EL PRODUCTO DEL DOLOR

1.5K 76 16
                                    

Tadeo no era del tipo de hombres al que le gustase ser víctima de manipulaciones y carecía del código moral de la mayoría de los hombres de su clase. Su voz era taimada y su porte era uno de los muchos atractivos que las damas de sociedad en edad casadera admiraban de él. Nunca pasó inadvertida su arrogancia y su aire de superioridad por el cuál más de una doncella se sentía abrumada. No era necesario plantearse sus gustos,puesto que era muy sabida en la alta sociedad capitalina que Tadeo Vallejo pasaba la mayoría de sus noches en la vida nocturna que ofrecía la capital. Algunas noches en el teatro,otras en alguna gala de beneficencia, ésas las odiaba más. Su vida transcurrida  en retazos de momentos menos incómodos unos que los otros. Sin siquiera poder llegar a prestar toda su atención. Su cama y sus sábanas solían cubrirse de cuerpos perfectos y rostros igual de bellos cómo desconocidos para él. Sólo en medio de su total embriaguez podía lograr apartar unas horas el motivo de su dolor. Su miserable existencia. Nada había en el mundo que le perteneciera,todo era un mundo de sombras oscuras y húmedas que envolvian sus noches de lujuria,pasión y miseria.

Puso sus pies en el suelo helado,logrando sacar de sus labios una sonrisa aprensiva. Ésa clase de cosas le recordaban que estaba vivo,que había más sensaciones en su cuerpo que las de la lujuria y la mezquindad. Caminó hacia la ventana de su alcoba. Un cuerpo de mujer estaba semi cubierto de seda y algodón. Sólo la miró unos segundos para después volver a perder su vista en la negrura de la noche. Si pudiera saldría corriendo a un mundo donde no existieran los recuerdos,porque...¿de que le servían a los hombres sus recuerdos? sólo como un recordatorio de lo mucho o poco que tiene o quiere dejar de tener. ¿para que le servían a un hombre cómo él los recuerdos? de nada. Si pudiera sería un hombre sin memorias,mas sin embargo sabía que esos pensamientos sólo eran fantasmas de su cobardía y nada más. Levantó la cortina sólo un poco. Dejando a sus ojos llenarse de medias figuras,puesto que la noche estaba casi en su totalidad cerrada y encapotada. Suspiro de forma cansada y los músculos de su cuerpo no consiguieron relajarse. Soltó el pedazo de tela y volvió a acercarse a la mujer que tenía dormida en su cama. Toda la piel de su cuerpo era perfecta,cada centímetro de su hermoso ser lo invitaba a perderse en la curvatura de sus caderas y en el embriagador sabor de sus carnosos labios una vez más. La observó más detenidamente comparando cada parte de su cuerpo y cada marca de su piel y los resultados fueron tan frustrantes cómo patéticos...Lograba mentirse con tal convicción que casi sentía que ya no había necesidad de hurgar mas en su miseria para poder olvidar la. Porque el tiempo castigador avanzaba con una lentitud desquiciante. Nada lograba borrarla,pero por noches,momentos o pequeños instantes lograba apaciguar su furia interna, sus miedos, pero sobre todo sus culpas. Dejó que la chica que había conocido unas noches atrás en aquel espantoso burdel despertara sola,su tentadora figura sólo conseguía lastimarlo más que calmarle la angustia. No negaba que era en cierto punto mas delicada y refinada que Josefina pero no era ella y en el fondo lo agradecia. Vistió con sus mismas ropas,sin esperar a cambiarlas, puesto que no estaba dispuesto a hablar con ella, si hacia algún ruido la despertaría y que le dijera algo en esos momentos empeoraba las cosas. Era mejor así, no tener  algún tipo de contacto con ninguna mujer. Menos de esa calaña,puesto que si la había sacado de un lugar tan deplorable y espantoso no sería porque tuviera la mejor reputación. Mas sin embargo vaciló unos instantes... ¿Quién era él para opinar cosas así?...no era mejor que la mujerzuela que permanecía dormida en su cama y envenenaba con su aliento sus sábanas.

Salió con prisa de su propia casa sin tener la mínima consideración con Manuel o Carolina,que era de esperar que quisieran una breve explicación del escándalo que había armado aquella mujer en medio de su sala. Eso no importaba en esos momentos,lo único que valía la pena era salir corriendo de ése lugar. Lo único que lograba era sacar unas medias sonrisas cómplices por parte de su padre,al ver bajar cada noche distinta a mujer tras mujer. La esposa de éste era la que no lograba enterrar bajo su cuerpo todo el veneno que le corroía el alma.

MEDIA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora