♙20.

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El sonido de las manecillas del reloj es lo único que se escucha en toda la planta baja. La mujer escanea todo el lugar con aburrimiento mientras juguetea con un mechón rojo de cabello, sillones tirados y rasgados en el suelo, vidrios, jarrones y retratos despedazado, libros fuera de su sitio, flores marchitadas.


Camina a través de la habitación apretando la nevera que llevaba en la mano izquierda y dirigiéndose hacia las escaleras donde puede distinguir manos manchadas de sangre en la pared. Ignora eso, cuidando de no aplastar algo que pueda manchar sus zapatos, a su vez subiendo peñaldo de dos en dos. Cuando llega a la segunda planta se detiene en seco para hacer una mueca de asco, el hediondo olor a putrefacción inunda sus cosas nasales nada más puso un pie en el pasillo, las ganas repentinas de vomitar se hacen presentes, aunque de contiene y se hace una nota mental de que nada anda mal mientras sigue avanzando por el pasillo.


Conforme se va acercando al final de corredor las manchas de sangre seca empiezan a ser más grandes y continuas, así como también el olor va disipándose. Realmente todo ya era tan malditamente familiar que sabía en donde pisar y en donde tocar, ir a ese lugar una vez al mes durante los últimos años era lo suficiente como para que todo aquel desastre se grabará en su mente.


Se detuvo en la puerta a final del pasillo, giró el pomo de está entrando segundos después antes de soltar un suspiro. Las tenues luces de las velas a cada extremo de la habitación fue lo primero que captaron sus ojos cuando entró, cerró la puerta detrás de sí, dejando la nevera arriba de un escritorio y rodando los ojos se acercó al bulto que descansaba en el suelo, justamente en medio de la habitación con un círculo de sal y demás yerbas a su alrededor.


—Hey, despierta.


El bulto se mueve nada más termina de hablar, la mujer sabe que puede escucharla y que está despierto.


—Vamos, levántate, no me hagas perder mi tiempo –gruñe golpeándolo con el pie–. Te traje comida.


El bulto se remueve en un parpadeo logrando que la pelirroja de un paso atrás de la impresión, frente a ella yace parada una figura menuda, su piel totalmente blanca como la de un muerto, el cabello desordenado por todos lados, la ropa rasgada con manchas de sangre. Los ojos negros con orbes deslumbrantes le miran mientras muestra los colmillos y golpea la pared invisible del círculo de sal.


La nariz de la mujer se frunce cuando el mismo olor a putrefacción inunda sus fosas nasales, sin embargo este no proviene de la habitación continua al pasillo, proviene de la figura frente a ella.


—Claro, todo por la comida –murmura ganándose un siseo de la contraria. Da vuelta en su sitio para caminar hasta la nevera que dejó en el escritorio–. Tienes que buscar otra fuente de alimento, ¿sabes? –le dice abriendo la tapa, se escucha otro siseo–. Es difícil ir por ahí cazando, no puedo hacerlo por siempre –escucha un gruñido. Chasquea la lengua cuando se mancha de sangre al tomar con la mano el gran pedazo de carne que yacía en el recipiente. Se gira volviendo a encarar al contrario y con pasos lentos se aproxima–. Cómelo con calma.


Termina aventando el pedazo de carne hacia el centro del círculo de sal, cayendo justamente a un lado de la figura menuda, la cual no pierde tiempo en hincarse en el piso y comenzar a comerlo.

GHOST ➳ The Originals.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora