LA QUINTA

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Josefina parecía una persona de profunda convicción religiosa, ya que había decidido ir a la iglesia de Saucillo como refugio a sus innumerables perturbaciones; Lo que le recordó que su hija permanecía a su lado en todo momento y debía tratar de mostrar menos sus temores,por lo menos en su presencia. Se forzo a esbozar una sonrisa cuando los ojos de su hija buscaron los suyos. La pequeña mano de la niña encajo perfectamente con la suya y pudo notar humedad en ella. Seguía estrujando sus dedos,seguía ejerciendo demasiada presión sobre la pequeña mano y había reparado en ello hasta ese momento. Aflojo el agarre y amplió la sonrisa.—Sólo será un momento—. prometió. Su hija  asintió levemente con la cabeza. Ella dio un paso dentro de la parroquia y luego se detuvo,buscó con la mirada al cura y lo encontró cerca del púlpito con un pequeño libro en las manos. Éste al notar la presencia de la muchacha bajó el libro a su lugar y dio un paso atrás para luego indicar con la mano que siguiera. Ella lo vio un momento y luego volteo el rostro hacia su hija.

—Espera aquí—pidió. Luego camino hasta la primera fila de asientos. No sabía si era el ambiente o era ella,pero empezaba a notar en su cuerpo un estremecimiento y las manos subieron a su pecho y las oprimio involuntariamente. Él podía notar el nerviosismo en el rostro desencajado de la muchacha. Tenía un par de medias lunas violeta marcadas bajo los ojos y los parpados visiblemente hinchados. Su rostro se notaba un poco mas huesudo,como si empezara a perder peso.

La muchacha se detuvo unos pasos antes de llegar a Matías y él le indicó que se sentaran. Ambos volvieron la vista a la niña,seguía con ojos curiosos contemplando el lugar y Matías no pudo evitar recordar a Noé. La piel de la niña era pálida pero en sus mejillas se notaba el rubor que se le formaba a Noé al igual que sus hoyuelos. Trató de evitar pensar mas en eso y fue al punto.

—¿Que sucede,Josefina?—Ella miró sus manos y escondió los ojos. La saliva pasó por su garganta tan dura y seca que no era capaz de decir palabra. Matías puso la mano en el mentón y  levantó su rostro para que lo mirara. Ella volvió a bajar la vista sin querer.

—¿Pero que pasa mujer,me estas preocupando?.

Ella mantuvo la mirada fija,inquieta y visiblemente ausente. Ahogó el llanto dentro de su pecho todo el tiempo que pudo,sólo hasta que él noto que la mujer que tenía  frente a sus ojos estaba a punto de desmoronarse.

La pesadilla se torció expectante y se ondulo al borde de la conciencia de la mujer. Un par de ojos oscuros y profundos calaron dentro de su memoria. El último encuentro con él seguía presente para ella,demasiado aún.

Matías, al no recibir respuesta retrocedió varios pasos,se encogió de hombros y siguió avanzando por el templo mientras su sotana negra se remolinaba alrededor de sus tobillos con cada uno de sus largos pasos.

—Como siempre tan callada. Hizo una señal para que la mujer notara de nuevo su presencia, Matías pasó bajo la figura de una vírgen con el manto rodeado de estrellas. Mientras sus pies avanzaban en silencio por el amplio suelo parroquial ,la mujer salió de su trance.

Una suave corriente movió su pelo y ella giró el rostro de nuevo. Demasiado contrariada hasta entonces.

—Es demasiada tu carga y no tienes que llevarla sola.

Eso lo llevó a preguntarse porqué Josefina se veía tan atormentada ¿Sería el momento en el que le dijera la verdad? dudó por un instante, aún asi se mantuvo ceñido al código ético que le exigía su condición. Con paciencia esperó que ella hablara,pero se veía dudosa,mas temerosa que eso,pero aguardo con paciencia.

—Quiero decirlo,necesito hacerlo—La voz temblorosa vibró bajo su garganta como una campanilla. Él se detuvo de pronto y le devolvió la mirada seguida de un gesto amable.

MEDIA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora