LA CARTA.

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Tenía varios días encerrado en su habitación sin hablar con nadie o pedirle algo a alguien. La situación sobrepasó la calma de Nabor,que impaciente pasaba las mañanas esperando a que su hijo bajara a acompañarlo a el desayuno. Ya había perdido el ánimo también.

Clemente tampoco se sentía feliz por el hecho de haber mandado a su único hijo y familia lejos de él,pero no había mas remedio que hacerlo. Y quería que Matías lo entendiera.

Por otra parte,Catalina trabajaba sin ánimo, la evidente tristeza de Matías podía descomponer al mas fuerte espíritu,pero carente de cualquier motivación, terminaba su jornada laboral para volver a su habitación a hacer algún mantel o servilleta decorativa,en eso se iban sus pocos ratos libres

Esa mañana quizá hubiera despertado con mejor ánimo o simplemente no deseaba seguir preocupando a su padre. Se encontraba sentado en un cómodo sofá verde que Nabor conservaba mas por melancolía que por buen gusto decorativo,había pertenecido a su abuelo,ahí pasaba largas horas de apacible lectura.

La biblioteca de la hacienda era un seductor lugar con sus múltiples pedestales de roble repletos de valiosos libros en ellos,la apacible estancia en ese lugar le fascinaba,no había lugar mejor en la hacienda que la biblioteca,pero su descanso fue interrumpido por la presencia de Catalina.

Su pequeño cuerpo se encogió al verla entrar,abrazó sus piernas en acto de rebeldía,no quería escuchar sermón alguno de la falta de alimentos de los últimos días.

-¡Matías!−lo llamó la mujer.

-¡Si,nana!..—respondió.

-Te ha llegado carta−hizo una pausa−de ¡Noé!, ¿no piensas leerla?.

Apenas si la amable mujer terminó con la última frase cuándo Matías inesperadamente arrebató la carta de sus manos,esto en vez de molestarle la tranquilizo al grado de robarle una leve sonrisa, era casi un alivio ver al chico con ansia loca romper en forma desesperada el sobre que contenía la carta.

-Te dejo solo para que la leas con calma−musitó Catalina.

Éste asintió con la cabeza,apenas si la había escuchado,estaba ensimismado con el trozo de papel.

Comenzó a leer con detenimiento.

Querido :Matías.

Lamento la forma en que tuve que irme, las cosas no siempre pueden ser como nosotros las deseamos. Mi cuerpo está lejos pero mi alma está en Santa Clara, con la gente que amo y me ama,estaré siempre al pendiente de ti por carta, te pido por favor que tu lo hagas de igual manera ,no quiero que te olvides de mi por ningún motivo, yo no lo haré de ti. jamás tuve un amigo como tú al que yo quisiera tanto. Por favor te encargo el bienestar de mi padre que es lo único que me queda, tratare de convencerlo para que me deje volver en alguna fecha significativa, un abrazo y un saludo.

Tu amigo Noé.

Un par lágrimas tiraron por su rostro, él tampoco lo iba a olvidar—¿como hacerlo?—si era el único ser que había sido capaz de pasar por ese muro tan bien creado que él había elaborado tan ferozmente para que nadie pudiese pasarlo,pero mas sin embargo él lo había hecho,lo había logrado y sólo con esa sonrisa sincera y esos ojos verde amielado que tanto le gustaban.

El estómago le daba vuelcos de incontenible felicidad,tan sólo saber que él lo recordaba,lo hacía sentir feliz.

Entró a la cocina buscando algo que comer,con la carta de Noé también le había llegado el apetito.

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