Real

4.7K 340 61
                                    


La muerte es apacible, fácil. La vida es más difícil. Esa frase que apareció en mi mente en mi lecho de muerte, me acompañará toda la vida, de eso estoy segura. Porque precisamente, vivir en lo fácil es lo más complicado de conseguir.

No morí aquella noche; aún no había llegado mi hora. Estuve muy cerca, pero alguien consiguió parar la hemorragia, llevarme a un lugar seguro y devolverme a la vida.

De nuevo, jamás supe quien fue. Tampoco me importa, hace mucho que me alejé de las malas calles de Brooklin en las que tanto tiempo viví. Y dejé atrás mi soledad, mi indiferencia al mundo, en brazos de la mujer que más he amado en mi vida.

Ella quizá fuese el detonante que hizo que mi conciencia no abandonase este mundo, donde me aferré para no morir, el único resquicio de realidad en este mundo lleno de sombras.

A veces, tengo la sensación de estar soñando. La vida no puede ser tan apacible y fácil, no es así como está escrito. Porque vivir en una continua aura de felicidad no es algo real.

Sin embargo, con el día a día, descubro pequeños detalles que hacen que me dé cuenta, de que lo que vivo es real, y no un sueño, o un producto de mi imaginación, o un espejismo. Una realidad, una preciosa realidad.

Porque ver a un pequeño rubito de ojos castaños corriendo por el pequeño jardín, descubriendo su pequeño gran mundo, abriendo los ojos a un mundo fascinante, es lo más precioso que mis ojos han podido ver en toda su puerca existencia.

Porque saber, que día a día, noche a noche, allí está ella, con su mirar tranquilo y sosegado; con sus brazos alrededor de mi cintura, reconfortándome cuando una espantosa pesadilla me acosa.

Despertar junto a ella cada mañana es un regalo que aún no creo que merezca, a pesar de haber pasado ya tantos años. En mi vida jamás fui feliz, excepto cuando Clarke estaba en ella. A lo mejor sí que morí aquel día; morí y renací, para poder tener lo que siempre quise, y jamás pude ni tan siquiera rozarlo.

Y por ello, aún entre sábanas desperdigadas, que ocultaban la desnudez de nuestros cuerpos, vigilo lo poco que queda de su sueño, para regalarle un cálido beso de buenos días, y la respuesta que ella siempre quiere oír, su favorita.

-Te quiero –me susurra siempre, en el oído, escalando sobre mi espalda, creando una hermosa y deliciosa cárcel de la que jamás osaría escapar.

-Lo sé –respondo, ladeando la cabeza, buscando ese beso tan anhelado, tan necesitado y tan admirado.

Esto era real. Real. Y nadie podía arrebatármelo.

*****

Por cierto, los capítulos basados en mis sueños son "Sueña que sueña con ella" y "Una grieta en la armadura". Gracias a una de las secuencias de aparecen en cada uno de esos capítulos, hace tres años armé esta historia corta. Porque sí, sé que es muy corta. Creo que apenas son unas 50 páginas, pero no creí necesario meter más palabras de la cuenta. Corta y concisa, aunque parezca un laberinto que no tiene salida.

Habré acabado con vuestra paciencia, y a mí sólo me queda daros las gracias por haberlo leído. Saludos bolcheviques.


Sweet dreamsحيث تعيش القصص. اكتشف الآن