♙16.

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Aisha no sabe porque cuando despierta está en una habitación que no es de ninguno de los hermanos Mikaelson, ni siquiera la suya. Sin embargo, después de unos minutos de aturdimiento se dispone a pararse y salir de la habitación.


Sus pies están descalzos cuando aplasta la hierba del suelo, dándose cuenta de que al cruzar la puerta está le lleva directamente a lo que parece ser un bosque. El aire le golpea la cara y el olor a fango hace que sonría por el ambiente tan natural que le rodea.


—Ya despertaste.


Se gira hacia la derecha, encontrándose con Hayley caminando en su dirección con pasos firmen, provocando que las hojas secas suenen debajo de sus pies.


Aisha no le sonríe como siempre, sin embargo, sólo asiente con la cabeza antes de voltear a ver el agua del pantano que está a pocos metros.


— ¿Qué es este lugar? –pregunta.


—El bayú de Nueva Orleans, mi hogar –responde tajante, deteniéndose a unos pasos.


—Es muy bonito, me recuerda al que estaba por la casa –señala el pantano–. Sólo que más grande.


Hayley se tensa, rodando los ojos segundos después. —Y con caimanes que pueden matarte. La diferencia es que ese, al que tú te refieres, es o era un arroyo. Este es un pantano.


Se encoje de hombros, mirándola a los ojos. Hayley por un momento admira los bonitos orbes azules de su hermana, esperando ver el brillo inocente que sólo la pelinegra poseía.


— ¿Freya está aquí también?


Su ceño se frunce al escucharla. —No.


Aisha hace una mueca soltando un leve oh, seguidamente alza las manos para estirarse haciendo una mueca demasiado linda para ojos de cualquiera. Ese gesto no pasa desapercibido ante Hayley, quien repentinamente se está cuestionando por qué todavía no se ha lanzado a brazos de Aisha para abrazarla desde que llegó hacia unos meses. Pero siempre obtiene la misma respuesta, la respuesta que hace florecer el rencor hacia su hermana, porque ciertamente no la odiaba, eso ya es un gran avance de por sí.


—Ley-l... Hayley –Aisha murmura esquivando su mirada–. Sé que recuerdas en que mes estamos y faltan pocos días para verla, ¿q-quisieras?...


—No –espeta sabiendo el hilo de la conversación, su corazón apartándose en su pecho y el sentimiento amargo floreciendo–. No.


— ¿P-por qué no?


Hayley da un paso atrás. —Si voy, no va ser conmigo. Nunca iría contigo.


Las palabras parecen causar un efecto negativo en la pelinegra, quien baja la cabeza mientras juguetea con sus manos en un gesto sumiso.


—Y-yo...


—No digas nada –gruñe antes de darse vueltas para empezar a caminar hacia dentro de bosque–. No tienes ese derecho.

GHOST ➳ The Originals.Where stories live. Discover now