t r e i n t a y n u e v e

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Arrastré una silla con desgana por el suelo de mármol de la sala del hospital de día. Le dije a Joon que sentara ahí con un gesto, alcancé una caja con gasas, algo de pomada para golpes de un botiquín y me senté enfrente de Joon, en otra silla, tratando de guardar las distancias. Yoongi le había dado un buen golpe cerca del ojo, en lo alto del pómulo, pero no sangraba. Suspiré, cansada, entrecortadamente. Estaba reteniendo las lágrimas, y ni siquiera sabía por qué tenía ganas de llorar. Me quedé un par de segundos quieta, cabizbaja, mirando al suelo, evitando cualquier tipo de contacto con Kangjoon. Él me arrebató la caja de pomada de las manos y empezó a abrirla.

El ambiente estaba bastante tenso. Seguramente, él estaba molesto y muy cabreado por lo de Yoongi. Cuando alcé la cabeza dispuesta a curar el golpe, creí que iba a insultarme y gritarme, pero no lo hizo. Frunció el ceño y arrugó la nariz cuando empecé a dar la crema en la zona enrojecida. Mientras esparcía la pomada con todo el cuidado que podía, empecé a llorar. Sin más, sin previo aviso.

— Perdón.— musité. Acabé rápidamente con mi trabajo, así que cerré el tubo de la pomada, me froté la cara con la manga de mi abrigo y traté de salir de allí lo antes posible.

Kangjoon puso la mano en el picaporte de la puerta justo cuando yo iba a irme. No le miré a la cara; simplemente le dije que me dejara marchar. No estaba para charlas, supuestos ánimos o cualquier otra cosa. Sólo quería tirarme en la cama y llorar hasta quedarme dormida. Me había dado cuenta de que todavía quería demasiado a Yoongi... O peor, que seguía queriendo al Yoongi que ya no existía. El dulce -a su manera- a la par que sarcástico Yoongi. Apreté los dientes y procuré no llorar más.

Joon hizo ademán de secar mis lágrimas, pero se quedó a medio camino. Al final, con un suspiro, abrió la puerta. Hizo una seña para dejarme pasar primero.

Caminé dando largas zancadas para dejar a Joon atrás. Aún así, le escuché resoplar y decir, lo suficientemente alto como para que yo me enterara:

— Si la quieres, déjala ir...

*****

Era medianoche. Jimin estaba a punto de caer redondo en la cama y yo había aprovechado el silencio del apartamento para leer un rato un libro que compré en Londres y nunca llegué a acabar; pero Yoongi llegó a casa pisando fuerte y con intención de tocar unas cuantas piezas al piano.

Me limité a suspirar pesadamente. Me quedé tumbada en la cama de la habitación de invitados, en la que no dormía desde hace tiempo, e intenté camuflarme con las sábanas como si fuera un maldito camaleón. Obviamente, no funcionó. Yoongi dio un empujón a la puerta - a pesar de que estaba entreabierta- y se lanzó al colchón, a mi lado, rebotando. Estaba feliz, como si no hubiera pegado un puñetazo a Joon hace unas cuantas horas. Se pegó a mí sin decir nada, me abrazó por la cintura y se puso a leer en alto el libro que yo tenía entre las manos. Hablaba muy rápido, pero no se equivocó ni en una sola sílaba. Debió de parecerle un libro muy interesante -no eran más que las memorias de un hombre que había tratado algunos trastornos extraños- y me lo quitó, pasando de mi completamente. Yoongi se reincorporó de golpe. Se quedó sentado en la cama, bastante concentrado en la lectura.

— Bah, - lanzó el libro contra la pared. — me he cansado de leer esta puta mierda.

Cruzamos una mirada rápida. —¿Por qué has lanzado mi lib-

— ¡Porque es una puta mierda! Habla de los trastornados como si fueran locos que no tienen cabida en la Tierra, joder. No son locos. Son personas normales que ven el mundo muy diferente. Tú podrías ser como yo, porque todas las personas tienen algo en su cabeza que puede fallar y que puede llevarte al psiquiatra. — soltó, en menos de diez segundos, hablando como si estuviera muy cabreado. — Naces con ello. Si tienes suerte, no falla, y si no, ¡pum! estás muy jodido. Pero eso no quiere decir que nos tengan que tratar como a unos dichosos judíos.

Hold me tighter (HMT2)  » Suga;BTS✔Where stories live. Discover now