contigo? Ni te habría mirado. - sé que me puse a llorar, pero no sé si fue exactamente en ese momento. - Quise tantearte, saber si tendría posibilidades contigo, de llevarte a la cama basicamente.

-¿Solo me quieres para eso?- me apoyé en mi pared, de nuevo. No quería seguir escuchando. -Lauren llevame a casa. - le pedí. No quería estropearles la fiesta a mi nuevas amigas.

-No he acabado de explicarme, Camz - me dijo.

-He dicho que me lleves a casa. No vuelvas a llamarme Camz porque creo que voy a... - y vomité casi a sus pies, ella ni se inmutó y tomó mi pelo.

-¿Estas bien? - toda esa faceta de chica inaccesible que hacía lo que le daba la gana sin importarle nada había desaparecido. Lauren era humana, y demasiado, tanto que la odié.

-Llevame a casa. - volví a decirle.


Permanecí callada, pero esta vez el silencio si fue incomodo. Ella me miraba cada dos por tres, aprovechando los semaforos y cuando paraba para dejar paso a otro coche. Su expresión era la viva imagen del remordimiento. No se atrevió a hablarme, sabía que yo no quería escucharla. Me sentía herida, estaba mareada y herida en partes iguales. Sabía que aquello no podría acabar bien, y aún así me enamoré de ella.

-Gracias por traerme - dije. Esta vez Lauren no echó los pestillos.

-Si quisiera explicarme, ¿no me escucharías verdad? -me preguntó.

-Verdad - y bajé del coche ante la atenta mirada de Lauren.

Saqué mis llaves e intenté abrir la puerta del edificio. Veía borroso y no tenía pulso, se me cayeron al suelo. Ante mi torpeza empecé a llorar fuerte. Las lagrimas escapaban de mi como si yo no tuviera ningun control sobre mi cuerpo. Me sentía inútil, estúpida y sin valor. Lauren bajó de su vehiculo y las recogió tranquilamente. Abrió la puerta del edificio y llamó al ascensor por mi. Esperó hasta que llegó y entró conmigo.

-Lo siento - me dijo, apartandome las lagrimas que seguían cayendo. Yo no la miraba. - De verdad que lo siento, no quería hacerte daño.

-¿Qué esperabas? - le pregunté, sollozando.

-No me has dejado acabar -dijo volviendo a abrir la puerta del ascensor y dejandome salir por delante suya.

-Tienes dos segundos.

-Dos segundos no me bastan Camz...- metió la llave en mi cerradura.

-Camila, para tí.- entré y tomé las llaves de su mano. Ella quedó de pie, pálida, con la luz de sus ojos apagada.- Vete porfavor. - hizo el gesto de querer discutirmelo, pero mis palabras habían sido claras. Me dio un beso en la mejilla, que no rechacé, y volvió a subirse al ascensor.

Tiré mi ropa en la silla de mi habitación, lancé mis zapatos lejos, me dolían. Me senté en mi cama, sin siquiera buscar el pijama y dejé que todo lo que sentía saliese de mi. Golpeé el futón, lancé la almohada contra la puerta del armario y después me escondí bajo la manta. Lloré mucho, los vecinos podrian haberme oido si hubiesen pegado sus orejas a la pared. Me sentía mal, muy mal. Quería volver a vomitar y corrí al baño. No se cuantas veces vomité ni a qué hora me quedé dormida pero la luz de la mañana me encontró hecha un desastre. Yo, como un despojo humano, en un triste baño en la inmensa ciudad de Nueva York, a miles de kilometros de mi casa...

Lauren me había hecho daño, tenía el corazón hecho pedacitos. Pero había sido mi culpa, ella jamás me había prometido nada. Fui yo la que me enamoré de una chica que tiene a medio instituto detrás, el novio más guapo de la ciudad y el talento de una diosa. Pensé como sería ser amada por ella y eso me dolió más. Pasé el resto del fin de semana llorando y comiendo helado, viendo la tele e ignorando las llamadas de Dinah y Ally que seguramente estarían preocupadas por mi desaparición sin decir nada. Me esforcé por dejar de llorar, el domingo por la noche. Me dije a mi misma que debía ser fuerte, que no había sido para tanto. Lauren no era mi amiga, habiendo hecho ya la funcion nadie me obligaba a estar con ella. Lo mejor era simplemente olvidarla, volver a la rutina de colegio-metro-casa, volver a ser feliz con aquello.


-¡Buenos días! - para ser la primera hora del lunes, Jeremy estaba euforico. - ¿Qué tal la fiesta?

-Bien - mentí - ¿Y tu cita?

- ¿Te cuento? - era obvio que tenía ganas de contarmelo. - No quiero aburrirte...

- Pero que falso eres - reí - cuentame va...

-Va venga... - sonreía tanto que ya me esperaba que la cita hubiera ido bien. - Fuimos al cine, super mono me tomó la mano porque, ¿sabes? Era una peli de miedo... Y, bueno, después... Ah sí, después fuimos a ese parque que hay detrás del edificio ese tan feo, ya sabes... Y estuvimos hablando, ¡Por casi una hora! Y él es super simpatico... -caminé con él hasta el aula a la que yo debía entrar y me quedé en la puerta escuchandole - Y bueno, fuimos a cenar, porque ese era plan, ya te lo dije. Y cenamos en un italiano que hay por el centro, super mono quiso pagar él, pero no le deje, ¿eh? - le sonreí, esa historia era muy larga. - Y después me acompañó a casa como un caballero y... ¿sabes qué?

-¿Qué? - pregunté.

-Me besó, Mila... ¡Me besó! - sonreí com su felicidad.

-¡Oh, que bonito, Jems!

-Creo que somos algo cercano a novios, porque aún no me lo ha pedido ni nada... - dijo.

-Y pideselo tú - le contesté.

-Ay, que corte. - replicó - pero tampoco quiero agobiarle... Es tan mooooono...

-Me lo imagino, Jems. Pero tengo que entrar en clase - y era verdad - un día me lo presentas, ¿vale?

-¡Cuando quieras Mila! - me dijo y se alejó hacia su clase.


Me dejó con una extraña sensación entre felicidad por su suerte y envidia de que él hubiese encontrado a alguien que le hacía feliz. Me giré para entrar en clase y me encontré a Matt esperando, sentado en mi pupitre. Estupendo, ahora tenía que pensar una excusa para explicar por qué me fui de la fiesta sin decir nada.

One Wish [Camren fic]Where stories live. Discover now